“La vida que no elegimos” o aceptar el mundo

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14 de abril de 2024
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12:08 am
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“La vida que no elegimos” o aceptar el mundo

Josué R. Álvarez

En La vida que no elegimos, Nery Gaitán propone, a través de sus veinticinco historias, pero sobre todo las trece iniciales, un discurso bastante desolador sobre el amor. Recuerda el nulo control que tienen las personas sobre los sentimientos, emociones y decisiones del otro; no elegimos, al menos en apariencia, ni la violencia ni la crueldad ni el desprecio o el desamparo.

El niño que recibió la bofetada de su madre en Íntegro no eligió ser golpeado, tampoco la niña de Recuento de vida eligió el maléfico plan de su abuela que culminó con el abominable ataque de Julián. El sufrimiento en ocasiones no viene de otro ser humano, sino del devenir mismo de la vida, como en el caso de los personajes que sufren enfermedades, verbigracia Un viejo amor o Dilema, en los que las circunstancias arrancan sin más, o bien los recuerdos o bien un ser querido, que en algunos casos es prácticamente lo mismo.

Los personajes de esta colección de cuentos se ven superados de alguna manera por otro, se ejerce sobre ellos un poder. No es casual que los personajes pertenezcan en su mayoría a grupos vulnerables: infantes, huérfanos, mujeres, personas de la tercera edad, enfermos, pobres o padres mayores.

Hay, además, en ellos una especie de aceptación de las circunstancias. Casi como si se tratara de una filosofía de no resistirse para no causar dolor, incluso en algunos casos llegando a engañarse, como la madre pobre que visita a su hija y recibe desprecio, pero lo encubre o justifica: “No le haga caso, de seguro solo estaba preocupada por la forma fea en que la tratan las demás niñas. ¡Pero ella nos quiere mucho, en especial a usted que la cuidaba siempre!”. (pág. 57).

La segunda parte del libro está dedicada a historias de amor, pero con referencias a obras clásicas de la literatura y al contrario de las de la primera parte (los trece primeros) los personajes tienen más control sobre su vida: “Se alejó de ese inoportuno abrazo, dando por concluida su búsqueda, renunció a compartir su vida. La soledad era una tentadora invitación” (pág. 64). Como se puede ver aquí el personaje decide.

Por último, en la tercera parte, se aborda el tema de las imperfecciones de la fe, que parece que, desde la perspectiva de las historias, no son otra cosa que las imperfecciones humanas en medio de lo divino.

Gaitán nos ha entregado un texto sumamente reflexivo y con un mensaje a cuestas que probablemente no es fácil de transmitir: quizá, solamente quizá, estas historias tratan sobre aceptar el mundo que no elegimos.

Gaitán, N. A. (2023). La vida que no elegimos. Editorial Perseo. Tegucigalpa. 92 p.

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