Estrategias para el Pacífico

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9 de abril de 2024
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12:23 am
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Estrategias para el Pacífico

Juan Ramón Martínez

La aprobación por el Congreso Nacional del tratado con Nicaragua   – dentro de una probable exigencia del Partido Nacional – constituye un gran paso, en el camino de la defensa de los intereses hondureños. El Tratado Hernández—Ortega no reconoce derechos que Honduras no tuviera en el Golfo de Fonseca. La Corte Internacional de Justicia de La Haya, en 1992, ratificó los derechos insulares de Honduras. Y, vía la previa negociación con El Salvador y Nicaragua, acceso al Pacífico, por la delimitación de los derechos de los tres estados en la bocana del Golfo de Fonseca. El Salvador, pese a la contundencia de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia, de manera sorda y repetida, ha negado derechos a Honduras sobre la bocana, argumentando que su frontera en la salida al Pacífico es con Nicaragua; y, solo con Nicaragua. El tratado Hernández–Ortega, les pilló por sorpresa. No esperaron que Honduras cediera derechos en el Caribe, a cambio del reconocimiento nicaragüense sobre derechos en la bocana y de consiguiente, a las facilidades de acceso a las riquezas del Pacífico.

Durante el gobierno de Manuel Zelaya, el canciller Jiménez Puerto, en la oportunidad de ejercicios conjuntos con Panamá, le solicitó – en un error imperdonable – permiso a El Salvador para que las naves militares hondureñas pudieran transitar por la bocana. En el año 2000, las relaciones entre Honduras y El Salvador estuvieron a punto de terminar en un conflicto armado. En reuniones con algunos analistas, — entre los que me encontraba–, y las autoridades de la cancillería hondureña, conocimos las interioridades sobre la inminencia del conflicto, los argumentos de los dos países; y, por supuesto, del balance de fuerzas para que Honduras pudiera responderle a El Salvador. En lo primero, recuerdo que el expresidente Carlos Roberto Reina, incurrió en una falla de apreciación que, al celebrarla con entusiasmo, molestó mucho a mi ex profesor de derecho internacional en la UNAH. Dijo Reina que, la isla Conejo era un puesto de observación conjunto de las tropas de El Salvador y Honduras que, vigilaban para detener el tráfico de armas para la guerrilla salvadoreña. Los dos países se turnaban y que, en un momento, recrudecido el conflicto en El Salvador, Honduras se había quedado en la Isla Conejo. El canciller Flores Bermúdez lo corrigió, diciéndole esa era la tesis salvadoreña, que no corresponde con la sentencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Reina, apenado, pidió disculpas por el desliz, por lo demás imperdonable, en un jurista de su calado.

En lo militar, el general Rosales Abella ilustró sobre las fuerzas que, eventualmente desplegarían los dos países. De su análisis concluí que, había dos debilidades muy fuertes: la falta de camiones para movilizar tropas; y, la caducidad de los eyectores de los asientos de los pilotos de los F-5 hondureños. Unos días después, el 25 de mayo del 2000, tomé conciencia de la falta de unidad y comunicación entre el presidente de Honduras y la cancillería, para lo cual se me pidió una intervención que concluí exitosamente. Afortunadamente, se impuso el sentido común; y, las cosas no pasaron a más. Un tiempo después, el ministro de Defensa de El Salvador reconoció que, en dos horas, ellos tomaban la isla Conejo; pero que, el problema entonces, era defenderla frente la reacción de las Fuerzas Armadas hondureñas.

Ahora en que a El Salvador no le queda otra que adherirse al tratado Hernández—Ortega; o cometer la imprudencia de agitar las aguas de las buenas relaciones entre los dos países, Honduras debe entender que necesita ejercer soberanía en el Pacífico, para lo que está obligada a animar las fuerzas económicas  a que inviertan en la zona; y, desde el punto de vista militar, revisar la doctrina de defensa pasiva, desarrollando, desde su condición de potencia del Pacífico, una doctrina militar de defensa activa, de forma que pueda atacar la parte sur del Salvador, — en caso de conflicto — obligando a este país a modificar su condición de estado que, no ha tenido que hacer nunca nada para defender su retaguardia. Los teóricos salvadoreños deben haber tomado en cuenta estos extremos. Honduras aumentando su capacidad naval y sus fuerzas de tierra y aire, puede operar con mas autonomía, si ataca por mar la retaguardia salvadoreña. En un conflicto militar improbable, gracias a Dios.

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