CUARENTA EN PLENA “CUARENTENA”

OM
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21 de abril de 2020
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01:26 am
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CUARENTA EN PLENA “CUARENTENA”

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DE no ser por un artículo de portada en LA TRIBUNA, olvidábamos que ayer, 20 de abril, se cumplieron –vaya coincidencia en plena cuarentena por el coronavirus– 40 años desde que el pueblo hondureño fue convocado a las urnas a elegir la Asamblea Nacional Constituyente, creadora de la actual Constitución de la República. A continuación, sobre el tema, un capítulo del libro “Los IDUS DE MARZO” que recoge pasajes de aquella época memorable en la alborada democrática: “EL PORTÓN DE LOS CUARTELES”.

Quienes recién asoman al teatro político –con poco conocimiento de lo mucho que costaron o de respeto hacia quienes cincelaron estas conquistas– dan por descontado los beneficios de vivir en democracia. (El oficio consiste en volarle maceta al sistema –sin que nadie sostenga que esto sea ni medianamente agradable, solo que no se logra ningún cambio trascendente sin un compromiso colectivo– usufructuando los defectos, las limitaciones como los inevitables malestares del atraso). Ahora que la Constitución cumplió 4 décadas de vigencia –capeando intrigas, amenazas y el manoseo de que ha sido víctima– cabe refrescar esos episodios definitorios del pasado.

Algunos hechos relevantes que condujeron al país a la necesaria restauración del Estado de Derecho, como salida política al enmarañado laberinto que desangraba la región inmersa en un tóxico coctel de conflictos intestinos. No había –muy a pesar de largas etapas de eclipse institucional– oposición notoria al poder ejercido por gobiernos militares que se sucedieron por espacio de 16 años administrando la cosa pública, sin poderes independientes y con normas legales solo aplicables en lo que no contrariaran los decretos del jefe de Estado emitidos en Consejo de Ministros. El populismo en boga solo era piedra en el zapato para las cúpulas empresariales, ya que los uniformados de turno y sus ministros civiles consideraban a los partidos como especies extintas, bajo la impresión que la nueva fuerza popular descansaba en los grupos organizados de trabajadores, campesinos y cooperativistas. En los gremios sociales que como luciérnagas acaparaban la atención con sus luces de destello intermitente.

La iniciativa privada con calculadora cautela conspira contra el gobierno (o la élite castrense percibe que conspiran en su contra). Después de tibios amagos críticos en la prensa contra el orden de cosas, deciden montar una Asamblea de la Libre Empresa que durante dos días de jornadas agotadoras, con expositores por cada una de las asociaciones que integran el COHEP, arremeten en largas intervenciones quejándose por el daño de las políticas públicas al interés económico nacional.

Para elaborar un documento resumiendo los tamagases, delegan en quienes consideran gozan de alguna habilidad de redacción, entre ellos quien escribe estas líneas y el abogado Edgardo Dumas Rodríguez. A horas pasadas de la tarde no se nos ocurre otra cosa que interpretar todo aquel movimiento empresarial como una clara exigencia de realizar elecciones. Es la única opción para cambiar el estatus imperante. Regresamos a los hangares a entregar el comunicado a los dirigentes que lo recibieron con rostros de estupor. Pero algo había que leer como conclusión antes del cierre de los periódicos.

Convinieron encomendar a una comisión un sumario más sustancioso, pero no les quedaba de otras que leer el texto a mano. Al siguiente día el titular de 5 columnas de Diario La Prensa: “ELECCIONES LIBRES EXIGE EL COHEP”, fue la primera exhortación contundente –fuerte para aquellos tiempos cuando otros sectores de la sociedad se consumían en cómodo silencio– que públicamente pumpuneaba el portón de los cuarteles. Ese fue el primer pujido opositor, que fue resonando como necesidad impostergable en los medios de comunicación independientes. Cuando LA TRIBUNA aparece en los quioscos en las calles, traza esa línea desde su primer editorial.

Iguales vibraciones contagiaron las notas de opinión de los intelectuales, de los periodistas y de los principales medios informativos. La oposición como la incitación pública a convocar comicios se fue haciendo más sonora. Alentados, los dirigentes políticos de los partidos históricos salieron de su discreto enmudecimiento. La política norteamericana de defensa de los derechos humanos, compaginaba con la hora histórica del retorno a la democracia por la vía electoral. Daba un giro, volteando las espaldas a las dictaduras y a otros estilos autoritarios. (Hasta aquí ese episodio. Hay más para otro día).

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