La mente dividida de Kalton Bruhl: o quizás el cuerpo, una interpretación libre y alegórica

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3 de diciembre de 2023
/
12:42 am
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La mente dividida de Kalton Bruhl: o quizás el cuerpo, una interpretación libre y alegórica

Josué R. Álvarez

La mente dividida es una novela del 2011, escrita por Kalton Bruhl, que propone el tema de la dualidad dentro del mismo cuerpo, es quizá una buena reescritura de Doctor Jekyll y míster Hyde. Navega más o menos por los mismos tópicos, y en concreto la situación es la misma: un hombre bueno, que es capaz de lo peor, bajo unas especiales circunstancias.

La moral y la química
Jeff, un profesor universitario de filosofía de pocas habilidades sociales, y un fracaso con las mujeres, recibe un diagnóstico terminal. Una voz, que se hace llamar Fred —por Nietzsche— se le aparece de la nada para decirle que deje el tratamiento, y le ofrece cambiarle la vida. Así sucede, pero a cambio de eso lo obliga a cometer crímenes.

La voz nunca se explica muy bien qué es ni de dónde viene. Al hacer el contrato ficcional con la novela, el lector tiene que conformarse con saber que esa voz existe, y que no sabrá más. En la última parte de la novela se aclaran algunas características del ser dueño de la voz, pero no se va mucho más allá. Y, honestamente, no es necesario. Es como aceptar una pareja cuyo pasado tenemos prohibido conocer. ¿Inquietante no?

Con el ánimo de hacer glosa —obviando la voluntad de Bruhl, porque no es una obra alegórica—, esa voz se puede interpretar como eso, ese contrapeso que, normalmente difiere, de nuestro consciente moral. ¿Se nos está proponiendo que la moral es solo consciente? Eso está más ligado a nuestra composición química: «Yo me alimento de tus pensamientos y emociones, bueno, tal vez no precisamente de ellos, sino de las hormonas que se liberan en el momento en que tu cerebro los produce» (pág. 37), como si el cuerpo pidiera algo, pero la moral se lo negará.

Por momento pareciera que Bruhl nos habla de ese pedacito de pastel en el refrigerador, que es tan tentador, pero prometimos que haríamos dieta. Se nos agua la boca, y también la conciencia. ¿Ese control sea probablemente lo que haga del ser humano un ser humano?

Jeff es un personaje que se maneja en extremos: o es la bestia o es el superhombre —epígrafe de la novela—. Si se lo piensa desde una construcción novelística, hay una transformación, y a pesar de lo extremo que es y de lo breve de la novela, hay suficiente tiempo para disfrutarlo.

Del singular al plural, y luego al plural
Desde el punto de vista narrativo hay que decir que contar desde la dualidad es una ardua labor. Es una novela en tercera persona, en la que, salvo en algunos momentos, el punto de vista está anclado en Jeff.

Las formas de referirse a Jeff se van alternando entre el singular y el plural, según sea la acción que ejerce Fred sobre él: «Ese mismo día por la tarde visitaron —primera persona plural— a un concesionario de vehículos y pagaron el depósito para un deportivo descapotable» (pág.27), aquí se usa el plural porque esta acción es impulsada por Fred, en cambio en la acción: «Jeff condujo —primera persona singular— durante horas para alejarse de la ciudad» (pág. 44), es una voluntad de Jeff.

En el asesinato de Samanta —una de las víctimas— el narrador nos lo cuenta así: «Jeff trató de retirar su mano, pero esta no le respondió» (pág. 43), es decir, que se propone a Fred como una fuerza oculta. Lo que calza mejor con la esencia de la novela. Este elemento es digno de un análisis mucho más amplio que este breve comentario.

En general se puede afirmar que es una buena novela, poco pretenciosa, se disfruta y propone temas que abarcarían unas cuantas horas de sobremesa. ¿Quién no se ha pasado horas cuestionándose sobre la naturaleza humana?

Bibliografía
Bruhl, K. H. (2011). La mente dividida. Massachusetts : Casasola.

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