Iriona, un paisaje multicultural escasamente valorado

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3 de marzo de 2024
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Iriona, un paisaje multicultural escasamente valorado

Rubén Darío Paz (*)

Iriona, es el municipio localizado en el extremo oriente del departamento de Colón, cuenta con una extensión de 3,986.87 kilómetros cuadrados, superado únicamente por Puerto Lempira en Gracias a Dios y Catacamas en Olancho. Se extiende sobre la llanura costera del Caribe, donde se distingue la amplia cuenca del río Tinto o Negro. En su diverso paisaje geográfico, se visualizan riachuelos, lagunas, barras profundas, amplias playas de arena blancas, sin infraestructura. En la alta montaña, bosques latifoliados con flora y fauna exuberantes, que también forman parte de la zona de amortiguamiento de la Reserva de la Biosfera del Río Plátano, amenazada por diversas actividades agrícolas, pastoreo vasto entre otras, sin que, a la fecha, existan planes de prevención y manejo ambiental responsable de los recursos. El Estado hondureño ha sido cuestionado por el mal manejo de la Reserva de la Biosfera del Río Plátano.

Un lenguaje peyorativo, constante en informes oficiales
Como producto de la presencia de misioneros religiosos, que se adentraron en la costa Caribe, en las últimas décadas del siglo XIX. De mucha incidencia se recuerda al sacerdote claretiano Manuel de Jesús Subirana, que, al visitar esas poblaciones en 1857, expresó “a excepción de Trujillo, esos pueblos no habían tenido atención alguna, ya porque los habitantes están muy remotos, ya porque son muy pobres y es preciso hacerles todo gratis”. De varios informes que se enviaron para esas fechas al gobierno de turno, se describe que los indios y morenos que evangelizó Subirana vivían aún en condiciones primitivas y así lo dejó percibir Casto Alvarado “Los caribes son más sociables, menos salvajes y más trabajadores que los sambos. Los caribes viven medio vestidos, mientras que los sambos van enteramente desnudos, aunque suelen llevar un braguero o refajo de cáscara de hule. Los sambos poseen una vaca o un caballo y algunos hasta doscientas cabezas de ganado, al revés de los caribes que no poseen absolutamente nada. Unos y otros son idólatras y polígamos. (…) Los sambos estaban enojados con “El Santa Misión” porque les había quitado las fiestas del Surin, con que aplacaban a sus muertos. La poligamia la suelen practicar casándose con dos hermanas que tienen en una misma habitación, y hasta llegan a tener dos o tres parejas en esta misma condición deplorable. Entre ellos no se conocen más que tres delitos”. Son numerosos los informes, en los que caribes e indios, se describen desde un discurso neo colonizador. No queda duda que muchas practicas originarias fueron prohibidas e incluso perseguidas. A la fecha poco se conoce de las fiestas del Surin, pero sí tenemos relatos del Siskru –Tara, que, a pesar de las prohibiciones de los pastores Moravos, se sigue practicando. Siempre en el Primer Anuario Estadístico, citado anteriormente, el padre Vallejo, escribió sobre Iriona “Su población es pequeña, razón por lo cual, la municipalidad que se había creado en años anteriores ha sido suprimida. Sus habitantes, con pocas excepciones son morenos y muy negados al trabajo. La generalidad vive en la vagancia a pretexto de que están dedicados a la extracción del hule y la zarza, de que suelen llevar a Trujillo algunas pequeñas cantidades: son muy afectos al licor, desobedientes a la autoridad y propensos al orden, según consta en documentos oficiales”.

En Iriona predomina lo rural
Varios investigadores señalan que Iriona, es un término de origen misquito y significa “una espina”. Desde informes municipales, se distinguen las aldeas de: Ciriboya (nombre de un río, Ciibuya en garífuna), Cusuna (nombre del pescado “dormilón” en garífuna), Iriona Viejo, Punta de Piedra, San José de la Punta, Sangrelaya, Tocamacho, “take a macho” (por lo escabrosidad de este tramo “toma una mula”). Paya, Las Champas y Sico. Las primeras ocho, se encuentran frente al mar y es en Iriona Puerto, al margen derecho de la profunda Barra de Sangrelaya, donde se encuentra el Palacio Municipal, donde anteriormente funcionó transitoriamente el Puerto Buchard.

Es importante mencionar que el departamento de Colón se creó en diciembre de 1881, Vallejo nos ilustra sobre la Comarca de la Mosquitia. “en 1882 se nombró una comisión para que recorriera y estudiara La Mosquitia, desconocida hasta ese entonces. La comisión nombrada en cumplimiento de su deber, dio al Gobernador Político un detallado muy minucioso informe sobre el estado social de los habitantes de estas extensas comarcas, y manifestó que La Mosquitia, para ser bien gobernada debía dividirse en tres distritos. Distrito 1· Desde la margen derecha del Aguán hasta la izquierda del Río Negro o Tinto” Iriona, fue la Cabecera del referido distrito.

Iriona, llegó a tener mucha importancia en el “tiempo del banano”, al grado que fue considerado como el lugar de más importancia y centro de sub-administración de toda La Mosquitia. Significa que Iriona se convirtió por muchos años en el punto de ingreso y salida, a una extensa región con escaso desarrollo.

Es indicador señalar que en el extenso territorio de Iriona, se encuentran 175 caseríos dispersos, de sumo interés, incluso desde sus nombres: El Castillo, El Ñato, Embarcadero, Jardines de la Sierra, Las Lomas, Las Marianas, Las Niguas, Los Naranjos, Marañones, Nueva Esperanza, Yaguas, Nueva Santa Bárbara, Río Miel, Celea, Sambita, Hicoteas, Prisión Verde, La Joaquina y Cayo de Iguana entre otros.

A lo largo de la costa Caribe, se observa la típica aldea garífuna, casi siempre protegida con altas palmeras de coco, como para protegerse de vientos y tempestades. El conglomerado se define por una calle principal arenosa, donde predomina el edificio de la iglesia católica, a veces una placita para actividades diversas, lo que no hace falta es el Centro comunal, donde se llevan a cabo reuniones y fiestas. La vivienda distintiva garífuna poco a poco ha sido reemplazada, es manifiesto el hecho que cerca de las “nuevas construcciones”, se conserven las antiguas cocinas, de bahareque, piso de tierra, con techo de palma a dos aguas. En los últimos treinta años se advierten construcciones de bloque, ladrillo, zinc y asbesto, algunas con estilos y colores de inaudita belleza. Sería oportuno profundizar como “las remesas” y otras actividades han transformado el paisaje local.

Aunque tengamos paisajes impresionantes próximos al mar, la falta de servicios básicos, la carencia de condiciones higiénicas y escasas fuentes de ingreso, nos devuelven a la realidad. Se evidencia una economía de subsistencia, basada en la pesca, se produce maíz, frijoles, plátano, coco, camote y yuca más para el sostenimiento familiar. Con apoyo de algunas instituciones se han logrado algunos emprendimientos para mujeres, como la elaboración de panes de coco, camote, yuca. No olvidemos, que la mujer garífuna, también trabaja en actividades agrícolas, sus huertos, casi siempre lucen sembradíos de yuca amarga. Algunos jefes de familia, elaboran tambores, maracas, guitarras, bateas, cedazos, atarrayas, remos y cayucos.

El cazabe, la machuca y el guifity, se han convertido en referentes identitarios garífunas. Respecto a la elaboración del cazabe o areba, son oportunas las consideraciones de Nancie L. González “A lo largo de todo el Caribe y desde tiempos remotos, pueblos no garífunas han exprimido a través de una tela blanca ordinaria la mandioca rallada en planchas metálicas y hoy se hace en fábricas que la comercializan localmente y en Estados Unidos. Pero en ningún otro lugar; fuera de algunas áreas de las tierras bajas de Sudamérica, tiene el significado ritual y étnico que le han dado los garífunas” . La machuca, es otro de los alimentos frecuentes en el mundo garífuna, se trata de plátanos verdes y maduros cocidos a fuego lento, posteriormente se pasan por un mortero, se apilan hasta formar una macilla pegajosa a las que se le agrega sal y agua si es necesario. Al momento de desgastarlo se pueden servir en “bolitas”, de preferencia para acompañar sopas de pescado. El gifiti o guiffity (amargo) es una bebida frecuente en las comunidades garífunas, comentan que esta bebida ayuda a sanar diferentes malestares gracias a sus ingredientes que incluye hierbas, cáscaras y raíces, la composición es variable de acuerdo a cada comunidad. Lo que no debe faltar en un buen guifity es “Pimienta Gorda, Pericón, Anís, Palo de Hombre, Contrigo, Manzanilla, etc. Inicialmente tenía un carácter “medicinal”, con el tiempo se le agregaron guaro o ron. Se sigue utilizando en rituales o en simples convites. La Honduras profunda, necesita de proyectos de autogestión, donde se consulte a los habitantes.

Carreteras deplorables
Siempre al viajar a Iriona o La Mosquitia, de antemano sabemos que sus carreteras son intransitables. De Bonito Oriental a Iriona Puerto, pasando por el desvió de Limón, tenemos 110 kilómetros de una brecha descuidada, que en los meses lluviosos se complica aún más, el caudal de algunos ríos sobrepasa las pocas planchas de concreto existentes. Desde Iriona Viejo, hasta Sico, existe una carretera de 60 kilómetros, en mejores condiciones, en parte por la pujanza económica que representa Sico y alrededores, pero que a la falta de un puente sobre el río Sico, los pobladores han tenido que construir balsas, por ahí transitan camiones cargados de productos agrícolas, ganado vacuno y gente. Con la llegada de las lluvias, Sico más otras comunidades valle arriba y montaña, a la falta de puentes, hacen enormes esfuerzos para sacar sus productos a la ciudad de Tocoa. En importante tener presente, que, en la referida región, se presentan los niveles más altos de pluviosidad del país.

Un paisaje multicultural olvidado
De un informé municipal sobre Iriona, en años recientes, se enfatiza que se trata de un municipio multiétnico y multicultural, donde convergen culturas vivas como: Los Garífunas que se encuentran en la zona costera, Los misquitos en la zona de humedales y en la parte norte de la Biosfera del Río Plátano, y la zona de la Sierra o Río Tinto algunos asentamientos Pechs. En el resto de aldeas y caseríos se encuentran pobladores ladinos, que se convierten en el grupo poblacional mayoritario en el municipio, prueba de ellos es que las aldeas de mayor movimiento comercial y que más votantes registran, son Champas y Sico, aunque esta última presenta mayor urbanismo, por razones que se explicarán en este mismo artículo.

Prácticas festivas
A lo largo del año Iriona, lleva a cabo todas las festividades del calendario cívico hondureño, porque debemos reconocer que existe una amplia cobertura de edificios escolares, dista mucho la calidad educativa, pues a la fecha, aunque el porcentaje de niños es garífuna, las clases se imparten en español. Un dato para considerar es el hecho que el idioma garífuna, cada vez se está hablando menos, muchos jóvenes, lo entienden, pero no lo hablan, situación más frecuente con las comunidades próximas o en los centros urbanos. Es apreciable el hecho, que, en la mayoría de comunidades, aparte de la festividad religiosa correspondiente del calendario litúrgico, las fiestas continúan al ritmo de tambores, sin olvidar el derroche de su particular gastronomía. En la actualidad se realizan las siguientes fiestas en Ciriboya (Virgen de Suyapa, el 3 de febrero). En San José de La Punta (San José el 19 de marzo), Tocamacho, (San Isidro el 15 de mayo), Punta Piedra (San Juan Bautista el 24 de junio), Cusuna (San Antonio Abad, el 13 de junio) Sangrelaya, (San Pedro y San Pablo, el 29 de junio) Cocalito, (Virgen del Carmen, el 14 de agosto) Sico, (San Francisco de Asís, el 5 de octubre). El Guayabo, (San Francisco de Asís el 5 de octubre) Iriona Viejo, (Santa Teresita el 8 de octubre) Iriona Puerto, Virgen de Guadalupe, 12 de diciembre.

La iglesia de Sangrelaya
Sangrelaya, es de las aldeas más pobladas de la costa, mejor organizadas y con fascinantes prácticas culturales, creo en parte porque esta comunidad no ha estado tan expuesta a la cultura ladina. Está aldea como la mayoría de comunidades garífunas, se define por una calle prolongada. En el centro la destaca el edificio de la iglesia dedicada a San Pedro y San Pablo. “La misma está construida con maderas preciosas traídas desde la Biosfera del Río Plátano, en su interior guarda todo el valor y mérito del que se sienten tan orgullosos el gran pueblo Garífuna, su construcción se realizó en el año de 1986 y se decidió que se construyera en forma de pájaro, en honor al Espíritu Santo, es por eso que vista desde arriba parece un ave gigante”.

Conmemoran su presencia
El 12 de abril de cada año, los garífunas celebran su llegada a la costa atlántica de Honduras, evento que se registró el año de 1797, y que, por supuesto la celebración se extiende a lo largo de la costa Caribe hondureña, e incluso fuera de nuestras fronteras. “La celebración está dirigida por los Buyeis o chamanes, que empiezan la ceremonia con ritos de purificación, que son seguidos por reconstrucciones históricas, conciertos, canciones, desfiles, misa, un momento para descansar, y termina con una noche de conciertos”

La música y la danza presentes en el pueblo garífuna
Entre todos los pueblos culturalmente diferenciados del istmo centroamericano, son los garífunas, los que se distinguen, desde sus composiciones musicales, coloridos atuendos, instrumentos y ritmos cadenciosos, tanto que en sus ceremonias se distinguen elementos ancestrales, propios del continente africano e incluso de pueblos antillanos. Sorprende su fortaleza cultural y capacidad para reinventarse, ante las adversidades de todo tipo.

El ritmo Punta tiene carácter de duelo
Su baile más distintivo es “La Punta”, se realiza en parejas después de la muerte de un adulto en señal de duelo. Construyen una casa con fines transitorios a la que le denominan gayuney, cerca de la casa principal del difunto. En ella se sienten a contar historias, cantar, comer diferentes clases de comidas, y a recordar las cosas que hizo el fallecido; en tanto otros bailan Punta.

Sico y Paulaya entre los valles más fértiles de Honduras
Es importante mencionar que la cuenca de Sico y Paulaya, abarca cuatro municipios de tres departamentos, Iriona (Colón), Juan Francisco Bulnes (Gracias a Dios) y los municipios de San Esteban y Dulce Nombre de Culmí (Olancho). La presencia de las compañías bananeras, se extendió a lo largo de la costa Caribe, tanto que se registra actividad de enclave, incluso hasta el valle Sico y Paulaya. Así nos lo recuerda el viajero Helbig “El viajero que viene de la montaña puede divisar, con gran sorpresa, algunos postes de hierro de faroles deformados a la orilla de la calle en Bonito O, como restos del “tiempo de los bananos” y de la época de la “sed de la madera. Aguán arriba, y en el curso inferior del río Bonito y de aquí 100 kilómetros al E. hasta el río Negro, es decir, en la zona de desembocadura del Sico y Paulaya bastante adentro de La Mosquitia, se encontraban en tierra baja costanera y en las primeras lomas de poca altura las plantaciones de bananos de la United Fruit Company-aquí llamada “Trujillo Railroad Company-. Desde 1935 fueron abandonadas, después de haberlas explotado por espacio de veinte años, las que se hallaban al E. del Aguán, que fueron atacadas por la enfermedad de la Sigatoca, a la que se unió la de Panamá”. Y nos recuerda que muchos bosques gigantescos fueron destruidos y se extrajo de dicha región grandes cantidades de madera, misma que eran transformadas en la otrora aldea de Bonito Oriental. El mismo Dr. Helbig, señala que la compañía bananera devolvió al Estado todo el terreno, dejando la mayor parte de todos los inmuebles abandonados, con excepción de algunos puentes de hierro y parte de la vía férrea. El puente de Hierro que daba acceso a la actual aldea de Sico, según pobladores fue desmontado e instalado sobre el río Nacaome.

El país de los “estudios constantes”
De varios estudios que se han realizado, para conocer la potencialidad del valle de Sico y Paulaya, se desprende que el sitio aún tiene un valor ambiental importante, sin embargo, ya se encuentra intervenida, la espesa cobertura vegetal, ha ido sustituyéndose por pastizales para la práctica de ganadería extensiva, más un aumento acelerado poblacional. Quedan un poco más de 900 kilómetros de bosque primario de los cuales, la mayor parte se encuentran en la Biosfera del Río Plátano y la Sierra del Río Tinto. Nada despreciable es el recurso hídrico de los ríos Sico y Paulaya. Sorprende aún más, con tanto recurso hídrico, que no existan proyectos para generación de energía. De los pocos municipios de Honduras, que carecen de energía eléctrica, destaca Iriona. La aldea de Sico, al menos tiene plantas solares, más por esfuerzos de sus habitantes.

La aldea de Sico, es una población ejemplar, cuenta con infraestructura urbana, centros básicos, medios de comunicación, propuesta bancaría y hotelera, una producción diversa, más el emprendedurismo de su gente, que ante la decida o falta de inclusión de varios gobiernos, han tenido que luchar en medio de los infortunios.

Especial agradecimiento a Claudio Mejía Norales, Olman Alvarado, Noel Guzmán, Javier Hernández y Porfirio Mejía el maestro marimbero de Sico.

(*) Historiador con estudios de Antropología Cultural. Director de Gestión Cultural-CUROC-UNAH y docente en la UPNFM- Santa Rosa de Copán. Tel 89 02 70 49.

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