¡Aterrizaje forzoso!

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15 de febrero de 2020
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12:17 am
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¡Aterrizaje forzoso!

Por: Julio Raudales

Ha vuelto a los medios de comunicación, tradicionales y también a las redes sociales, la discusión sobre la situación de los aeropuertos. Se desplegó el rumor de que el contrato de concesión de la nueva terminal de Palmerola, le da la exclusividad de los vuelos internacionales, en perjuicio de los aeropuertos de Tegucigalpa y San Pedro Sula.

Como siempre, el problema surge por la opacidad con la que se negocian estos contratos de concesión. Debido a ello, los empresarios del norte y los de Tegucigalpa, vislumbran -quizás sin razón- un terrible problema en su competitividad si cierran los aeropuertos a la salida de sus productos.

Sin embargo, es importante desmitificar algunos elementos al respecto. Para ello es conveniente examinar la visión que provee la ciencia económica.

En primer lugar, debemos aceptar que Toncontín es un aeropuerto inviable si lo que buscamos es elevar la competitividad del país. De hecho, en el Índice Global que publica el Foro Económico Mundial, uno de los elementos clave en el factor ligado a la infraestructura productiva, es la capacidad portuaria y aeroportuaria que, en el caso de Honduras, aparecen con un puntaje muy bajo.

Quien haya volado a Tegucigalpa, entiende lo estresante que puede llegar a ser el aterrizaje, no solo por lo corto de la pista, sino por el resto de los elementos técnicos ligados a la topografía de la ciudad.

Se puede alegar que la distancia a Comayagua es demasiado larga, pero sabemos que no existe otro lugar cercano. Ya Talanga y la Laguna del Pedregal habían sido dados de baja y se entendía que la construcción del “Canal Seco” y la autopista al norte acortarían bastante la distancia.

Vayamos pues al centro de la controversia: suponiendo que hay acuerdo para construir una nueva terminal en Palmerola, ¿es o no conveniente dejar funcionando los otros aeropuertos? La respuesta es una simpe cuestión de oferta y demanda.

En primer lugar, la lógica muestra que 78 Km, que es la distancia hacia la nueva terminal, no justifican la existencia de 2 aeropuertos tan cercanos. Usted me dirá: ¡pero en Nueva York, Buenos Aires y otras ciudades existen dos aeropuertos! Bueno, déjeme decirle que para el caso argentino, Ezeiza, que es el internacional, recibe 9 millones de personas al año y Newbery, que es la terminal nacional recibe 8 millones.

En Honduras recibimos escasamente 600 mil pasajeros anuales en las tres terminales internacionles que existen en la actualidad. No se necesita ser experto para saber que con cuatro aeropuertos, la cosa se podría poner muy cara.

Por otro lado, Honduras es, debido a los citados problemas de Toncontín y a la errónea política de aeronavegación civil, que favorece el establecimiento de monopolios, uno de los destinos más caros del mundo. Le pongo un ejemplo: Un boleto Tegucigalpa-Miami, tiene un precio de entre 500 y 800 dólares, según sea la temporada. Un tiquete de Panamá al mismo destino, anda entre los 150 y 300 dólares en la misma línea aérea.

Un elemento importante para explicar lo anterior, es el elevado costo de los seguros de vuelo, también el de mantener tres pistas y torres de control (ahora serían cuatro), además del hecho de que las líneas aéreas tienen baja demanda, ya que el país resultaba siempre poco atractivo, pese a su enorme potencial turístico. ¡En fin! creo que las respuestas hay que buscarlas en otro lado.

Más bien deberíamos responder a preguntas de este tipo: Si Honduras es un país de tamaño promedio en Centroamérica, ¿cómo es que en el resto de países del istmo hay un solo aeropuerto internacional?, ¿no sería mejor preocuparnos por tener buenas carreteras? ¿Por qué solo pensamos en la gente de Tegucigalpa o San Pedro Sula, como si solo ellos fueran hondureños?, ¿los olanchanos, copanecos, cholutecanos, trujillanos y otros que quieren viajar al exterior, no tienen que movilizarse un buen número de kilómetros?, ¿por qué los salvadoreños no se enojaron cuando pusieron su aeropuerto en Comalapa, que es una ciudad distinta a San Salvador?

Y por si fuera poco, el margen de rentabilidad para los aeropuertos nacionales es sumamente bajo, precisamente por las razones expuestas: Mientras a Tocumen en Panamá llegan 6.5 millones de personas por año, a Juan Santa María en Costa Rica 5 millones, al Monseñor Romero 4.5 millones, nosotros no logramos traer ni siquiera un millón. ¿Realmente queremos tener 4 aeropuertos?

Si su respuesta es positiva, entonces acostúmbrese a la idea de que va a pagar más impuestos, porque será la única forma de mantener Toncontín y al Villeda Morales a flote.

Sin embargo, todo parece indicar que como siempre, se impondrán las soluciones populistas que los politiqueros no dejan de aprovechar. ¡Qué pena! Seguiremos sufriendo.

Economista y sociólogo, vicerrector de la UNAH.

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