Sobrevivir a la mutilación genital femenina: mucho más que una cuestión física

MA
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7 de febrero de 2024
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08:30 am
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Sobrevivir a la mutilación genital femenina: mucho más que una cuestión física

Foto archivo. Mutilación Genital Femenina. EFE/ Mariscal

Madrid.- Las mujeres que sobreviven a la mutilación genital femenina se enfrentan al reto de la recuperación física, pero también a la necesidad de conseguir emanciparse, ser mujeres autónomas que no dependan económicamente de sus maridos y que puedan proteger a sus hijas para evitar que sufran la misma violencia.

Según un estudio elaborado por la Fundación Wassu-UAB y promovido por la Delegación del Gobierno español contra la Violencia de Género, se calcula que en España más de 3.600 niñas menores de 14 años se encuentran en riesgo de sufrirla, fundamentalmente las que proceden de países como Nigeria, Senegal, Gambia, Guinea o Ghana.

Las organizaciones que trabajan con supervivientes de la mutilación genital buscan evitar que las niñas sean sometidas a estas prácticas en sus países de origen, pero trabajan también con sus madres -víctimas a su vez de este tipo de violencia- para darles las herramientas que les permitan ser independientes y entender los riesgos de esta práctica.

Con motivo del Día Internacional de Tolerancia Cero con la Mutilación Genital Femenina, la Unión de Asociaciones Familiares (UNAF) celebró este miércoles en Madrid la XIII Jornada Internacional contra la Mutilación Genital Femenina en la que expertas en la materia debatieron sobre cómo ayudar a las supervivientes.

María José Bielo Bitá, técnica de la asociación ‘Save a Girl, Save a Generation’, destacó que uno de los grandes retos es lograr emancipar a las mujeres que pasaron por una mutilación genital.

“La mayor parte de estas mujeres dependen de sus maridos porque llegan a España gracias a la reagrupación familiar, y muchas de ellas sufren violencia y abusos, pero no se atreven a denunciar porque dependen administrativamente de los hombres”, lamentó.

En el mismo sentido, la mediadora intercultural del Área de Culturas, Géneros y Sexualidades de UNAF, Koumba Sylla, denunció que son muchas las violencias que sufren las mujeres víctimas de mutilación. “Muchas quieren salir a estudiar, a aprender el idioma, pero no tienen con quién dejar a sus hijos”.

Hacen falta más plazas en las escuelas infantiles y políticas de conciliación que ayuden a estas mujeres, reivindica.

“La educación y la información son muy importantes para estas mujeres, porque las pueden transmitir a sus hijas, hermanas y familiares. La mutilación genital femenina está en manos de las mujeres, no de los hombres, y podemos pararlo”, subraya la presidenta de la Asociación Mujeres de Guinea Conakry de Madrid, Fatoumata Diaraye Diallo.

Así, concluye que “lo primero es educar a las madres para que puedan sacar adelante a sus hijos y defenderles”.

Para Sylla, una vez que las mujeres consiguen empezar a trabajar, aunque solo sean unas horas al día, se empiezan a ver avances muy grandes, porque se van a convertir en personas autónomas, con dinero propio.

Y con esa independencia y autonomía para estudiar y formarse, las mujeres logran sensibilizarse sobre lo que supone la mutilación genital femenina, sus riesgos y consecuencias y ésta es la única forma de evitar que repliquen esa violencia en sus hijas.

Porque la obligatoriedad de acudir al pediatra antes y después de un viaje de vuelta a su país de origen y el hecho de que tengan que firmar por escrito que se comprometen a no realizar esta práctica a sus hijas no es -a juicio de estas expertas- garantía de nada.

“Los padres las llevan a su país, realizan la mutilación y las dejan allí en lugar de traerlas y enfrentarse a las consecuencias legales de lo que han hecho. Y esas niñas sufren mucho”, denuncia.

Así, todo pasa por la sensibilización, que ellas mismas y sus maridos se den cuenta de las consecuencias de esta práctica, y no lo repitan con sus hijas.

Y en este camino, reivindicaron la figura del mediador intercultural que trabaja junto con los servicios sociales para facilitar la comunicación con las supervivientes. EFE

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