Liberalismo versus mercantilismo

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26 de febrero de 2020
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12:19 am
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Liberalismo versus mercantilismo

Por Jairo Núñez

Cada vez que atacan nuestros ideales liberales con etiquetas tan desgastadas como neoliberalismo, fascismo o simplemente capitalismo voraz, cabe la importancia imperativa de defender dichos ideales y de hacer muy bien la separación del sistema mercantilista y del verdadero liberalismo.

Comenzaremos con un pequeño marco teórico haciendo ver que el capitalismo, está dividido en dos grandes etapas según lo enuncia Eli Heckscher, el famoso economista político sueco:

1. Mercantilismo o llamado capitalismo no democrático o incluso mercantilismo de Estado, y,
2. Economía de mercado o llamado capitalismo democrático, (aquí nos ubicamos los liberales, defensores del libre mercado).

Heckscher publicó su máxima obra “La época mercantilista” en 1943 y su tesis principal es que el capitalismo debe pasar por la etapa mercantilista antes de llegar a su clímax, que él mismo denomina como economía de mercado. En lo particular estoy de acuerdo con la separación de etapas, pero no considero que necesariamente una lleve a la otra, no es una relación de causalidad.

Nos enfocaremos más en la primera etapa del capitalismo que menciona Heckscher, que es lo que los liberales llamamos mercantilismo y que, en palabras de Mario Vargas Llosa, es una “perversa degeneración del capitalismo”, esta definición la apoyo antes que la idea de Heckscher en ser la primera etapa del capitalismo, porque de ser así, como veremos más adelante, no estaríamos todavía en una sociedad mercantilista después de más de 300 años en Latinoamérica.

Características del mercantilismo o capitalismo no democrático:

El mercantilismo o capitalismo no democrático es, como se mencionó previamente, una degeneración del capitalismo. Se caracteriza principalmente por:

1. Capitalismo no competitivo, “empresarios” que no creen y que no les gusta la competencia.

2. Se produce en mercados estrictamente políticos y no económicos.

3. Los privilegios y los favores son la moneda.

4. Se crea una relación intensa entre el poder y los grupos económicos, élites corruptas adheridas al poder para sus propios intereses.

5. “Empresarios” que en lugar de competir ofreciendo al mercado un producto de alta calidad, mediante un sistema de producción de bajo costo para comercializar a bajo precio, que es la tesis que manejamos en las escuelas de negocios de las universidades en donde impartimos cátedra, se centran en conseguir el favor del gobernante de turno y de las autoridades estatales correspondientes.

6. Un “empresario” gana más siendo amigo del presidente, de la clase política corrupta, en lugar de ocuparse de la productividad de sus fábricas.

7. Estas élites, que no solo son económicas, también gremiales y algunos sindicatos que se venden al poder, tratan de obtener legislaciones proteccionistas, algo que es detestable desde un punto de vista liberal.

8. Nos encontramos aquí con la pregunta:

¿Pará qué invertir en marketing tratando de seducir a 500,000 personas de comprar mi producto si sobornando a uno solo puedo obtener un beneficio mayor a un menor costo?

9. La propiedad deja de ser un derecho, y se convierte en un privilegio de unos cuantos.

10. Ser emprendedor en una economía mercantilista supone, en algunos casos, hacer pactos previos con el poder.

11. Este punto preocupa mucho: la ley refleja y defiende al Estado, no cumple el papel fundamental de limitarlo, desaparece el estado de derecho y solo se está en un estado de mera legalidad, lo que no es lo mismo a leyes que sean iguales para todos, principio liberal fundamental.

12. Hacen creer que existe economía de mercado, pero lo que generan con todas estas prácticas son monopolios y oligopolios que afectan al consumidor final.

13. Generan privatizaciones favorables a su íntimo club de élite, lo que provoca monopolios y caos en los procesos verdaderos de privatización para la libre competencia.

No está de más decir que todos estos puntos son los que los socialistas critican y mal llaman, de manera peyorativa como “neoliberalismo”, prácticas realizadas desde la derecha capitalista no democrática con funciones fallidas, pero esto no es el capitalismo que defiende la idea de libertad económica.

Los mayores representantes del mercantilismo han sido los conservadores nacionalistas, históricamente hablando, y de ello se especializa el gran pensador liberal Carlos Alberto Montaner, colaborador de CNN, quien ha sido presidente de la Internacional Liberal y un gran crítico a las prácticas socialistas y de la derecha conservadora mercantilista, quien menciona que ambos grupos adoptan prácticas mercantilistas una vez estando en el poder con el fin de fortalecer el Estado y perpetrarse en el poder, causando el gran el cáncer de América Latina: La corrupción.

Economía de mercado o capitalismo democrático:

Dentro de esta categoría nos encontramos los liberales. Este es nuestro espacio de discusión. Si nos tocara caracterizarla sería fácil ya que es todo lo contrario al mercantilismo expuesto anteriormente.
La economía de mercado trata de:

1. Generar un clima de competencia económica.

2. El mandato de competir no es un derecho, es un deber.

3. El Estado debe estar limitado en su participación económica, de esto deberían encargarse el Poder Judicial, el cual debe ser independiente como en las democracias más grandes y fortalecidas como la estadounidense.

4. Lo que importa es el consumidor, ya que este determina quién queda o quién sale del mercado, no es el Estado.

5. El concepto de competencia en igualdad de oportunidades y ante la ley, es fundamental.

6. Existe un sentido de responsabilidad de parte de los emprendedores y empresarios.

7. En una democracia liberal con estos principios, ya lo decía Hayek, resulta más difícil que aparezca el germen de la corrupción que es la causa principal de nuestro desastre político y económico.

Entonces llegamos a la conclusión que el problema no es el capitalismo mediante la economía de mercado, el problema es el mercantilismo adoptado por élites políticas y económicas para beneficiar a sus intereses particulares y no abrir los mercados para atraer inversiones internas y externas que son, mediante una economía de mercado, la única causa de prosperidad de cualquier país. Si alguna o todas de las características del mercantilismo se parecen con la realidad de nuestro país y de América Latina, no es pura coincidencia.

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