UN PUCHO DE PELO

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17 de abril de 2020
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12:17 am
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UN PUCHO DE PELO

A través de un amigo, las aves agoreras con domicilio temporal en la localidad –que alabado sea el Señor, leen editoriales– mandaron recado que en los últimos artículos “hace falta información”. Pues, que mejor cosa si nos la ofrecieran. Ilustrarnos, con información precisa, sobre lo inexacto que se haya dicho para hacer las debidas rectificaciones. A veces, por supuesto, con hipérboles, se exagera. Cabría, por decirlo así, dentro de la licencia literaria (poética) del autor de los escritos. Como cuando decimos, por ejemplo, que no tienen reflejos. Es una apreciación absoluta que con cierta dosis de condescendencia, equivaldría a decir que son de reflejos lentos. Ya ratos en el FMI pronostican, sonando todas las alarmas, que esta será de la recesiones más serias desde la gran depresión. Sobre ello hemos insinuado que no es preciso remachar algo que se siente, se sufre, se escarmienta con cada día de encierro para evitar el contagio. Los mercados se contraen mientras las familias se ven ahorcadas en sus ingresos.

UN PUCHO DE PELO

Mejor sería que en vez de repetir verdades de Perogrullo, actuaran diligentemente en la medida que lo demandan los apuros. Aparte que no es novedad. Se anticipaba. Y por lo tanto debieron despabilarse semanas atrás, con respuestas masivas y creativas, no al paso cómodo y lerdo de la burocracia internacional. Lo otro sobre lo que hemos terciado es sobre una de las tías las zanatas del Banco Mundial. Quisimos saber si la Corporación Financiera Internacional, creada exclusivamente para servir al sector privado en los países en desarrollo, va a innovar algún esquema que permita asistir directamente al sector privado, o de lo contrario si como el avestruz con la cabeza en la tierra, va a continuar con sus protocolos convencionales como si esta catástrofe fuese un desequilibrio cualquiera. ¿No asimilan que es el sistema productivo nacional el que se está cayendo, porque en el aislamiento no hay mercados? ¿Cómo hacen las empresas para mantener su fuerza laboral y pagar planillas si no hay ventas ni hay ingresos? Estas empresas son la columna vertebral del aparato económico. Aquí en el país son miles de solicitudes de suspensión temporal de labores y de contratos de trabajo. No es meter dinero para crear posibles empleos mientras se cae el sistema que sostiene la fuerza laboral. Sin embargo, no hay forma que las paredes oigan. Sobre esa parte del editorial recibimos la siguiente aclaración: “La CCIC –dijo Pedrito el de los Twitter– hizo los acercamientos con el BM, BID y BCIE para buscar alivios para la crisis, lastimosamente la respuesta de todas esas instituciones ha sido que solo brindan alivio a través de los canales gubernamentales”.

Pasamos el día a la espera de toda esa valiosa información y recibimos apenas unos datos del BID –que dicho sea de paso tiene a un excelente funcionario aquí en el país– detallando algunos de sus programas para enfrentar esta crisis; ah y otras providencias del FMI suponemos que ofrecidas por el bien intencionado amigo que los representa aquí en el país. Nada despreciable, más bien aplaudir el esfuerzo, únicamente que ni sumado todo lo enumerado le hace cosquillas a la bestia que tenemos enfrente. (Además, hoy, no se trata de cartera para invertir en posibles proyectos, sino atender el desplome, ello es que las empresas que sostienen la economía no naufraguen. De lo contrario no hay día después). Sin embargo, con mente abierta, vamos a continuar recabando datos. Ahora, sobre la novedad de última hora, que el G20 dio su aval a una propuesta del G7 –para que sopesen la celeridad, si ya entramos a los dos meses de inicio de la pandemia— para suspender el servicio de la deuda de unos 72 países, los más pobres del mundo, por 12 meses,  de “todos los acreedores oficiales bilaterales”, socios del grupo. Faltan los acreedores privados. ¿Pero –aquí es donde la mula botó a Genaro– esos montos suman toda la deuda externa del país? ¿Y la deuda con las multilaterales? ¿Y los bonos soberanos? De lo concedido hasta ahora, no hay que ser tan ingratos como para decir del lobo un pelo. Pero dado el gigantesco tamaño del gorila que detuvo al mundo, digamos, un pucho de pelo. Disculpen la necedad. ¿Y el apoyo directo a la iniciativa privada que constituye la columna vertebral del país? ¿Ni la magnitud de la hecatombe los hace ser innovadores y creativos?

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