San Fernando, Ocotepeque, de una economía cafetalera al hallazgo de sitios de arte rupestre

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15 de enero de 2023
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01:00 am
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San Fernando, Ocotepeque, de una economía cafetalera al hallazgo de sitios de arte rupestre

Vista panorámica del casco urbano de San Fernando, Ocotepeque.

Rubén Darío Paz

San Fernando, es uno de los cascos urbanos más pintorescos del departamento de Ocotepeque, rodeado de una serie de bosques donde se distinguen, coníferas, guarumos, liquidámbar y por supuesto vastos cafetales. Esta población se localiza en el extremo norte del referido departamento, en una de las estribaciones de mayor altitud de la extensa Sierra del Merendón. San Fernando, junto a San Jorge y La Encarnación, constituyen un eje productivo-cafetero, y quizás por la inmediatez fronteriza con Guatemala, gran parte de sus actividades comerciales, se desarrollan con el vecino país.

El nombre Fernando, hace referencia al rey Fernando III de León y de Castilla, quien posteriormente fue llamado el “Santo”, por su reconquista del Al Ándalus, y que falleció en Sevilla en 1252. Desde la tradición católica española, a San Fernando, se le celebra el 30 de mayo, especialmente en la ciudad de Sevilla, España. En Honduras el nombre de San Fernando, se repite únicamente a nivel de aldeas, San Fernando, Santa Rita (Santa Bárbara) y San Fernando, Juticalpa (Olancho).

Antes del 2007, el casco urbano de San Fernando, Ocotepeque mostraba esa sensación de abandono e incluso generaba clemencia, que de hecho se remarca porque las carreteras de acceso a los tres municipios mencionados, son complicadas, en parte por las condiciones geográficas, pero también, porque desde el Estado hondureño, no se han establecido políticas de inserción para potenciar a nuestros municipios fronterizos.

Hoy San Fernando, luce bien, más por los esfuerzos de sus autoridades edilicias y sus vecinos, con sus calles pavimentadas, un palacio municipal de dos plantas, dilatado y elegante, más un atractivo parque central. Ahora las condiciones de hospedaje, alimentación y servicios básicos para los vecinos y el transeúnte han mejorado. Su larga calle del comercio atraviesa su casco urbano, cuenta además con una serie de negocios que surten incluso a las aldeas vecinas, tiene mejores condiciones de salubridad, la cobertura educativa en los niveles básicos siempre la ha tenido, sin olvidar que muchos jóvenes para realizar estudios superiores incluso, han emigrado a ciudades vecinas, como Esquipulas y Chiquimula en el país vecino.

Vista parcial de la quebrada de Los Rosa, en la propiedad de la familia Rosa Alarcón. A lo largo del cauce se encuentran otros cantos rodados con ligeras inscripciones, y que sin duda se han desprendido de un sitio mayor, pues el tipo de roca e inscripciones siguen el mismo estilo.

San Fernando y sus aldeas
San Fernando, tiene 16 aldeas; San Juancito, San Antonio de Curarén, Santa Inés, Nuevo Espíritu, Aldea Nueva, San Ramón, Cuchilla de en medio, Sulay, San Francisco, San José de Curarén, San Rafael, El Manzano, El Rosario, Pashapa, Queseras y El Amatón. Las aldeas que destacan por movimiento comercial y actividades productivas son El Manzano y Sulay, esta última a inicios de enero festeja al señor de Esquipulas. Los barrios que conforman el casco urbano son; San Antonio, El Sucte, El Centro, San José, Las Lomitas y El Progreso.

Apellidos que identifican a San Fernando.
Guerra, Fuentes y Peña son los apellidos más frecuentes en el municipio, igual se encuentran Jaco, Rodríguez, Peraza, Oliva, Caballero, Mata, Villeda, Molina, López, Murcia, Montúfar y Chinchilla, entre otros. A pesar de la cercanía con Guatemala, las fiestas con marimba, no han sido frecuentes en el municipio, sin embargo, se guarda recuerdos de un Conjunto de cuerdas, organizado a inicios de los años 60, conformado por Abrahán Guillén, Norberto, Hernán, Amado y Raúl Montúfar. “Estos músicos amenizaban festividades e incluso les invitaban de los pueblos aledaños”.

Desde distintos ángulos que se vea a San Fernando, con sus más de 1,200 metros sobre el nivel del mar, en su casco urbano, destaca su iglesia católica, como empotrada en la parte más alta, se trata de una edificación rectangular con una fachada sobria pero atractiva, dedicada al patrón San Fernando, cuya festividad se realiza a finales de mayo y aglutina una buena cantidad de feligreses, podemos apuntar que es una iglesia reciente, quizás realizada por maestros de obra locales a mediados de los años 40, del siglo pasado.

Durante las festividades se llevan a cabo una serie de eventos, desde lo religioso y lo pagano tan frecuentes en los pueblos hondureños, quizás lo que merece especial mención es el Jaripeo que se realiza, con montadores de países como México, Guatemala, El Salvador y por supuesto Honduras. El evento se desarrolla en el Coliseo Municipal “Jairón Chinchilla”, que tiene capacidad para más de tres mil personas.

Detalles de la “Piedra de Las Pilas”, de dimensiones considerables, exhibe una serie de inscripciones de mucha calidad, y sin duda un abanico de elementos, que los expertos tendrán que descifrar.

San Fernando en sus inicios
Algunas referencias, apuntan que fue fundado en 1861 con personas venidas de Santa Fe y Concepción en el mismo departamento, otros argumentan que sus primeros pobladores llegaron del oriente guatemalteco, ambos señalan que las primeras casas se construyeron en el lugar que inicialmente se llamaba “leoneras”, con frecuencia en el interior de Honduras al ocelote o especies de jaguar, se les denomina León, sin embargo, es un uso incorrecto, ya que el León es un felino de las grandes sabanas africanas. Durante la administración del presidente Francisco Beltrand, el 16 de mayo de 1917, se le otorgó categoría de municipio, desprendiéndose del vecino San Jorge.

San Fernando y sus vínculos con los pueblos aledaños
Aunque San Fernando, se localiza a escasos kilómetros de la frontera con Guatemala, sus vínculos comerciales son constantes con Cabañas, y Copán Ruinas, por una vía de acceso atractiva y sinuosa, pero, es preferible transitarla en la estación seca. De San Fernando a La Encarnación, únicamente dista a siete kilómetros, igual distancia existe desde La Encarnación a San Jorge.

Inscripciones en piedra o petroglifos
Los petroglifos, son una representación gráfica grabada en las rocas o “piedras”, en conjunto de grabados rupestres al aire libre, con una simbología compleja y difícil de interpretar, son el antecedente de los símbolos previos a la escritura. Resulta una ardua labor, el saber en qué época se hicieron, o determinar qué grupos poblacionales los realizaron, sin embargo, a la fecha ya existe la datación científica que permite a los expertos, fecharlos a la luz de la ciencia. Una de las técnicas que se encuentran con frecuencia, son las del bajo relieve linear, en la que se excavaba el delineamiento de una figura y sus detalles internos, hasta una profundidad de dos o tres centímetros en algunos casos. Desde la teoría tradicional se sostienen que los petroglifos, pueden ser dibujos abstractos sin una geometría clara, pueden encontrarse solos o en conjunto, otros muestran figuras geométricas bien logradas, lo que los vuelve fascinantes. Algunos petroglifos también exhiben dibujos que pueden ser figuras humanas, o de animales. Otros muestran objetos y símbolos, que no siempre es fácil descifrarlos.

Un primer plano de la “Piedra de Las Pilas”, se destacan una serie de relieves más pronunciados, se distinguen figuras geométricas, rostros y emblemas bien logrados.

En Honduras, ante la presencia de diferentes sitios de petroglifos, se han realizado importantes esfuerzos por registrarlos, describirlos e interpretarlos, esta tarea la han realizado expertos nacionales e internacionales, bajo las directrices del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), con excelentes resultados se llevó a cabo el Proyecto de Arte Rupestre- PARUP. A la fecha no se han clasificado todos los sitios de arte rupestre del país, por lo que es una tarea pendiente y fascinante. Con el ánimo de interesar a los lectores, comparto retazos de un valioso informe de la historiadora del Arte, la estadounidense, Alison McKittrick “La mayor parte del arte rupestre de Honduras consiste en petroglifos que varían desde simples caras grabadas sobre cantos rodados hasta complejos conjuntos de figuras en paneles grandes de paredes rocosas. La mayoría de los sitios se halla en la punta más alta de cerros o cerca de ríos. Los grabados se encuentran sobre cantos rodados, acantilados y en aleros, raramente en cuevas. Existen menos sitios de pinturas rupestres en localidades parecidas. Los colores varían de ocre a blanco, amarillo, anaranjado, azul, negro y violeta. Se han documentado tanto impresiones negativas como positivas de manos en todos los sitios pintados. A veces, se hallan grabados y pinturas juntos en un mismo sitio. Ambos muestran una gran gama de motivos antropomorfos, zoomorfos y no figurativos” (…) Los primeros investigadores que mencionan representaciones rupestres son Squier (1870) y Bancroft (1875). Sin embargo, la primera publicación específica sobre arte rupestre de Honduras apareció en 1896 cuando William Farrington publicó un artículo en American Antiquarian. En 1927-28 y 1932 Conzemius describe arte rupestre de los llanos de la costa del Atlántico. Otros informes que se refieren a sitios a lo largo del país aparecieron en los años 1940 y 1950. Comprenden en primer lugar las publicaciones de Doris Stone del Peabody Museum y los artículos de Lunardi en revistas nacionales. En los años 1970 y 1980 se publicó una cantidad de breves textos, sobre todo de Reyes Mazzoni (1977) quien menciona un estudio más grande del arte rupestre en Honduras central. Sin embargo, sus observaciones publicadas solamente se refieren al valle de Comayagua. Entre 1950 y 1980, el profesor Francisco Flores Andino armó para el Instituto Hondureño de Antropología y Historia (IHAH) un inventario de cuevas y de sitios de arte rupestre. Sus datos comprenden la mayoría de los sitios en la región central del país. Aunque quedaron inéditos, están accesibles en el archivo del IHAH. Forman la base de la primera investigación oficial del arte rupestre hondureño iniciado por el IHAH en 1992 bajo la dirección de George Hasemann, director del departamento de arqueología, y Carmen Julia Fajardo, directora del departamento de antropología. Entre septiembre de 1993 y fines de 1995 se documentaron 21 sitios a lo largo del país con fotos y dibujos. Hasta la fecha, se han registrado 49 sitios: 37 sitios poseen grabados y 12 pinturas. Una cantidad desconocida de sitios tiene tanto grabados como pinturas (Murray y Valencia 1996). Varios de los sitios fueron registrados en diferentes épocas y bajo distintos nombres. Algunos son mencionados en las publicaciones sin haber sido registrados por investigadores. (…) “Se ha documentado arte rupestre en todos los departamentos de Honduras con la excepción de Ocotepeque en el sudoeste, aunque esto probablemente refleja más bien una falta de investigaciones que una situación arqueológica particular”. A la fecha, ya se han contabilizado otra serie de sitios de arte rupestre, y quizás lo más significativo, es que, varios profesionales desde distintas disciplinas, se han interesado buscando explicaciones desde la academia.

Los petroglifos en San Fernando, Ocotepeque
El paso de la tormenta tropical Julia, el reciente mes de octubre, generó una serie de consecuencias negativas para la economía del país, miles de damnificados, fue evidente el crecimiento de los principales ríos del país e incluso, el desbordamiento de quebradas secundarias. Tal es el caso de las quebradas, que alimentan el río El Playón y en las cercanías de los municipios del norte de Ocotepeque, estas aumentaron su caudal, tanto que arrastraron enormes cantidades de rocas, entre estas quebradas, quedaron al descubierto al menos dos sitios de arte rupestre en las cercanías de San Fernando, que describo a continuación.

“La Piedra de Las Pilas” la más impresionante
En fechas recientes y producto de las copiosas tormentas, el aumento del caudal de la quebrada de Los Rosa, que se localiza a más o menos 300 metros de la carretera principal que conduce a San Fernando, se desprendieron una serie de rocas, una de ellas con dimensiones de más de tres metros cuadrados, quedó expuesta en medio de la quebrada, y en ella se observan una serie de inscripciones en relieve, de suma importancia. Ocotepeque hasta la fecha era el único departamento de Honduras donde no se tenían, registros de petroglifos, con el hallazgo de este sitio denominado “La Piedra de Las Pilas”, por sus pobladores, podemos afirmar, que el territorio hondureño, ha completado sitios rupestres en sus 18 departamentos.

Debido a la cantidad de inscripciones, el buen estado de conservación, las dimensiones de la roca y el fácil acceso al sitio, podemos asegurar que el hallazgo es de mucha importancia, lo ideal sería que un grupo de expertos del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), haga el levantamiento topográfico del sitio, para su posterior interpretación.

Vista parcial de la quebrada de Los Rosa, en la propiedad de la familia Rosa Alarcón. A lo largo del cauce se encuentran otros cantos rodados con ligeras inscripciones, y que sin duda se han desprendido de un sitio mayor, pues el tipo de roca e inscripciones siguen el mismo estilo.

Un primer plano de la “Piedra de Las Pilas”, se destacan una serie de relieves más pronunciados, se distinguen figuras geométricas, rostros y emblemas bien logrados.

Detalles de la “Piedra de Las Pilas”, de dimensiones considerables, exhibe una serie de inscripciones de mucha calidad, y sin duda un abanico de elementos, que los expertos tendrán que descifrar.

“La Piedra de Pashapa”
A unos 180 metros de la aldea de Pashapa en dirección hacia el río El Playón, después de merodear una pequeña finca de café perteneciente a don Juan Ángel Rosa, se encuentra una pequeña quebrada, en medio de una gran avalancha de “piedras” sobrepuestas, una de las “piedras” semi-enterrada muestra una serie de inscripciones. Aunque la existencia de esta “piedra”, se conoce desde hace más de 40 años, según el testimonio del propietario de la finca, Juan Ángel Rosa “siempre ha estado ahí, sino ha llamado la atención la serie de dibujos que tiene, pero pocas personas nos han explicado de que se trata. Suerte la “piedra” es grande y nadie va poder llevársela. Ahora que se han encontrado otras piedras en los alrededores, pues si han venido curiosos, (…), cuenta mi hijo, que en los alrededores de esta propiedad se han encontrado piedras con dibujos, pero nadie le ponía atención. Incluso menciona don Juan Ángel, que algunas piedras “cuadraditas” han sido utilizadas para construcción de muros.
Leve descripción
Esta “piedra”, semi empotrada en el costado izquierdo de la quebrada, tiene una forma irregular, el lado más amplio en la parte superior es de 115 cm, y una base de 65 Cm. Al observarla detenidamente parece que se ha desprendido de un conjunto mayor, incluso por el movimiento del caudal y la orientación de los dibujos parece que está al revés.

Al observar las inscripciones y ver de manera invertida la “piedra de Pashapa”, se destaca un rostro, con características tan similares a otros sitios de origen olmeca, se distinguen también una serie de líneas simétricas, muy pronunciadas.

“La piedra del Rosario” la menos referenciada
Al costado izquierdo de la carretera principal que de San Fernando conduce a La Encarnación, aproximadamente a tres kilómetros, se encuentra la finca de Denis Portillo, y es ahí donde se localiza la conocida “Piedra del Rosario”, con una serie de inscripciones, es un sitio de suma importancia por la serie de elementos que se observan, el fácil acceso y de todos es el menos conocido.


“La Piedra del Rosario”, alcanza más de dos metros, muestra una serie de inscripciones de figuras geométricas, es notable la profundidad de los relieves. En un costado se identifica un emblema, con alta definición.

Algunas sugerencias
Las autoridades municipales pueden realizar gestiones para establecer acuerdos, entre los dueños de las propiedades donde se encuentran los sitios de arte rupestre, con las instituciones encargadas de difundir y proteger el patrimonio cultural del país.

Es de suma importancia, conformar un grupo de personas de San Fernando, interesados en promocionar los sitios de arte rupestre y otros hallazgos de bienes culturales.

Se deben establecer senderos de acceso a cada uno de los sitios, donde se brinde seguridad e información pertinente, más las medidas para su protección.

Diseñar una política de promoción turística, del municipio, donde se oferten los sitios de arte rupestre, entre otras alternativas.

La visita a estos tres sitios fue posible gracias a la colaboración de Arcely del Carmen Rodríguez, Carlos Humberto Jaco, informantes iniciales, interesados en proteger y difundir los sitios referidos. La parte logística se llevó a cabo gracias a los ingenieros Marlín Dilenia Ayala, Silvio Morales y la licenciada Cinthia Cristell Jiménez. A la distancia, Alex Darío Rivera y Jorge Federico Travieso, igual interesados en los hallazgos de San Fernando.

Dedico este artículo a mi colega y amigo desde tiempos “normalistas”, José Hernán Montúfar Chinchilla, otra muestra de mi agradecimiento.

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