LEO —mensaje de una buena amiga– todas las mañanas el editorial; hoy me deja clara esa historia de los tres tamices de Sócrates (Si lo que dijeron ¿sabes que sea verdad, si se trata de algo bueno; si es útil que lo sepa? Si no estás seguro que sea verdad, si no es algo bueno, ni tampoco me será de utilidad, ¿entonces para qué querías decírmelo?). Ojalá lo lea una persona que trabaja en una institución pública, la cual se dedica a despotricar, a envenenar a la gente, solo porque no se le aplaude sus malas crianzas y faltas de respeto y, por supuesto, falta de valores”. Otro lector: “Leyendo sus dos últimos editoriales recordé que mi hijo, recién en la última Navidad, me compartió la siguiente reflexión: (Alusivo a esta historia sobre lo que caminaba el abuelo, el papá, los carros que conduce él, los hijos y los nietos, y la distancia –igual que sucedió con el abuelo– que recorrerá a pie el biznieto: Es un ciclo: “Tiempos duros crean hombres fuertes. Hombres fuertes crean tiempos buenos. Pero los tiempos buenos crean hombres débiles. Y los hombres débiles crean tiempos duros”).
“A propósito de sus últimos dos editoriales –mensaje del buen amigo académico– los encuentro muy refrescantes y útiles”. “Lamentablemente -y esto es en todo el mundo- mucho del periodismo en nuestro país ha caído en “la trampa mediática de escribir pinchando las teclas, los botones del miedo, el odio, la descalificación y la negación del otro”. “Usted ha logrado, hasta ahora, sostener una gran identidad personal en lo que escribe”. “Siga adelante que la consistencia es una moneda extremadamente valiosa debido a su escasez”. La vieja amiga a la que le jaquearon el WhatsApp: “Ya me puse al día”. “De verdad qué, entre el editorialista, el Sisimite y Winston el editorial de La Tribuna nos ha hecho adictos a esa lectura”. “Este último sobre los 3 tamices de Sócrates debería de ser obligatorio en las escuelas y más aún en los seminarios que impartan a los políticos, si es que se imparten”. “Pues aquí las cosas van a codazo limpio; para escalar ya no es solo sobar leva, sino destrozar al de al lado”. Una abogada amiga: “Me quedo con el sentir y pensar de la “vieja amiga”; “el Sisimite y Winston son la realidad misma”. “Realidad que trasciende lo sobrenatural para convertirse en conocimiento, en amor por lo bueno, amor por la verdad”. “Nosotros los del colectivo, sus discípulos y ellos, dos grandes maestros traídos del espacio sideral, aunque el primero venga de las escarpadas montañas y el segundo del viejo continente”. La amiga periodista: “Pero el lado bueno es que se mantiene en forma con esas largas caminatas para ir por la tertulia”. (Alusivo al cierre: Tenés razón –suspira Winston– no se sabe dónde la realidad se hace ficción, y dónde la ficción es realidad. Y si supieras las imposibles distancias que tengo que caminar, para venir a platicar con vos, a estos accidentados lugares. -Ni calcular –responde el Sisimite– lo que le tocará caminar a tu biznieto, cuando me contagie de las olas migratorias y me mude).
“Qué manera más bonita –mensaje de la empresaria progresista– de aprender más cada día a través de sus editoriales. Ese privilegiado talento y arte para escribirlo y trasmitirlo que tenía su padre, QEPD. Ese libro de su padre nos transporta a la vida cotidiana e idiosincrasia de nuestra gente en esos relatos tan entretenedores”. “Winston y Sisimite nos comprometen a ser disciplinados en la lectura, y si, por estar en el día lleno de cosas y preocupaciones, no leemos alguno, pues nos ponemos al día y de un solo leemos hasta tres que tenemos de reserva”. (Varios del colectivo –entra el Sisimite– riéndose de tu sarcasmo: “Por eso, mi consejo sería que Honduras no debe de desmontar su programa nuclear. Y mientras los zombis y las chatarras de los “chats” perfeccionan las armas de sus chunches tecnológicos –para terminar de idiotizarse– hay que mantener en alerta el escudo defensivo “Star Wars”, por si las moscas, y el imperio contrataca. Y cuidadito con desactivar al “gritón” de las “teorías conspirativas trumpianas” –o a los que le dan cuerda– encargado de echar baldes de lodo a la confiabilidad de las elecciones”. -Si no es paja –responde Winston–nuestro disuasivo nuclear y el escudo defensivo, son la anarquía de la sociedad que es contagiosa. Y cualquiera que nos invada –si no lo confundimos– como el gorgojo del pino, rápido lo secamos”).
