TRABAJO Y OPERATIVOS MIGRATORIOS

OM
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10 de enero de 2020
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12:49 am
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TRABAJO Y OPERATIVOS MIGRATORIOS

ESTOS países del Triángulo Norte son bien colaboradores. Todos firmaron acuerdos “de cooperación de asilo”.

México fue el primero que suscribió uno de “tercer país seguro”, aunque para no levantar polvo, le clavaron otro nombre, consistente en “esperar en México”. O sea, los caminantes que cruzan la frontera norte y aplican para el asilo, deben regresar a México a esperar el resultado de las gestiones. Eso puede tardar desde varios meses hasta años. Con poca probabilidad que la respuesta sea satisfactoria. Allá en paciente espera, permanecen miles de refugiados en condiciones bastante deplorables, según cuenta el embajador hondureño asignado en ese país. Ya los migrantes no son bienvenidos como cuando llegaron en las primeras caravanas. Aparte del trato hostil que les dan ahora, se apagó el bullicio de una nueva política de solidaridad y de respeto a los derechos humanos ventilada por AMLO a inicios de su gestión. El gobierno mexicano, para capearse el castigo arancelario, desplegó unos 27 mil guardias nacionales que cuidan la frontera norte para que no crucen peregrinos y, en la zona sur, para detener los que van rumbo a la tierra prometida.

Después le tocó el turno a los países de Triángulo Norte para ir erigiendo los muros virtuales. El primero en la lista fue Jimmy quien acaba de recibir una merecida despedida en el salón Oval, de agradecimiento a toda la colaboración brindada. No solo por el trato de “tercer país seguro” –tampoco ese nombre gustó allá sino “tratado de cooperación de asilo”– para atajar a los salvadoreños y a los hondureños que crucen el territorio guatemalteco con rumbo a los Estados Unidos. A las semanas, firmando un acuerdo similar, cayó el salvadoreño –harina de otro costal– sin que Honduras tuviera que esperar mucho en la cola a que le llegara su turno. Aquí anda el secretario de Seguridad Nacional de Estados Unidos tratando en la casa de gobierno “los alcances de los acuerdos migratorios, que firmaron ambos países durante el último trimestre de 2019”. El funcionario calificó los esfuerzos, como ‘valiosos’ por promover la seguridad y desarrollo en Centroamérica. “Seguridad Nacional –agregó– es afortunada en tener una relación bilateral con ustedes muy sólida”. Elogió los esfuerzos del mandatario hondureño “de mejorar la seguridad pública y traer mayor desarrollo a Honduras”. “Ustedes continúan asegurando sus fronteras y atacando a los carteles”. No hay duda del empeño puesto. Como muestra un botón: El mismo día de la reunión en la casa de gobierno las autoridades hondureñas informaron que detuvieron a cuatro iraníes cuando supuestamente iban en tránsito a Estados Unidos. Los cuatro detenidos fueron trasladados a Tegucigalpa “para precisar una investigación mucho más profunda sobre sus intenciones”. Que no han de ser solo viajar por viajar. Sin duda que de aquí no pasan, si no es que los devuelven a su lugar de origen.

Durante un operativo de la Unidad Transnacional de Investigación Criminal, la Dirección Policial de Investigaciones y el Grupo de Operaciones Especiales Tácticas –entre todos– detuvieron a tres “coyotes” hondureños, en el municipio de Namasigüe, –no son coyotes que almacenan frijoles para subirles de precio– por transportar de manera ilegal a ocho migrantes de Cuba y dos del Congo, cuyo destino final era EE. UU. Los llevaban a la frontera con Guatemala, en ruta a donde no los quieren ver ni en pintura. Ahora –aparte de lidiar con todos esos refugiados extranjeros que intentan cruzar el territorio nacional con rumbo a los Estados Unidos– solo faltaría resolver el problema de los cientos de miles de hondureños que se van por falta de trabajo. De ellos y de todos los demás que vengan de regreso, ya sea deportados o desahuciados cuando se den cuenta que no pueden cruzar. Por eso es que insistimos, en la necesidad de un plan que le dé vuelta de calcetín a este estancamiento económico que se padece, y que permita generar trabajo en forma masiva. Los $100 millones (por más que sean dólares y no pesos mexicanos) que dio AMLO –en unas becas y para sembrar unos árboles– para atacar las causas de los masivos flujos migratorios quién sabe si vayan a alcanzar.

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