¿Cuál es la Honduras que queremos después del COVID-19?

MA
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17 de junio de 2020
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12:22 am
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¿Cuál es la Honduras que queremos después del COVID-19?

Eduardo Almeida,  Jordi Prat

Representante en Honduras y Economista Principal del Banco Interamericano de Desarrollo, respectivamente.

Las cifras y proyecciones económicas que el COVID-19 va dejando a su paso ofrecen un panorama sombrío a nivel mundial del que Honduras no se salva. Pero lo cierto es que, aunque ya resulte difícil recordarlo, desde 2018 la economía hondureña ya venía desacelerándose, con un crecimiento del 3.7% en 2018 que pasó al 2.7% en 2019, debido sobre todo a la volatilidad del precio de materias primas, principalmente el café, un menor dinamismo comercial y la contracción de la inversión extranjera directa.

Teníamos esperanzas de que eso cambiara en 2020, año para el que el Fondo Monetario Internacional y numerosos especialistas, entre ellos nosotros, proyectaban un rebote en el crecimiento. Hoy hablamos ya de una caída del producto para este año de entre el 3.3% y 5.8%, efecto de las medidas de distanciamiento social, la caída de demanda doméstica por bajas remesas y la contracción de la economía de EE.UU.

La situación hace necesario que, aunque aún no hayamos dejado atrás la pandemia, empecemos a trabajar en forjar una estrategia post COVID-19 que nos permita volver a un sendero de desarrollo lo antes posible. En este sentido, la reciente publicación del BID ALC Post COVID-19: Retos y oportunidades para países de Centroamérica pretende apoyar a los países en la definición de su nueva hoja de ruta.

En general, la experiencia internacional sugiere que la reactivación debe incluir tres pilares fundamentales con una visión de mediano plazo: una estrategia de apertura económica inteligente, medidas sanitarias y de salud de gestión pública paulatinas, y una protección eficaz del empleo actual y generación de nuevos empleos. Honduras ya se ha puesto manos a la obra, y está avanzando en un plan con un enfoque geográfico epidemiológico que contiene estos elementos.

El primer pilar del que hablamos, una estrategia de apertura económica implica medidas graduales y seguras de los sectores productivos, poniendo el énfasis en aquellos de alto impacto en el empleo y con capacidad de implementar protocolos de bioseguridad. Es importante tener una estrategia productiva que permita generar nuevos empleos y brindar habilidades pertinentes a la fuerza laboral, así como el impulso para atraer inversión y diversificar la estructura productiva.

Estamos ante una oportunidad única para implementar una estrategia integral de fomento de la inversión, atraer empresas de alto valor agregado y lograr cambios en la estructura productiva, lo que generaría un círculo virtuoso para transformar las habilidades de la mano de obra y fortalecer mecanismos de financiamiento a empresas pequeñas y medianas, principalmente. El nuevo talento adquirido generaría el interés de nuevas empresas, donde la inteligencia de mercado será clave para el desarrollo de nuevos centros industriales y la expansión de asociaciones público-privadas.

El segundo pilar es el sistema de salud pública. Hoy está claro que este debe consolidarse en el mediano plazo, y el aumento temporal en salud por la crisis abre la posibilidad de examinar el sistema sanitario de Honduras. Por ejemplo, es conveniente cambiar el enfoque del sistema hondureño, tradicionalmente curativo, hacia uno preventivo. En este sentido, se podrían expandir modelos exitosos a más regiones del país, como el de gestión descentralizada y la expansión de cobertura.

El tercer y último pilar de este plan de reactivación debe proteger el empleo actual e implementar medidas que generen nuevos trabajos. En este sentido, es clave mejorar la calidad de la oferta de mano de obra para fortalecer la capacidad de generar ingresos y reducir la pobreza. En el corto plazo, mediante modalidades innovadoras y temporales de subsidios y seguros de empleo, reentrenando a los trabajadores y apoyando la reubicación transitoria de mano de obra subutilizada e inactiva temporalmente.

El COVID-19 tomó al mundo por sorpresa, está en nuestras manos que la realidad post COVID-19 no vuelva a hacerlo. Depende de nosotros aprovechar esta crisis para avanzar y mejorar de forma estructural el retorno hacia una senda fiscal sostenible, con medidas para mejorar la eficacia del gasto público y la administración tributaria y aduanera; mayor transparencia y rendición de cuentas; menores ineficiencias del gasto público; un nuevo contrato social que no deje atrás a nadie y que permita romper los altos niveles de pobreza y desigualdad en el país…

“Las crisis son oportunidades para resolver conflictos”, dijo Albert Einstein. Honduras puede y debe aprovechar este momento para repensar su futuro, todas las posibilidades están abiertas. Desde el BID, estamos listos para acompañar al país en este viaje. ¡Manos a la obra, Honduras!

Ver el estudio completo aquí

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