NO LA DEJARON CAER

ZV
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25 de junio de 2020
/
12:01 am
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NO LA DEJARON CAER

CAPITALINOS Y EL AEROPUERTOLO DOMÉSTICO Y LA SOLIDARIDAD

HEMOS visto que durante la emergencia, como era de esperarse, han aflorado los gestos de entrañable entrega a Honduras de héroes visibles o anónimos, de toda índole y en todos lados. Quienes a riesgo de su salud personal, se han partido el pecho asistiendo a sus compatriotas en apuros. Desgraciadamente también asomó la mezquindad de tantos otros. Quedaremos a la espera del merecido reconocimiento que la patria tributa a sus hijos amorosos –ganado ya en la opinión pública– como de otras distinciones que sin duda se otorgarán cuando salgamos de esta pesadilla. De momento enfoquémonos exclusivamente a los sectores económicos, severamente golpeados por el confinamiento y la asfixia de los mercados. Las crisis hacen brotar tanto las características ejemplares como las ruines del ADN empresarial. No faltaron los gorrones –aun nacidos aquí nunca se libraron de la naturaleza poquitera con que manejan su negocio– que una vez consiguieron que les resolvieran su problema, poco importó el apremio de los demás, ni por compañerismo hacia otros de los mismos miembros del club empresarial.

Igual, aunque las multinacionales, en términos generales, no tienen arraigo de patria, no deja de ser ironía la indiferencia con que algunas responden a esa idolatría que en lo interno se le tributa –de confianza, de privilegio– culpa de ese nocivo complejo de creernos menos, por baja autoestima y falta de confianza en lo propio. Infeliz, que durante la emergencia cierto interés extranjero, cuya inversión aquí recibió la más cordial bienvenida, que llegaron aprovechando su rica capacidad financiera –montando consorcios nuevos o comprando empresas que ya operaban– a explotar los recursos estratégicos del país, no haya dado la talla. Triste, más por ellos, y de su imagen institucional, que no hayan aprovechado estos vacíos para proyectar entre la población, un lado amable de mayor compromiso con Honduras. Ninguna perspectiva del servicio fraterno hacia la comunidad –que el pueblo anfitrión presumía darían en estos meses de graves aprietos– sin muestra de gratitud al país que generosamente los acoge. Por ahora no cabe hacer señalamiento particular cuando la inmensa necesidad de tantos demanda ocupar la atención colectiva en atenuar penurias. Solo que al sector empresarial que sí ha tenido presencia, sin duda que le choca el disimulo de los ausentes. Denota el ingrato aprovechamiento del mercado local –de voraz apetito para babosadas, ya que muchos mejor se mueren de hambre que prescindir del gozo que la nueva tecnología da al entretenimiento– sin cuota alícuota de solidaridad.

A todos –a unos más a otros menos– nos golpea el desplome de los ingresos. La contracción de los mercados. Sin embargo, no ha de pasar desapercibido que por encima de las dificultades una laya de empresarios distintos sí haya dicho presente, en esta hora de tribulación. Poniendo a prueba la buena madera de que está hecho la mayor parte del empresariado nacional, con raíces profundas de asentamiento en Honduras. Como ejemplo, tres de los bancos que operan con sello hondureño en el sistema financiero nacional. Cada uno de ellos promocionando valores capitales a los que vale la pena asirse en todo momento. La campaña de ahorro, beneficiándose de las cuentas digitales –contrario al gasto innecesario, al derroche y al despilfarro– que impulsa uno de ellos. Otro, la campaña de distinguir lo hecho en casa, sobre lo ajeno, protegiendo la fuerza laboral hondureña y la generación de empleo doméstico. Y el tercero, enfocado en las actividades del campo, de donde viene la comida, lo básico que no puede faltar. Lo anterior es apenas una pequeña muestra. Hay tantos otros líderes del sector empresarial que no se acobardaron. Esa calidad de luchadores –bastantes de ellos que levantaron su empresa de la nada, muchos, incluso, de orígenes muy humildes — no la dejaron perder. Y la bien ganada imagen institucional de sus empresas, tampoco la dejan caer.

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