El camino… ¡no se detiene!

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4 de julio de 2020
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12:01 am
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El camino… ¡no se detiene!

Por: Rafael Jerez Moreno
Abogado
Twitter: @RafaJerezHn

Cursaba mi asignatura de Derecho Notarial en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, cuando mi madre me comunicó por medio de un mensaje, que se había publicado mi primera columna de opinión en Diario LA TRIBUNA, fue un cuatro de julio de dos mil diecisiete. Se tituló: “El camino continúa”. Hacía alusión a la responsabilidad que descansaba en la juventud hondureña de dar un paso al frente y asumir el reto de entrar en política, las razones que debían motivar esa militancia y los retos que se encuentran en el trayecto. Poco ha cambiado.

Las aspiraciones e ideales que conducen a un novel a embarcarse en las turbulentas aguas de la política hondureña son justamente el combustible que nunca puede faltar en un pasaje lleno de cuentos y leyendas. En todo hogar donde hay un joven con militancia política activa, no falta la intranquilidad de una madre y un padre cuya experiencia de vida es fundamento suficiente para preocuparse por cosas tan sencillas como los pensamientos y expresiones de sus hijos. Porque después de lo que hacían en los ochenta… todo es posible. Tampoco faltan aquellos veteranos que te expresan que ven en ti un reflejo de su juventud, que quiso cambiar el mundo, pero el mundo terminó cambiándolo a él. ¡Mafalda estaría decepcionada! Lo que en un escenario normal es un honor, se volvió un peligro y la puerta de entrada al desprestigio.

Para muchas personas escribir es simplemente reflejar sus pensamientos en palabras. Sin embargo, expresar tus ideas en una sociedad tan polarizada es una gran responsabilidad. Señalar actos de corrupción y a sus autores, nunca será sencillo cuando están tan acostumbrados a que nadie los cuestione. Por ello, siempre valoraré el respaldo que muchos ciudadanos y ciudadanas me brindan cada vez que nos encontramos por esta vía, y la buena fe que hay detrás de un disenso constructivo. En ocasiones, dicen que a algunos políticos no les ha gustado lo que escribo, me imagino que debe ser difícil comprender que el dinero no siempre puede vencer al estudio y las convicciones. La diferencia que nos diferencia.

Escribir en Diario LA TRIBUNA es un honor, pero sobre todo un gran aprendizaje. Desde esta trinchera he podido dar a conocer mis opiniones sobre los temas más delicados de la política nacional. Espero algún día poder conversar con aquellos lectores que residen afuera de Francisco Morazán, lejos del vaivén de la capital, pero cerca de la esencia de lo que significa ser hondureño. Debemos seguir adelante, porque no devolverle al país, lo que se nos ha dado, sería una ingratitud y el incumplimiento de un deber cívico cuando las condiciones que tenemos frente a nuestros ojos nos demuestran que el sufrimiento del otro, es el nuestro también. Desconozco si en esta vida lograremos ver con nuestros ojos el país en las condiciones que hemos soñado, pero lo que estamos presenciando, y la memoria de los hondureños que han perdido la vida, deben ser parte de aquel ideal que nos mantiene dando el paso al frente en la aventura para demostrar que la buena política sí es posible y que siempre hay algo por hacer. Tres años, Tribunito, y ¿sabes qué?, el camino… ¡no se detiene!

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