Por Honduras

MA
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2 de junio de 2020
/
12:40 am
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Por Honduras

Lizzy Flores

Hacer algo por Honduras, a favor de todos los hondureños, sin distingo de colores, ha resultado cuesta arriba. Por lo menos esa ha sido mi experiencia. En un momento pensé que en el servicio exterior esto se podía lograr más fácilmente, ya que su rol es de defender los intereses de Honduras como Estado, pero igualmente resulta un verdadero reto que se adopten e implementen iniciativas nacionales integrales que beneficien futuras generaciones. De igual forma, aunque cuesten muchas cosas, hay que hacerlas en pro del bienestar de la patria, que es nuestra casa, para generar un ambiente de provecho y compartir todos de su riqueza, esplendor y patrimonio.

Con esta intención, la Constitución de la República en su artículo 5 manda que el gobierno debe integrar TODOS los sectores políticos en la administración pública a fin de fortalecer el progreso de Honduras, basado en la estabilidad política y en la conciliación nacional. Faltar al mismo sería en perjuicio de su soberanía, identidad y visión de país.

Asimismo, vivimos en un Estado imperfecto, con muchas carencias y cada quien tiene que aportar sus talentos para hacer la diferencia. En nuestras vidas la generosidad de Dios permite que haya oportunidades de corregir las faltas y sanar muchas heridas y dolencias, y así generar un ambiente de confianza, seguridad y paz en el cual crezcan y se desarrollen nuestros hijos.

En cada nuevo día se puede aportar a un sistema más justo, que genere libertad y conciencia social. Por lo mismo, hay que conocer la historia de Honduras, donde han habido valores y modelos muy exitosos que han propiciado participación saludable en la función política y pública, como lo es la alternancia en el poder, los mecanismos democráticos de pesos y contrapesos institucionales, la defensa de libertades y garantías, así como las consultas y la participación ciudadana. En nuestro accionar democrático, siempre estamos a tiempo de resguardar y fortalecer estas prácticas para asegurar el bienestar de nuestras familias y de la sociedad.

En el ámbito de la vecindad y en el mundo, lo que no hace Honduras por Honduras
como nación, lo aprovechan o se lo toman otros estados. Tal es el caso, que entre los que se reparten los pedazos y hasta las migajas del pastel en los espacios y foros regionales e internacionales, hemos visto cómo hay participantes que no tienen ni el menor recato o remordimiento cuando quebrantan los compromisos con Honduras. Y a falta de autoridades que se hagan cargo de velar porque se sigan las reglas y se juegue limpio, los países y poblaciones más vulnerables están expuestos a que se les afecten sus derechos, se les pisotee, discrimine, margine y excluya, propiciando mayor inequidad. Solo es de imaginarse cómo sería jugar un juego sin árbitro. Además de las reclamaciones que pueda hacer el Estado; no existen muchas instancias de rectificación o compensación, más que dejarlo a la divina providencia, que de alguna manera siempre se encarga de hacer justicia.

De igual forma, cualquier acuerdo, arreglo, apoyo, donación y colaboración que se genere en el ámbito de las relaciones con el Estado de Honduras, es para que sirva a todo el pueblo hondureño, y por lo tanto debe ser de conocimiento público para así asegurar la veeduría ciudadana y que se obre de manera responsable y lleguen los beneficios a sus destinatarios.

Hay tiempos en mi recorrido empinado, donde he caído en desilusión y resignación, y me ha tocado tomar aliento para seguir adelante. Es allí cuando tengo presente mi amor por Honduras y lo que veo posible: una Honduras próspera, llena de oportunidades, que funcione para todos. Tengo fe que podemos lograrlo en apego a nuestra Constitución y a través de consensos nacionales que fomenten la convivencia pacífica.

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