A Sesenta años de su muerte: El Romanticismo en Lucila Gamero de Medina

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22 de enero de 2023
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12:57 am
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A Sesenta años de su muerte: El Romanticismo en Lucila Gamero de Medina

Lucila Gamero de Medina, pintura de Rolando López Trochez

Nery Alexis Gaitán

La gran dama de las letras hondureñas, según lo expresó Luis Mariñas Otero, y según nuestra apreciación, una de las fundadoras de nuestra literatura, nació en Danlí en 1873 y murió en la misma ciudad el 23 de enero de 1964. Su novela “Adriana y Margarita” se considera la primera novela escrita en el país, propiamente estructurada según el género narrativo.

Se distinguió como miembro del Ateneo de El Salvador y del Comité Femenino Panamericano con sede en Estados Unidos. Como podemos apreciar fue miembro de varias asociaciones literarias de Centro América y miembro de la Academia Hondureña de la Lengua. En 1974, a diez años de su muerte, la revista capitalina “Aportes” le dedicó un número monográfico. En 1994 el escritor Juan Ramón Martínez publicó un libro sobre su vida y obra: “Lucila Gamero de Medina, una mujer ante el espejo”. Su autobiografía fue publicada en la Revista de la Universidad de Honduras, siendo Rector el Dr. Jorge Fidel Durón.

Decimos que fue una de las fundadoras de la literatura hondureña porque desde sus primeros trabajos se percibió en ella un talento creativo propio de los grandes escritores. Y es que en ese momento, finales del siglo XIX, adolecíamos de trabajos narrativos de calidad, solamente abundaban crónicas con sabor periodístico y fue doña Lucila quien empezó a publicar narraciones literarias. Obra publicada: NOVELA: Amelia Montiel (1892), Adriana y Margarita (1897), Páginas del Corazón (1897), Blanca Olmedo escrita en 1900, es a la vez su obra más conocida y la que le dio fama nacional e internacional (1908). Aída (1948), Amor Exótico (1954), La Secretaria (1954), El Dolor de Amar (1955). CUENTO: Betina (1941). En 1997, la Editorial Universitaria publicó sus cuentos completos, recopilación realizada por Carolina Alduvín.

Lucila Gamero Moncada de Medina fue una de las primeras mujeres escritoras de Honduras. Los temas que sobresalen en el argumento narrativo de sus obras son el amor y la familia, pero insertados en un contexto de análisis y crítica del statu quo.

El Romanticismo es quizás el movimiento literario que más evidencia la gama de pasiones y anhelos de los poetas en la búsqueda del amor ideal y la idealización amorosa de la vida y los sentimientos. En él se destaca la importancia del sentimiento y la imaginación en la creación poética y se rechazan las formas y los temas literarios convencionales. De este modo predomina la imaginación sobre la razón, la emoción sobre la lógica y la intuición sobre la ciencia, lo que propicia el desarrollo de un vasto corpus literario de notable sensibilidad y pasión que antepone el contenido a la forma, estimula el desarrollo de tramas rápidas y complejas y se presta a la fusión de géneros y propicia la libertad de estilo. El romanticismo en doña Lucila es la exaltación de los sentimientos, pero en un contexto crítico del status quo en que se desenvuelven sus personajes; no hay en su obra lagrimeo cursi alguno.

Sobre su obra cumbre Blanca Olmedo

El escritor nicaragüense Antonio Medrano dijo: “‘Blanca Olmedo’, libro intensamente vívido y sentido. Libro en que la autora ha puesto alma, pasión, dolor… Libro en que palpita el amor y la vida, que pasan como meteoros que se esfuman… Sus páginas no se leen, se devoran, se viven, se sienten, y nuestras lágrimas las hacen inmortales. Lucila Gamero de Medina está ya consagrada por la gloria”.

Es necesario dejar plenamente establecido la distancia que existe entre la novela María de Jorge Isaacs, que es solo una historia de amor trágico, y Blanca Olmedo, que si bien es cierto en ella hay una historia de amor infausto, trasciende, a nuestro parecer, el entorno romántico y se convierte en una crónica de la desventura que establece la separación clasista de acuerdo a la posición económica. Asimismo harán acto de presencia los señalamientos hacia la religión como cómplice de la alienación de la conciencia y hacia la justicia que se doblega ante el poder del más fuerte. Estos elementos de la realidad serían motivo de trabajo literario por los movimientos artísticos posteriores.

La historia de la novela es trágica, trata de una joven que desea ser feliz aun en contra de un destino que le acecha a cada instante, y que finalmente logra salir vencedora sin importar los obstáculos. Blanca Olmedo es una doncella íntegra, hermosa e inteligente, cualidades que en vez de beneficiarle le perjudican ya que por ello tendrá muchos enemigos que desean e intentan destruirla. Su desgracia empieza cuando pierde los bienes de su familia y pretenden aprovecharse de su desdicha. Afortunadamente su padre se da cuenta a tiempo y logra comunicárselo; tiempo después don Carlos muere agobiado por la desgracia.

Elodio Verdolaga, quien se apoderó de la fortuna del papá de Blanca, es una persona sin escrúpulos que engaña, miente y estafa a cualquier inocente. Es casado, tiene hijos, sin embargo, eso no detiene sus pretensiones de poseer a Blanca. Ejerce el derecho sin tener un título que lo avale y por medio de su perfidia consigue ser juez de Letras.

La protagonista consigue trabajo como institutriz en casa de la señora Micaela Moreno y logra hacerse amiga de su alumna, la señorita Adela. Ella es una adolescente con muchas enfermedades, además la agobia la manera estricta en que su tía la cría. La señora Micaela es una persona muy religiosa y conservadora. Doña Micaela piensa que las diferencias entre las clases sociales existen por voluntad de Dios, según ella las personas de escasos recursos no deben mantener ninguna relación con personas de dinero como ella.

Ahí Blanca se enamora de Gustavo, hijo de doña Micaela, y después de mil peripecias, para impedir su matrimonio el joven es enviado a la guerra. Blanca es expulsada de la casa y muere. Cuando Gustavo vuelve de la guerra se da cuenta de las intrigas de que fue víctima Blanca y le recrimina al cura Sandino y le da una paliza a Verdolaga; luego recrimina a su madre su mal proceder y termina suicidándose al no poder soportar tanto dolor.

Podemos decir que Blanca Olmedo guarda cierto parecido con la escritora, esencialmente en lo que concierne a su perspectiva filosófica y religiosa. A Gamero de Medina le gustaba definirse como “librepensadora”, asimismo, lo hace Blanca Olmedo, el personaje principal de esta obra. La autora y la protagonista parecen profesar una cierta predisposición hacia el panteísmo y realizan críticas muy fuertes frente a la religión católica-romana.

Y aquí deseo detenerme un poco para explicar que el Romanticismo en doña Lucila Gamero, no está emparentado con la expresión facilona, común, trillada o patética en la exposición de sentimientos desligados de un entorno humanista. Al contrario, el romanticismo que doña Lucila cultiva está emparentado con la búsqueda de la felicidad, con la exposición de sentimientos que determinan caracteres humanos reales, con seres fácilmente palpables en nuestra cotidianidad y que se enfrentan a situaciones anómalas, asediados por un entorno limitado, cargado de injusticias sociales y, sobre todo, de dogmas políticos y religiosos que relegaban a los pobres a vivir en la más desastrosa miseria.

Es indudable que en las obras de doña Lucila se encuentra todo un discurrir filosófico, un cúmulo de ideas nuevas, renovadoras y atrevidas que a través de una trama, cuyo tema central es el amor, es capaz de ubicar personajes con necesidades e inquietudes emocionales, espirituales y económicas.

Pero estos personajes no están desligados de una realidad que los obliga a enfrentar situaciones injustas, abusos de todo tipo, represión e intolerancia religiosa. Y aquí es donde reside la maestría de la artista, que nutrida con una formidable corriente de pensamiento, y en la cual ella se concibe como una libre-pensadora, ostenta una amplia visión de mundo que propugna por el afianzamiento de la dignidad humana en todos los ámbitos de la vida.

Mujer inteligente y extensamente leída, doña Lucila entiende el statu quo, el sistema político y social imperante y la explotación de las mayorías que se manifiesta en todos los entornos del quehacer social. De ahí que sus obras sean profundamente humanas, que en ellas se denuncie la injusticia, la explotación, los abusos de todo tipo.

Es singular que ella propone en su planteamiento literario-filosófico el afianzamiento de los valores morales como respuesta ante los ataques de aquellos que han perdido de vista los altos valores de la existencia. Hacer lo correcto, buscar la sinceridad del corazón y del alma, ser fiel a los sentimientos de amor, caridad y generosidad es el único camino permitido para ser una persona de bien. Ese es el frente moral con el cual sus personajes entablan batalla ante el ataque injusto de que son víctimas.

A 69 años de su muerte recordamos a doña Lucila y rememoramos lo valioso de su obra literaria que no debe caer en el olvido.

 

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