Los partidos políticos

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10 de julio de 2020
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12:34 am
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Los partidos políticos

Por: Juan Ramón Martínez

El Partido Nacional y el Partido Liberal, configuran la historia del país. Y han determinado el progreso, el atraso y el desarrollo de Honduras. Prescindir de ellos, sin tener partidos democráticos alternos, es un suicidio. El Partido Liberal se fundó en el siglo antepasado y el PN, empezó a conformarse en 1919. Desde esa fecha, han gobernado el país, sustituidos desde 1963 –por lo menos en forma externa– por un “tercer partido”, las Fuerzas Armadas que, durante 17 años tuvieron responsabilidades gubernamentales. De allí que, quien quiera el perfeccionamiento de la democracia, tiene que contar con los partidos políticos tradicionales. Y, con las Fuerzas Armadas, por supuesto. Que, subordinadas, representan la última línea de estabilidad interna, y la primera, en la defensa de la soberanía nacional.

Desde 2009, Honduras ha visto palidecer el bipartidismo democrático. Empezó la crisis por las “puñaladas” que Manuel Zelaya le infiriera al Partido Liberal. La situación fue tal que, sabiendo los liberales, –porque Zelaya nunca, ha sido liberal–, que se oponía a que el PL tuviera candidato, aprovecharon su ausencia para elegir a Elvin Santos Ordóñez. En el 2010, el Partido Liberal perdió las elecciones; pero no las ganó Zelaya. El país, su sistema democrático –con todas las falencias, fruto de la falta de compromiso democrático de ciudadanos y dirigentes– respondió, favoreciendo al Partido Nacional. Este partido ha gobernado en forma seguida y por medio de elecciones, –tres de ellas legítimas y una cuestionada–, cuatro períodos, es decir 16 años que, se cumplirán el 27 de enero del 2022.

El Partido Liberal no ha contado con un Modesto Rodas para reconstruir sus estructuras de base. Elvin Santos, Mauricio Villeda y Orlando Zelaya, han sido incapaces para entender el valor de su partido en la estabilidad. Y mucho menos, descubrir cómo redefinir el relato liberal, –no como la otra cara del espejo del nacionalismo–, sino como su alternativa. Por medio de su diferenciación y no por la ingenua creencia que, el liberalismo existe, porque es enemigo del Partido Liberal.

Después de casi cuatro períodos, el PN está desgastado. Enfrentar la pandemia, con una sociedad dividida y con JOH cuestionado por un proceso no respaldado por todos; pero aceptado por LIBRE y el PL, ha pagado un costo elevadísimo. Corre el riesgo de perder las próximas elecciones, si, como ocurriera en 1954, se divide. O escoge a un candidato fácil de arrinconar por otro que, además, de “paisano”, está acostumbrado a menospreciarnos a todos, porque se cree superior a los hondureños. Más inteligente, y más honrado que todos. Y lo peor, sin pruebas, que confirmen ninguna de sus neuróticas pretensiones.

Para estabilizar la situación, hay que corregir los errores cometidos por el PN. Con el PL, lidereando un esfuerzo de unidad, y contando con el respaldo del PN. Pero con OZ, el PL no recobra su identidad; ni asume la filosofía liberal; y tampoco desarrolla un discurso para enfrentar la peor crisis que nos dejará la pandemia: la destrucción de la economía, cuyos efectos, serán más devastadores que el coronavirus. Pero, en este momento, el PL no tiene capacidad para sustituir al PN en la dirección del país. Libre, un plato mixto de “cachurequismo” juvenil, oleada de muchachos pandilleros y de soñadores de buena fe, no tiene posibilidades de ganar las elecciones. De forma que, el peligro para el país es que, después de la pandemia, de los errores del PN, la limitada fuerza del PL y la menguante capacidad electoral de Libre, la alternativa que queda no es un partido, sino que un “caudillo de chocolate”, cuya mayor dificultad no es su incompetencia, sino la ignorancia de sus limitaciones. López Arellano era menos competente que Nasralla. Pero tenía una ventaja. Conocía sus limitaciones. Y entregó el gobierno a los más capacitados civiles, mientras él mantenía unida a su alrededor, a las Fuerzas Armadas. Nasralla además, es un imprudente verbal que, comprometerá la paz. Y nos empujará a la guerra civil, sino se produce el milagro que recobre la lucidez y la conciencia que, no somos sus enemigos; ni las ovejas que “Alá” le ha mandado, para su lucimiento pastoril. Es un error, seguir atacando a JOH, que va de salida. Hay que ayudarlo, a que termine su mandato. Y elegir al partido que tenga el mejor candidato.

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