Muertes tardías por secuelas del COVID-19, ¿quién las estudia?

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20 de junio de 2020
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12:01 am
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Muertes tardías por secuelas del COVID-19, ¿quién las estudia?

Muertes tardías por secuelas del COVID-19 ¿quién las estudia?

Muertes tardías por secuelas del COVID-19, ¿quién las estudia?, Por: Semma Julissa Villanueva
Médico Patólogo

Le aplaudieron mientras salía del hospital. Había pasado la etapa más crítica del nuevo coronavirus SARS-CoV-2 o COVID-19, era una sobreviviente más, lo había logrado.

¿Quién iba a imaginar que su vida se había reducido a un par de meses, luego de haber sido dada de alta? ¿Que la alegría de su familia se convertiría en un inesperado luto? Nadie les advirtió de las secuelas, nadie está hablando de que el virus está dejando, en muchos casos, una “sombra” eminente de muerte post COVID-19. Sobrevivieron al coronavirus, pero la muerte los alcanzó meses después.

Fibrosis pulmonar, es el efecto tardío del que hablan hace varios meses expertos internacionales en medicina, siendo de los países más golpeados, se han dedicado a estudiar no solo el virus y su fase de contagio hasta la muerte; sino también los decesos postreros.

La fibrosis pulmonar es una afección letal en donde el tejido profundo de los pulmones se va cicatrizando. Esto hace que el tejido se vuelva grueso, duro, con dificultad para recuperar el aliento y es posible que la sangre no reciba suficiente oxígeno. Esto le pasó a una de las víctimas, cuyos diagnósticos he conocido.

Contrario a otras naciones, estos casos están siendo estudiados desde febrero, investigadores médicos en China han encontrado una especie de fibra lechosa transparente y vidriosa en los pulmones de algunos pacientes recuperados de COVID-19, lo que sugiere un daño permanente en los órganos.

Según informes difundidos en medios de comunicación europeos, americanos y asiáticos, los especialistas de Hong Kong fueron los primeros en descubrir las secuelas del COVID-19, una de ellas es la reducción de la función pulmonar y una persistente falta de aliento en algunos pacientes de coronavirus, a pesar de haber superado la infección viral.

Son diversas las disciplinas médicas que revelan información que ha permitido conocer más del COVID-19 y la manera de prevenir más muertes inmediatas y post virus.

Los estudios van desde áreas como Neumología, Epidemiologia, Patología, Microbiología y Parasitología, Alergología, Geriatría, Química Farmacéutica Biológica, Biotecnología y Patología Forense, en países en donde la tragedia ha revalorado el trabajo científico, lo ha fortalecido multidisciplinariamente y es visto como primordial, crucial para salvar vidas y evitar el colapso de las economías.

Honduras no debería de quedarse de brazos cruzados ante tanto aporte científico, y solo estar en el área de recepción y despacho de contagiados, si tan solo desde los puestos claves se estuviera al menos estudiando esas investigaciones o tratando de analizarlas, aún en el marco de un decrépito sistema de salud, pudiéramos al menos mejorar la capacidad de contención de la pandemia y con ello la “apertura inteligente de la economía”, asomaría esa inteligencia.

Es válido imitar la forma en que están trabajando los científicos de otros países, utilizando las herramientas con las que se cuenta, las bondades del estudio y experiencia en las ciencias médicas, enfocarse también en el daño por las secuelas del virus, se evitarían decesos, se daría a esos pacientes a quienes se les aplaude, una mejor calidad de vida.

Se sabe ahora que la secuela por la que algunos de los contagiados por COVID-19, deberán pasar es con certeza un daño cicatrizal en el parénquima pulmonar, pero ¿quiénes en Honduras lo están estudiando? Nadie.

Lamentable es que estas falencias no solo se relacionan a desinterés; prueba de ello es que ni siquiera se dispone de un tomógrafo para diagnosticar oportunamente el virus y determinar los daños iniciales, entonces ¿qué se puede esperar de estudios posteriores para pacientes que pasaron su fase aguda? Está claro que no se puedan usar herramientas básicas ni preventivas, ni curativas, ni diagnóstico. Pensar que en aquellos países se está invirtiendo en este momento millones de dólares para investigaciones, mientras que en el nuestro afloró otro tipo de corrupción en tiempos de pandemia, es decepcionante.

El otro punto es que, si bien no se tienen los fondos para investigaciones científicas en Honduras, pero se cuenta con “la escuela” que ha dejado la práctica numerosa de autopsias, como instrumento revelador de la Medicina Legal, y he aquí ¡tampoco hacemos uso de eso y no se requiere de millones!

Desde abril se informó al mundo sobre las primeras autopsias realizadas en Italia en el Hospital Policlínico de Milán, y lo que estas prácticas científicas arrojaron sobre el paso del SARS-CoV-2 en el humano con especificación en el daño pulmonar. En Honduras ni un dictamen forense.

Mi insistencia es que, hay mucha data importante para el desarrollo científico “Made In Honduras” que podría utilizarse si solo existiera disposición, compromiso y apoyo a la ciencias médicas en su conjunto, sin olvidar que de la muerte, se extrae información clave que permite salvar vidas.

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