Pacientes renales y COVID-19

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16 de abril de 2020
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12:43 am
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Pacientes renales y COVID-19

Adiós 2020

Por Armando Cerrato

La Asociación de Pacientes Renales del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS) también le ha declarado la guerra al coronavirus (COVID-19) y tomado las medidas estratégicas de protección para evitar la contaminación de su sala de hemodiálisis, el personal que allí labora y los propios pacientes.

Por gestiones personales con sus contactos, el presidente de la Asociación, Daniel Mairena, se fumiga con un producto químico especial no dañino para los seres humanos, pero sí mortal para varios tipos de gérmenes, bacterias y virus. La medida se extiende al personal y algunos equipos.

Además, Mairena ha conseguido la donación de algunas mascarillas y gorros desechables que se colocan al no más entrar a la sala donde están instalados los riñones artificiales, a los que cada paciente (más de 300) se conectan durante más de 4 horas por sesión (3 a la semana).

Estas gestiones se hacen ante la indiferencia y desidia con que las autoridades del IHSS ven a los pacientes con enfermedades crónicas, como son los renales, a los que muchos médicos, muy pedantemente, consideran “cadáveres andantes” o una molestia para sus actividades diarias dada las serias complicaciones que se producen a veces a mitad de una sesión, que muy difícilmente puede ser interrumpida para correr con un paciente hacia la sala de emergencia, que está inmediata a la de hemodiálisis.

En esta etapa de la guerra contra COVID-19, la directiva de los pacientes renales lucha para que se les habilite una sala de espera para los familiares, en un lugar seguro y por donde no haya mucho tránsito de personas, ya que para la instalación de maquinaria adicional se perdió el espacio que era la sala de espera, eso mientras las autoridades más altas del IHSS se deciden a habilitar en otro edificio, lejos del hospital de especialidades de La Granja, para hacer la hemodiálisis diaria que requieren más de 300 pacientes y que necesariamente deben salir de sus hogares muchas veces acompañados de dos personas, una que conduce y la otra para que le ayude a desplazarse, como en mi caso que estoy amputado de una pierna y completamente invidente y me dializo martes, jueves y sábado.

La lucha de la asociación la ha llevado a hacer plantones para llamar la atención de la Junta Interventora del IHSS y forzar un diálogo en el cual se le ha planteado varias inquietudes, como la necesidad de dotar de trajes especiales y otro equipo biomédico al personal médico y de enfermería, no solo de la sala de hemodiálisis, sino en todos los departamentos de atención al público del IHSS y también el traslado de esta sala, muy especializada, a un edificio lejos de la contaminación que se podría dar hasta por el paso cerca y a la intemperie, donde pacientes y familiares esperan el llamado para entrar a su sesión en busca de vida.

Se cuenta con la promesa de la Junta Interventora de que se analice la situación y se cuenta con dos posibilidades: una en el viejo edificio abandonado por el Crédito Prendario Popular, donde habría que revisar muy a fondo las instalaciones sanitarias, luz, agua y energía eléctrica, que son bastiones fundamentales para el proceso de la hemodiálisis, y otras reparaciones que necesite la vieja estructura. Otra de las opciones es pasar toda la maquinaria a una clínica establecida en la segunda avenida de Comayagüela, cerca del hospital privado La Policlínica, donde funciona una sala de emergencia las 24 horas, y que mediante un convenio podría dar un servicio al paciente necesitado que eventualmente surja durante el tratamiento.

En la guerra de los pacientes renales contra el COVID-19, al menos el paciente y dos miembros de su familia nos hemos visto obligados a violar el toque de queda porque saltarse una sesión de hemodiálisis puede significar la muerte ante la intoxicación de la sangre y la retención de líquidos, por el mal funcionamiento de los filtros del cuerpo que son los riñones. Se puede sufrir un paro renal, un choque séptico, un infarto al corazón o una embolia cerebral.

Hasta hoy, las autoridades que mantienen retenes para asegurar que el toque de queda funcione han mostrado mucha comprensión y dejado pasar a los pacientes y sus acompañantes, previa presentación de una constancia, carnet y otras identificaciones exigidas por las autoridades, actuación que aplaudimos y agradecemos infinitamente.

Licenciado en Periodismo

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