LO MÁS IMPORTANTE

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7 de abril de 2024
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12:42 am
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LO MÁS IMPORTANTE

ANTE la multiplicidad de problemas que percibimos en el entorno regional y mundial, resulta enmarañado focalizar la verdadera clave que tal vez ayude a despejar los caminos enredados y las circunstancias. Tantas veces, por decirlo en términos populares, los fenómenos parecieran no tener ni pies ni cabeza. Frente a la magnitud del laberinto, los hombres y mujeres de buena voluntad, no encontramos ni las entradas ni las salidas del mismo, como si más bien fuese una red de catacumbas oscuras de los primeros tiempos cristianos en Roma, en cuyo epicentro hemos nacido sin enterarnos siquiera.

No queda más alternativa que intentar el recurso de la lógica básica, que aun cuando sea abstracta se convierte, en las manos correctas, en un hachón de ocote que alumbra las telarañas del laberinto aludido. La clave, en casos análogos, es preguntar qué es “lo más importante” en cada momento histórico. La sola pregunta sobre qué es “lo más importante” se anuncia como una posible salida, o respuesta tácita, de cara a las trayectorias y soluciones presentes. O futuras. Pero si nadie pregunta por lo que realmente importa y nadie ofrece una respuesta satisfactoria o aproximada, continuamos sumidos en el abismo de la ignorancia, de la confusión o de la impotencia individual y colectiva.

La sola pregunta, en sí misma, es un aliciente encaminado a encontrar el lado correcto del vasto poliedro que produce confusiones y espejismos. Aun cuando las posibles respuestas sean difíciles de encontrar porque cada quien mira el anfiteatro subterráneo desde el ángulo personal en donde se halla confinado, pues el intento de buscar y encontrar “lo más importante” de una problemática determinada, es como el antídoto eficaz contra el desánimo paralizador, en tanto que tal vez, “lo más importante” en las actuales transiciones históricas, sea luchar contra nuestros propios desánimos ocasionales o crónicos.

Nuestra época, a pesar de todo, es propicia para toda clase de preguntas, reflexiones y de búsquedas materiales y espirituales. Identificar tales necesidades básicas de los hombres y mujeres en la vida diaria y en temas de largo plazo, es algo esencial. Y eso se vuelve más apremiante cuando se trata del ser hondureño marginado, hundido en las entrañas de la escasez, o agarrado en las hilachas geológicas del viento, en los confines del planeta. Lo normal es que el horizonte de Honduras se contemple, o se autoperciba, en cada temporada de primavera, con bellos florecimientos de macuelizos, caraos y sanjuanes amarillos, con signos de esperanza realista; pero también con grandes reticencias en tanto que es durante la estación equinoccial de las flores cuando comienzan las sequías y los incendios forestales por doquier, provocados, en un alto porcentaje (lo expresamos por enésima vez) por manos delictivas o irresponsables que buscan desbaratar el futuro de las nuevas generaciones y autodestruirse ellos mismos. No estamos hablando de algo aislado, sino de la sobrevivencia planetaria, misma que es un fenómeno de cuya solución depende que se prolongue la vida de la especie humana. En este caso “lo más importante” es la subsistencia estratégica de todos los hombres y mujeres frente a las garras de la autoaniquilación unilateral.

“Lo más importante” oscila, como un péndulo triangular o como “la espada de Damocles”, entre lo estructural, lo ambiguo y lo coyuntural, porque tanto los problemas estructurales como los coyunturales se convierten en amenazas, debilidades y fortalezas, según se trate de cada caso. En un primer momento tal vez sea necesario recurrir al enfoque histórico imparcial, tanto nacional como universal, auxiliados por la subdisciplina de la lógica, que es como la luz que conduce a la libertad, en el mejor sentido del término.

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