VENUS IXCHEL MEJÍA, POETA DE SINGULARES ACENTOS

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4 de febrero de 2024
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12:47 am
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VENUS IXCHEL MEJÍA, POETA DE SINGULARES ACENTOS

(1979). Poeta, narradora, editora y docente. Licenciada en Letras por la UNAH y Máster en Lengua y Literatura Hispánica por la UNAN-León. Cofundadora de la Editorial Ixchel en 2012. Catedrática en la UNAH. Ganadora del primer lugar en el certamen de narrativa breve: “Julio César Anariba” 2017. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, francés, italiano, tamil, mandarín y garífuna.

Su obra publicada es, POESÍA: Ad Libitum, Editorial Ixchel (2012), Venus [in] Victa, Editorial Ixchel (2016), Manifiesto de la mujer lobo, Goblin (2018), Asilo de pájaros, Malpaso/Ixchel (2022), Talasofilia, Editorial BGR, España (2023), Entelequias (2023).

Su poesía es un canto a la naturaleza, al mar. Reivindica la validez del mundo interior; alude al amor en plenitud, la vida que pasa, la valoración del momento; recuerda el paso decadente de la muerte.

I

Mar:
laberinto líquido, obituario del tiempo;
acorde de sal,
sintaxis de espuma.

Su rumor trasiega el origen del mundo.
contiene el idioma del abismo,
el parto del cielo.

Guerra que apacienta.
Sinfonía continua que sigue inédita,
un solo cuerpo multiplicado
en la comunión del agua.

Me dejaron al nacer
a la orilla de un río de asfalto.
Desde entonces, te sueño
como se sueña el fin del mundo
en el inicio del alba.

Al otro lado del humo y la ira del concreto
me has esperado.

Signos caen desde el discurso
furibundo del grifo
sobre la selva entumecida del fregadero.

Hijos de la espuma,
te soñamos,
–desde los escombros de la tierra
donde fuimos abandonados
por un cosmos invadido de tropos atávicos–
alfabeto húmedo de peces,
silueta alada del agua.

II

Vivo
porque el tiempo escribe cartas a la muerte
sobre mis días.

Somos tiempo:
Tiempo que sueña el instante.

No existe la pureza
en las moléculas de su tinta.
Cada ola es un instante
que nos deja su sedimento.
Me aferro al cadáver del día.
A veces mis años
son un alud de cortejos fúnebres.

Al nacer,
el tiempo celebró esponsales
con mi muerte.

DESIDERIUM
Sostengo mis palabras
frente a la violencia del aire.

La voz se eleva.
Los adjetivos son olas gimnásticas;
se multiplican, se ensanchan
hasta formar un silogismo de espuma
en la intención del agua.

Nada resume al cielo
como un mar de palabras.

De pronto, el mar enmudece.
Pierde sus signos de guerra
a la altura de la marea.
No hay olas,
solo constelaciones en una bruma
de lisiados arpegios vocales.

Nadie puede oírnos,
mientras el océano se desintegra
frente al cielo.

SOLIPSISMO
Salgo del mundo a las 11:30 pm,
sacudo las pavesas de mi máscara
y entro,
después de los rituales
y de una acostumbrada cefalea,
al laberinto de cada noche
que me recibe
con un saldo pendiente
de mi propia existencia.

A las 12 ya puedo ver
el cadáver del día
en toda la magnitud de su rigor mortis.
Lo lloro.
Junto mis manos
y suplico, como todas las noches,
el perdón por mi pecado original.

(Hay formas tan extrañas de morir,
sobre ordenadores,
sobre lavaplatos,
sobre almohadas llenas de escombros)

Es casi macabro
pero duermo junto a los libros más amados como
amantes ignorados
y junto al bolígrafo
único artefacto capaz de romper
este oscuro velo sobre mi fotografía.

INCONCLUSA
Así me encontrará la muerte:
sin un epílogo,
sin una cadencia.

Apresuraré un desenlace
a mi impotencia cotidiana,
daré la última mordida al vientre de la esperanza
por no haberme dado el hijo que esperaba.

A punto de revelar todos los misterios contenidos
en una lágrima,
en pleno boceto del pájaro de la risa,
inconclusa,
como todo lo que he recibido de esta vida.
Nada dura un concierto de guitarra,
nada puede ser escrito en dos palmas.

Solo podré improvisar dos alas
para el abismo que me espera,
para ese umbral eterno hacia la nada.
La vida me infectó de una intermitencia que nunca quise
y que siempre traté de vestir con palabras.

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