La banalidad del mal

OM
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6 de abril de 2024
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03:30 am
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La banalidad del mal

La zona de interés”, del director británico Jonathan Glazer (“Bajo la piel”), recibió con todo mérito el Oscar a la Mejor película internacional. Está basada en la novela del mismo título escrita en 2014 por Martin Amis, y habla de los horrores del Holocausto, pero de una forma nunca vista. En este sentido, el relato nos sitúa en Auschwitz, en una casa justo pegada al muro del campo de concentración, donde perecieron atrozmente más de 2.5 millones de personas, según testimonios de la época.

 

Aquí vive una familia, a la cabeza de un alto cargo nazi, comandante del campo de exterminio, que disfruta de exóticos jardines, suculentas celebraciones, tardes de piscina, paseos de campo, picnic, baños de río, pesca y navegación. Familia, que hacía de oídos sordos al horror que había delante de ellos, perceptible por el humo mal oliente saliente de las chimeneas, los disparos a la orden del día o los gritos de las víctimas y los de sus victimarios.

 

Se trata en realidad de Rudolf Höss (interpretado por un impertérrito Christian Friedel), el comandante a cargo de Auschwitz, su esposa Hedwig (caracterizada por una fantástica Sandra Hüller, nominada a Mejor Actriz por “Anatomía de una caída”), y sus cinco hijos. Santiago Vanegas, en BBC News Mundo, señala que “en la atroz historia del Holocausto, Höss es recordado por su obediencia irrestricta a sus superiores y por ser un innovador que logró aumentar a dimensiones inimaginables la capacidad para matar personas en el campo de exterminio de Auschwitz”. Lugar este donde Rudolf Höss, a los 46 años, terminó ejecutado en la horca, tras los juicios de Núremberg.

En lo personal encuentro en algunas escenas, un parecido razonable y diferencias matizadas entre “La zona de interés”, y “El niño con el pijama de rayas” de Mark Herman. Ambas basadas en novelas. La primera, como ya quedara dicho líneas arriba, escrita por Martin Amis en 2014, y la segunda, escrita por John Boyne en 2006. En “El niño con el pijama de rayas”, David Thewlis encarna el papel de Ralf, un alto oficial nazi que acaba de ser asignado a la comandancia del campo de concentración de Auschwitz.

 

Junto a su familia (esposa y dos hijos) viven en una cómoda casa donde no les falta nada, y que está ubicada en las cercanías del campo de exterminio. Tan cerca, que no solo pueden verse los prisioneros judíos a distancia, sino también ver y oler el humo pestilente que despiden las chimeneas al momento de cremarse los cadáveres. Tanto en la casa de “La zona de interés”, como en de “El niño con el pijama de rayas”, trabajan prisioneros.

En una escena de “La zona de interés”, llegan unos oficiales a discutir con Rudolf Höss los planes que permitan tener hornos de alta capacidad para exterminar con mayor y mejor efectividad a los prisioneros. En “El niño con el pijama de rayas”, llegan unos oficiales para compartir con Ralf, un documental propagandístico que habla de las “bondades” que ofrece el campo a los prisioneros judíos.

En “La zona de interés”, llega a pasar en el hogar de los Höss, unos días de vacaciones, la madre de Hedwig (Imogen Kogge). Al comienzo todo marchaba bien, pero la señora sospecha que algo malo está sucediendo, sobre todo, al observar el humo que sale de las chimeneas. Así que un día, muy temprano, sin anunciárselo a nadie, hace sus maletas y se marcha de la casa.

 

En “El niño con el pijama de rayas”, quien llega de visita al hogar del comandante Ralf en Auschwitz, es su padre (Richard Johnson), quien cree firmemente en las tareas encomendadas a su hijo. Por su parte, Nathalie (interpretada por Sheila Hancock), la madre de Ralf no está de acuerdo ni con su hijo, ni con las políticas del régimen nazi. Mi opinión: Dos profundas películas con mensajes dramáticos que no dejan indiferente a nadie.

 

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