VICENTE MEJÍA COLINDRES: SU LÍMPIDO GOBIERNO, A LA LUZ DE ALGUNOS DECRETOS DEL CONGRESO NACIONAL

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23 de septiembre de 2023
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VICENTE MEJÍA COLINDRES: SU LÍMPIDO GOBIERNO, A LA LUZ DE ALGUNOS DECRETOS DEL CONGRESO NACIONAL

Dr. Vicente Mejía Colindres

Óscar Aníbal Puerto Posas

INTRODUCCIÓN

Vicente Mejía Colindres (médico de profesión, orador y escritor; mejor orador que escritor); era intibucano (1876-1966). Fue un hombre bueno en el buen sentido del vocablo. El profesor Miguel Navarro h., en “Lecturas Nacionales”, dice acerca de él: “El doctor Colindres (sic), ha sido quizá el gobernante (sic) más respetuoso a los derechos individuales y políticos que hemos tenido, y que su política ha tendido invariablemente a cimentar la paz pública que es el supremo interés de Honduras”. El diplomático español Luis Mariñas Otero, lo juzga benevolente: “Mejía Colindres recibió todo el impacto de la crisis mundial. Singularmente fuerte en un país de monocultivo como era Honduras, lo que impidió llevar a cabo su programa”. El autor ibérico, continúa narrando el gobierno de Mejía Colindres, así: “En 1930 hubo elecciones para el Congreso, en las que el Partido Nacional perdió la mayoría de que disfrutaba; por obtener ambos partidos igual número de diputados; solo se evitó el conflicto armado por una situación de compromiso entre los dos bandos”.

Fue a mi juicio un hecho único en la historia patria. El Congreso Nacional, fue presidido por un liberal: Santiago Meza Cálix, en tanto los dos secretarios Antonio C. Rivera y Rubén Barahona, nacionalista el primero y liberal el segundo. Gracias al Dr. Vicente Mejía Colindres, hubo convergencia civilizada en el Congreso. Logró el diálogo y el consenso.

El sector más intransigente del Partido Liberal, condenó la actitud del médico intibucano. Al grado que Gregorio Ferrera (1880-1931), se sublevó contra el gobierno (al parecer con el apoyo de una de las compañías bananeras). Fue vencido y muerto en la montaña de Bañaderos. Al final de su mandato, el país estaba descontento. Era lógico que en esas condiciones ganara la oposición y en las elecciones del 30 de octubre; el Partido Nacional, que postulaba de nuevo al general Carías, triunfaba, venciendo al candidato Liberal, José Ángel Zúñiga Huete. Mejía Colindres, aceptó el veredicto electoral. El propio Zúñiga Huete, aceptó resignado, en un principio, el resultado de las urnas. Mi abuelo materno, Antonino Posas, recibió un telegrama que a la letra decía: “Como buenos como leales conformémonos derrota”. Mi madre, Concepción Posas de Puerto, conservaba ese mensaje. El tiempo lo destruyó. No fueron de ese parecer los “mayores de plaza”, iniciaron una sublevación que se extendió por todo el norte y occidente de Honduras. El profesor Gustavo A. Castañeda la denominó: “la Revuelta de las Traiciones”; así se conoce este episodio de la historia de Honduras. Carías lo aplastó; significando el alejamiento del poder del Partido Liberal, durante un cuarto de siglo.

El historiador Mario R. Argueta, dice que “dio importantes proyectos de ley, presentados por el Ejecutivo a consideración del Congreso sin obtener resultados positivos fueron: la Ley de Trabajo y la creación de un Banco Central”. Ninguno de ellos fue presentado en 1931; de ser así, los hubiera encontrado en mis pesquisas. En cambio, di con otros, de suyo interesantes, que consigno en el presente artículo. Algunos de ellos de buena fe. Pero fallidos. No por culpa del gobernante ni del Congreso Nacional; sino porque –“de mala levadura está hecho el hombre”-, como dijo el poeta nicaragüense Rubén Darío. Por una ironía del destino, el hombre al que entregó el poder pacíficamente, lo empujó al exilio. Vivió en Costa Rica, donde fungió como director del hospital público “San Juan de Dios”. Volvió a Honduras al amparo del gobierno políticamente tolerante de Juan Manuel Gálvez. En 1963 apoyó la candidatura del Dr. Modesto Rodas Alvarado. Con tanto denuedo que el Dr. Ramón Villeda Morales, le aconsejó: “No hay que enamorarse de los hombres”. Tres años después del golpe de Estado de 1963, murió en su casa del Barrio El Olvido, en el centro histórico de Tegucigalpa. Alcanzó una edad provecta: 90 años. Nos legó un libro: “Recuerdos del Camino”.

1. ALGUNOS DECRETOS DEL CONGRESO NACIONAL: 1931
Se equivocaron quienes crean que Honduras es la encarnación de todos los males. El Congreso Nacional de 1931, conformado equitativamente por liberales y nacionalistas, legisló inspirado en el bien del país. Con algunos errores que persisten todavía. La creencia -por ejemplo- en que el progreso nacional, se sustenta en la inversión extranjera. Se dieron concesiones, muy generosas, a aprovechados venidos de afuera. Sus nombres y apellidos los delatan. Uno que otro hondureño, lo acompañó en lo que ahora se llama “emprendedurismo”. No crearon empleos en demasía. Hicieron dinero y se fueron. Marco Aurelio Soto, es la figura emblemática del entreguismo de los recursos naturales de Honduras. A los 29 años -como Francisco Márquez- es uno de los presidentes más jóvenes que ha tenido Honduras. Con la diferencia que Márquez fue un patriota y Soto solo se preocupó por aumentar -en forma exorbitante- su patrimonio.

Ahora bien, el Congreso Nacional de 1931, emitió decretos muy bien concebidos en función del progreso nacional. Creó becas para formar el talento joven en el exterior. Aunque, dicha sea la verdad, no se sabe si concluyeron sus estudios o se quedaron afuera disfrutando las bondades de dicho dinero. Hay otros decretos promoviendo la educación pública y el desarrollo y progreso de nuestras poblaciones. Aquí mencionamos unos y otros.

Haremos somera relación de decretos legislativos encaminados a asomarnos al mundo, mediante la participación, a través de hombres ilustres, en congresos internacionales. Hay que admitir que muchos de los decretos legislativos, consistieron en aprobar acuerdos del Poder Ejecutivo. Entre ellos, los referentes a la solución de conflictos limítrofes con Guatemala y Nicaragua. Ahora, no necesariamente en el orden supradicho, abordaremos la temática ofrecida.

2. FOMENTO AL TALENTO
Comprende becas de estudio en universidades extranjeras o colocación de hondureños en el servicio exterior, en agencias y misiones que les permitieran ingresos para frecuentar centros de estudio de prestigio. En este último caso figura:

Esteban Mendoza (1904-1968), quien mediante Decreto Núm. 8 del 2 de enero de mil novecientos treinta y uno, fue nombrado Canciller del Consulado General de Honduras en París. Gracias a ello cursó estudios de Derecho Internacional en la Universidad de La Sorbona. Esteban Mendoza, llegó a ser ministro de Relaciones Exteriores, en los regímenes de Julio Lozano Díaz y también bajo la Junta Militar de Gobierno, que suplantó al primero. Fue miembro de la Delegación de Honduras ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, en el conflicto limítrofe con Nicaragua. Desde la acera de enfrente -Partido Liberal- Carlos Roberto Reina, dijo respecto a él: “Respetamos y admiramos el nombre de Esteban Mendoza. Supo imprimir a sus actos el timbre de la seriedad y la honradez”. ¡Hermoso elogio!

Marco Aurelio Rodas Alvarado. Mediante Decreto Núm. 38 del 13 de enero de 1931, se le otorgó la pensión mensual de doscientos pesos plata, por el término de cuatro años, para que haga estudios de ingeniería en una de las universidades de Boston, Cambridge o Harvard, Estados Unidos de América. “La suma se incluirá en el Presupuesto de Gastos del año económico entrante”. Se ignora si concluyó sus estudios. A juzgar por sus apellidos puede ser hermano del doctor en derecho, Modesto Rodas Alvarado. Patricia Rodas Baca, amén de política, historiadora, tal vez nos puede dar indicios del personaje citado. Si me está leyendo, la excito a ello. Patricia es una dama exquisita. Fue Canciller de la República, durante el gobierno de José Manuel Zelaya Rosales. Al sucederse el golpe de Estado (28 de junio de 2009); ella bloqueó las relaciones para impedir el reconocimiento de Roberto Micheletti. Extraño que no integre el gobierno que preside doña Xiomara Castro. En política los favores se pagan con moneda de cobre.

Andrés Flores M. Mediante Decreto Núm. 137 del 3 de marzo de 1931, se le concedió “al joven Andrés Flores”, por el término de seis meses una pensión de sesenta dólares mensuales, para que continúe sus estudios de aviación en el Greer College de la ciudad de Chicago, EE. UU. Se ignora si alguna vez surcó los cielos.

Carlos Alfonso Cabrera. Mediante Decreto Núm. 82, emitido el 18 de febrero de 1931, se concede el referido ciudadano la subvención de doscientos (200) pesos plata “para que haga estudios de perfeccionamiento en Economía Política y Finanzas, durante dos años en la Universidad de Montevideo, República Oriental del Uruguay”. Se ignora si hizo tales estudios o si simplemente fue de paseo a Montevideo.

Herminia Rosales. Mediante Decreto Núm. 210. Se le concedió a la señorita Herminia Rosales, la pensión mensual de cien (100) pesos oro, para hacer estudios de perfeccionamiento en “trabajos manuales y pintura” en Estados Unidos de Norte América. Ella es una figura anónima en el arte nacional.

Salvo el doctor Esteban Mendoza, que no fue becario, sino funcionario, todos los arriba mencionados no rindieron ningún beneficio, posterior a sus estudios, a Honduras. Al respecto, cabe contemplar dos escenarios: a) no concluyeron sus estudios; y, b) los concluyeron y se quedaron viviendo en el país al que viajaron. En ambos casos, incurrieron en fraude a la Nación. ¿Tendrían aptitudes para realizar sus emprendimientos intelectuales? ¿Pasaron por un proceso de selección? Son interrogantes que quedan sin respuesta.

3. DE CARA AL MUNDO
El país estuvo representado en muchos congresos internacionales. Ante la carencia de expertos, se delegaba esa función en nuestros representantes diplomáticos en el país en que se realizaba el evento. No siempre el tema abordado estaba al alcance cognoscitivo de nuestros embajadores. Pero no podíamos dejar de asistir. Honduras, tenía que darle su cara al mundo. Veamos algunos casos:

XIV Sesión de la Conferencia Internacional del Trabajo, Ginebra 1930. Nos representó el insigne hombre de letras Froylán Turcios (1874-1943), a la sazón encargado de negocios en París. No era el hombre indicado. Se abordaron tópicos ajenos a su interés. Pero, debe haber actuado de acuerdo a las circunstancias, dado su proverbial cortesía y don de gentes.

Primer Congreso Internacional de Microbiología. Se reunió en París. Nos representó el doctor J. Inés Rápalo. Era el cónsul general de Honduras en Hamburgo. No creo que haya salido del apuro en puente de plata, como dicen los refranes españoles y menos de oro, como en los dichos alemanes, sino de modesto ladrillo. Probablemente no habló. Es decir, no hizo el ridículo. Como ellos hay otros casos. No los contamos por economía de espacio y púdico respeto a sus memorias. Si bien hubo excepciones honrosas, el Dr. Wilson Popenoe, director de la Estación Experimental de Lancetilla, nos representó en la Conferencia Forestal de Agricultura e Industria Animal, celebrada en Washington. Él cubrió sus gastos. Nadó en sus aguas.

4. APOYO AL DESARROLLO
El gobierno del Doctor Mejía Colindres, se inclinó a favorecer el desarrollo económico, social, educativo y sanitario de Honduras. En tal sentido, realizó obras magníficas: la fundación del Hospital Santa Teresa en Comayagua; la reparación de las escuelas “Lempira” y “Argentina” en Comayagüela. El Congreso Nacional, luego de profundas discusiones respecto al nombre que debía llevar nuestra moneda, creó nuestra unidad monetaria: el Lempira. Favoreció a pequeños municipios y aldeas lejanas, mediante la construcción de escuelas, caminos (no carreteras; los recursos eran exiguos); cabildos y llevó la telegrafía a municipios remotos: Tomalá, Talgua y La Campa, del departamento de Gracias (hoy Lempira). Eran municipios, entonces incomunicados con el resto del país. En sus nobles propósitos contó con el apoyo de su propio partido: el Liberal y también de la bancada del Partido Nacional. Influye, sin duda, que el doctor Mejía Colindres, no los vio como enemigos, sino como hondureños que pensaban de manera diferente. Y todo esto con un presupuesto exiguo: dieciséis millones quinientos sesenta y ocho mil seiscientos once pesos con sesenta y seis centavos ($16.568,611.66).

5. INVERSIÓN EXTRANJERA Y DEL CAPITALISMO CRIOLLO
El Dr. Vicente Mejía Colindres, cual sus antecesores, aprobó las leoninas contratas con las compañías bananeras. En la selección de su gabinete cometió el error -o cedió a presiones- de colocar como ministro de Crédito Público, al Dr. Céleo Dávila, abogado de la United Fruit Company, en Honduras y en Costa Rica. Obviamente, no hizo gestión pública a favor de la “United Fruit”; pero las favoreció bajo las sombras. El abogado público de ellas fue José María Casco, quien acumuló una riqueza inmensa. Sus herederos no la supieron cuidar con el suficiente celo. Tal vez ocurrieron circunstancias que ignoro. El abogado Casco, patrocinó a capitalistas criollos: Emilio Montiel y Yanuario Landa Blanco, entre otros. No eran inversionistas intrépidos. Se limitaron a pedir concesiones al Estado para producir cervezas y gaseosas, en el caso de don Emilio Montiel, vecino de Amapala y para la instalación de un molino de harina, en el caso de don Yanuario Landa Blanco. Don Yanuario es todo un personaje: firmó la Constitución de 1936 que permitió el continuismo del general Tiburcio Carías Andino, durante 16 años, como diputado por el departamento de Cortés. Hecho que no le abona ningún prestigio. Pero fue un caballero atildado. Árbitro de la elegancia en Tegucigalpa sobre todo en los años 40 y 50. Educó a sus hijos con esmero. Dos de ellos destacaron: Nora, la primera mujer periodista profesional de Honduras con estudios en una prestigiosa universidad norteamericana. A su regreso su padre le ayudó a fundar un diario, de fugaz duración. Norita, a su belleza no aunaba el talento empresarial de su progenitor. Erlinda Landa Blanco de Bonilla, se inclinó a la vida política, militó en el Partido Liberal (opuesto al de su padre) y como éste firmó la Constitución de 1957, en un clima político muy diferente. Salvo prueba en contrario, es el único caso en nuestra historia que padre e hija hayan firmado sendas constituciones. Las opciones políticas no separaron el afecto filial. Don Yanuario amó los viajes y tenía los recursos económicos para hacerlos. A su regreso, escribió sus crónicas. No como Enrique Gómez Carrillo (no fue esa su pretensión). Pero demostró que además de dinero, tenía intelecto. Tuvo una larga vida. Al final se convirtió en rentista. Construyó -aledaño al Barrio La Fuente- un bello edificio que lleva sus apellidos. Le dediqué tantos renglones a don Yanuario, porque representa lo que debe ser un burgués. Además de atesorar riqueza, debe absorber conocimientos y tener buen gusto.

El Dr. Darío Montes, fiscal general de Honduras. El abogado Darío Montes fue gloria y prez del Foro hondureño, el Congreso Nacional mediante Decreto Núm. 31, de 9 de enero de 1931, le confirió el honroso cargo, sustituyendo, al también togado, don Timoteo Chirinos, que vacó por terminar su período legal. El Congreso Nacional, actuó de conformidad al Art. 92, atribución 37 de la Constitución de 1924. Lo curioso es que el Dr. Darío Montes era liberal y sustituía al Dr. Chirinos, nacionalista. El Congreso Nacional, integrado por dos alas con el mismo número de diputados. sabía negociar; no digamos “cabildear”. Es quitarle belleza al español.

La Federación Obrera Hondureña, pretendió crear una colonia agrícola en La Mosquitia. El 15 de marzo de 1929, la Federación Obrera Hondureña (FOH), fundada, según Víctor Meza (1945-2022), el año 1921, a través de su representante legal, Sr. Encarnación Martínez, secretario general de la FOH, concertó con el Poder Ejecutivo, el Acuerdo No. 1212. En este acuerdo se puede apreciar la amplitud de miras del presidente Mejía Colindres. La FOH se proponía una contrata con el Poder Ejecutivo sobre un área de 100,000 hectáreas de terreno para fines agrícolas patrimoniales, “para todos los trabajadores hondureños, aunque no sean obreros o campesinos agremiados”. Mejía Colindres consideró que la obra que se proponen llevar a cabo los miembros integrantes de la Federación Obrera Hondureña merece especial atención de parte de los poderes públicos, por su propósito de progreso para el país. El presidente de la República. Acuerda aprobar en todas sus partes la contrata con el Gobierno. Previo a ello, el fiscal general de la República pidió la aprobación del fiscal general de Hacienda. Este acuerdo es útil como material de lectura a sociólogos e historiadores. Las tierras (100,000 hectáreas), no estaban situadas solamente en La Mosquitia hondureña, comprendían también al norte “terrenos particulares del distrito de Catacamas, Olancho y Colón hasta la desembocadura; al sur, margen derecho del río Patuca; al este el mar Caribe y La Mosquitia y al oeste terrenos particulares y confluencia del río Guayambre, hasta completar las 100,000 hectáreas”. “El mencionado terreno declárase destinados para lotes de familias, según lo manda la Ley Agraria y el Código de Procedimientos Agrarios. La FOH pone la vista en la riqueza forestal: “Maderas preciosas, duras, tintóreas, plantas medicinales y textiles” y demás elementos del suelo que será explotado por “El contratante” (la FOH). Pero de esa explotación “se abonará al gobierno el 25% como participación y por la fundación de un “Banco Agrícola Obrero de la República”. Dudamos que toda esta iniciativa haya surgido de don Encarnación Martínez y demás miembros del Comité Ejecutivo. Tras ellos estaba Arturo Martínez Galindo (1903-1940), uno de los cerebros más lúcidos que ha producido Honduras. Figuró entre los asesores de la FOH. Desgraciadamente, el Congreso Nacional, impidió el acuerdo del Poder Ejecutivo, mediante el Decreto Núm. 64 del 3 de febrero de mil novecientos treinta y uno. Que el lector repare cuál fue la actitud del presidente Vicente Mejía Colindres. La FOH, quiso hacer en Honduras un Estado obrero. Semejante a lo que hicieron los mormones norteamericanos, construyendo -en área desierta- el hoy próspero Estado de Utah. El doctor Mejía Colindres estaba de acuerdo. Él siempre fue afín al progresismo social, desde una óptica moderada.

Un decreto humanitario. El Decreto No. 48, eroga la suma de dos mil (2,000.00) pesos americanos que pagarían al señor don Manuel Ramírez, miembro de la Asociación de Prensa Hondureña, “para atender los gastos que comprende su curación en el exterior”. Ello ocurrió el 19 de enero de 1931. Manuel García, mejor conocido como “El atrevido Garzón”, fue el padre del intelectual hondureño Dante Gabriel Ramírez. El decreto habla de su filiación a la APH. Fundada en el gobierno del Dr. Vicente Mejía Colindres (1929-1933). Se eclipsó durante “el cariato” (1933-1948) y revivió en la administración del doctor Juan Manuel Gálvez (1949-1954). En su renacimiento, jugó un papel destacado Céleo Murillo Soto (1911-1966), quien la presidió durante varios períodos y en una de sus gestiones se construyó la Casa del Periodista. Igualmente humanitario -y con el mismo propósito de búsqueda de salud en el exterior- fue el Decreto en favor del profesor Miguel Morazán. Juan José Arévalo, expresidente de Guatemala, en su libro: “La inquietud normalista”, coloca en un sitial muy alto el magisterio de Miguel Morazán (véase Decreto Núm. 50 de 28 de enero de 1931).

En busca de petróleo. Mediante Decreto Núm. 216, se concede el derecho no exclusivo, a don Manuel Ugarte, para catar y cavar en tierra de cualquier dominio, en los departamentos de Cortés, Atlántida, Yoro, Colón y territorio de La Mosquitia, buscar petróleo, carbón mineral, nafta y demás carbonos, que puedan existir en el interior de la tierra. Don Manuel Ugarte, no encontró petróleo. Mi infancia y primera juventud transcurrió oyendo la leyenda que en Honduras hay petróleo. Por fortuna no es cierto. Cuya inexistencia nos libró de mayor dominio extranjero.

Desautorizando por inexacta, la declaración sobre límites contenida en conferencia dictada en Washington, por el doctor Ernesto Argueta. Mediante Decreto Núm. 213 del Congreso Nacional, se desautoriza por inexacta, la declaración sobre límites de Honduras, contenida en el segundo párrafo de la Conferencia escrita dictada en Washington el 7 de diciembre de 1930, por el señor ministro plenipotenciario, Dr. don Ernesto Argueta. Ernesto Argueta Ayes, progenitor del fecundo historiador Mario R. Argueta (autor de 29 libros); tuvo mejor fortuna que nuestro inmenso polígrafo Rafael Heliodoro Valle, quien por un yerro análogo fue inmediatamente destituido de su cargo de embajador de Honduras en Washington. A no dudar, Vicente Mejía Colindres, era mejor gobernante que Julio Lozano. Heliodoro Valle, despedido de manera humillante, mediante cablegrama en 1956, se sumió en tanta tristeza, que tres años después murió en México. Su viuda, Emilia Romero, guardó siempre rencor a Honduras. Inmerecido, los hondureños no fueron consultados sobre lo que decidieron un dictador y su canciller, Esteban Mendoza; notable hombre, que esta vez se equivocó.

6. DRAMATIS PERSONAE
Los diputados del Congreso Nacional, en el gobierno del Doctor Vicente Mejía Colindres:

EL CONGRESO NACIONAL
DECRETA:
Artículo único. Clausurar sus sesiones el día de hoy.
Dado en Tegucigalpa, en el Salón de Sesiones, a quince de abril de mil
novecientos treinta y uno.
S. Meza Cálix,
Presidente

R. Alvarado Romero
Guillermo Campos
Abraham Williams
Felipe Reyes
M. Sánchez
Rob. W. Stanley
Antonio R. Varela
Eulogio Galeano Trejo
Tito López Pineda
V. Callejas
Arturo R. Collart
Felipe M. Ortiz
L. Moncada G.
S. Cervantes
N. Colindres Zúñiga
G. Reyes
Lorenzo J. Vásquez
Ant°. Madrid
Pastor Gómez h.
D. Díaz Medina
Juan Raudales P.
A. Brown F.
Abel Gamero
J. M. Zacapa
Jesús María Rodríguez h.
M. P. Batres
Miguel A. Cruz Z.
Horacio Padilla
Julio Lozano h.

Ant°. C. Rivera, Rubén Barahona,
Secretario Secretario

Al Poder Ejecutivo.
GABINETE DE GOBIERNO, ADMINISTRACIÓN VICENTE MEJÍA COLINDRES

El subsecretario de Estado encargado de los despachos de Gobernación, Justicia y Sanidad, Salvador Zelaya.
El secretario de Estado en el Despacho de Guerra, Marina y Aviación, José Mª Ochoa Velásquez.
El secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Exteriores, Jesús Ulloa.
El secretario de Estado en el Despacho de Hacienda y Crédito Público, Céleo Dávila.
El secretario de Estado en el Despacho de Fomento, Agricultura y Trabajo, Salvador Corleto.
El secretario de Estado en el Despacho de Instrucción Pública, Ricardo Pineda Galindo.

BIBLIOGRAFÍA
1. República de Honduras, “Decretos del Congreso Nacional 1931”, Tipografía Nacional, Tegucigalpa.

2. Argueta, Mario; “Diccionario Histórico-Geográfico Hondureño”, Editorial Universitaria, No. 29, Tegucigalpa.

3. Mariñas Otero, Luis; “Honduras”, Editorial Universitaria No. 6, Tegucigalpa.

4. Meza, Víctor, “Historia del Movimiento Obrero Hondureño”. Editorial Guaymuras, Julio 1981, 2ª reimpresión, Tegucigalpa.

Tegucigalpa, M.D.C., 14 de septiembre de 2023

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