¿FIESTA CONTINENTAL?

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14 de abril de 2024
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12:46 am
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¿FIESTA CONTINENTAL?

HUBO un largo momento del siglo veinte en que la celebración del “Día de las Américas” tuvo sentido, sobre todo cuando los países del continente americano, con extrañas excepciones, se hicieron un solo nudo con el fin estratégico global de contraponerle un frente único al expansivo y ultraviolento nazismo hitleriano en Europa y sus alrededores, y al exacerbado militarismo en un país del extremo oriente. Aquella acción estuvo conectada con otras iniciativas muy anteriores a la Segunda Guerra Mundial, como las ilusiones panamericanistas y cohesivas de Simón Bolívar y de José Cecilio del Valle en el discurrir de las primeras tres décadas del siglo diecinueve. Aunque la fecha originaria de tal celebración se remonta al año 1931, el acontecimiento, “en sí mismo” y “para sí mismo”, presenta conexiones en diferentes esferas de la vida comunitaria a nivel continental.

Para comenzar todo nuestro continente se localiza en las coordenadas del “Hemisferio Occidental”, y los procesos independentistas de los diversos países, a pesar de las diferencias locales y regionales, estuvieron entrelazados. Así que ha habido ligazón doctrinaria con intereses comunes en materia comercial y geoestratégica, como la famosa carretera “Panamericana”, cuyo magno proyecto fue posible, gradualmente, a partir de la década del veinte del siglo próximo pasado, atravesando incluso unos cuantos kilómetros por el sur de Honduras, con un puente colgante sobre el río Grande o Choluteca, que sigue siendo maravilla antes los ojos de los visitantes nativos y extranjeros.

Tres años después de la “Segunda Guerra Mundial”, es decir, el 30 de abril de 1948, fue fundada la famosa Organización de Estados Americanos (OEA), con visiones multilateralistas y democráticas encaminadas a abordar y resolver posibles diferencias políticas, comerciales y territoriales entre los estados miembros, al grado que hasta la ciudad de San Pedro Sula, en el norte de Honduras, fungió hace quince años como sede transitoria de tan importante estructura continental. Vale la pena recordar que la OEA desempeñó un rol de primera línea como mediadora en el conflicto bélico previo entre los países hermanos de El Salvador y Honduras en julio de 1969.

Es menester destacar que en el entramado del proyecto de la OEA ha prevalecido, desde hace varias décadas, una visión geopolítica hemisférica más o menos homogénea que hoy por hoy se sustenta en la “Carta Democrática Interamericana”, suscrita por los países miembros el 11 de septiembre del año 2001. Pero se debe reconocer que la homogeneidad se ha resquebrajado o se ha vuelto vulnerable por diversos motivos y razones, entre ellos los de ingrediente ideológico y por varios incidentes fronterizos, mismos que se han recrudecido en los últimos veinte años, al grado que unos pocos países han quedado fuera de la OEA, ya sea por determinación propia o como resultado de expulsiones temporales de tal organismo interamericano.

Aparte de las ilusiones panamericanistas de José Cecilio del Valle y de Simón Bolívar, resulta difícil saber qué es lo que celebramos el 14 de abril de cada año, en tanto que el espíritu de dispersión geográfica y política es más acentuado cada quinquenio, ya sea por los problemas humanitarios de los migrantes, las abrasivas diferencias ideológicas y la operatividad del crimen organizado transnacional que hace estragos en cada uno de los países en donde opera, generando inestabilidad e incertidumbre política en diversos puntos de la rosa geográfica continental. Cuando menos debiera aclararse y proclamarse, cada 14 de abril, que todos nosotros nacimos y rezamos en el continente americano.

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