Después de cuatro décadas, la pandemia deja en receso el Festival del Maíz

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16 de agosto de 2020
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12:13 am
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Después de cuatro décadas, la pandemia deja en receso el Festival del Maíz

Las carrozas siempre fueron un atractivo especial.

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
Email:[email protected]

DANLÍ, El Paraíso. Tras cuatro décadas de historia del más significativo evento cultural de Danlí, este año no habrá celebración. El COVID-19, vino a paralizar todos los eventos programados para el presente año. ¡No habrá Festival del Maíz!

Haciendo historia sobre este evento, los artífices del Festival del Maíz, fueron Gonzalo Lovo Sevilla, alcalde municipal y Rodolfo Díaz Zelaya, director de Cultura Popular de la entonces Secretaría de Cultura y Turismo. Díaz Zelaya hizo la propuesta a la municipalidad de Juticalpa, Olancho, por considerar que este departamento era el principal productor de Maíz, pero las autoridades municipales de aquel término rechazaron la idea.

Imágenes del primer Festival en el campo el 2017.

Rodolfo Díaz Zelaya, era un funcionario creativo; se había propuesto incrementar el turismo a nivel nacional como una forma de dar vida a los municipios a través de las ferias y la celebración de festivales que pudieran tener una relación estrecha con los productores del campo, por lo que insistió en la idea del Festival de Maíz. Con idea fija, dirigió sus pasos a Danlí. Cabe mencionar que Díaz Zelaya como funcionario del gobierno se movilizaba en las empresas de transporte, nunca utilizó los vehículos del Estado y cuando organizaba un evento cultural, no dejaba a la deriva a los organizadores, se quedaba de principio a fin.

Para entonces Lovo Sevilla (1976), siempre tenía en mente realizar las famosas atoleadas en el valle, el principal bastión de producción de maíz. La propuesta del director de Cultura Popular, fue del agrado del alcalde Lovo, era lo que esperaba para reconocer el trabajo del productor con un evento que involucrara directamente a los productores de maíz.

La principal dieta alimenticia del hondureño es el maíz.

Sobre la marcha se organizó el primer Festival del Maíz en agosto de 1976. El primer presidente del Comité, fue el profesor Carlos Ordóñez y otros distinguidos ciudadanos comprometidos con el progreso y desarrollo de Danlí. Para entonces, la Secretaría de Recursos Naturales conducía el Proyecto de Mejoramiento de Maíz y Frijol (PROMIF), bajo la responsabilidad del ingeniero, José (Chepe) Montenegro, Miguel Ángel Bonilla y Miguel Ángel Elvir.

Recursos Naturales, ahora Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), a través del equipo de trabajo apoyaron aquella iniciativa porque un Festival tendría vinculación directa con el productor del campo y, constituía un valioso estímulo a su esfuerzo y dedicación al trabajo. A esta iniciativa se sumó el Club Rotario, EL Instituto Nacional Agrario (INA), escuelas, colegios y fuerzas vivas para dar vida a un acontecimiento único y trascendental en la zona.

Los tamales y los elotes un bocadillo apetecido.

El primer Festival fue de tres días, suficiente tiempo para hacer llegar de varios sectores del país y la capital centenares de personas que degustaron los deliciosos derivados del maíz en un clima de hospitalidad. Por cierto, se colocaron champas decoradas en los alrededores del parque para atender a los turistas.

Tras la primera experiencia y el éxito obtenido con aquel ensayo, para el segundo Festival se organizó un Comité que estuvo bajo la coordinación del Club Rotario, siempre con el apoyo de las instituciones gubernamentales vinculadas con la producción. La promoción del evento era vital para el éxito, tarea que realizaba Rodolfo Díaz Zelaya a través de los medios escritos, radio y televisión. Las caravanas de turistas llegaban a Danlí desde los cuatro puntos cardinales del país.

Para el agricultor ver brotar el jilote es símbolo de esperanza.

Pero todo lo bueno termina. Llegó la comercialización y con estos los primeros actos de corrupción de algunos directivos. Sin embargo, el turismo nacional siempre estuvo pendiente de cada celebración. Los carnavales era el principal atractivo de los turistas del interior y, así fueron pasando los años hasta llegar a la 43 edición, sin pena ni gloria al entrar de lleno la política, la cultura desaparece y se constituye en un remedo callejero.

El 2017 se hizo un intento por rectar el Festival, se logró en parte. Se incorporaron nuevas ideas, entre otras, llevar el Festival al campo donde se produce el maíz para compartir con el productor en la milpa, idea que fue aplaudida por los agricultores, que al final resultaron ser excelentes anfitriones. El Festival por primera vez fue donde está el maíz, con la gente que lo produce.

Si le apetece una rosquilla en miel, tendrá que ser en su hogar.

Un nuevo intento por mejorar en el 2018. Esta vez la intriga y cizaña política perjudicó los planes y proyectos para la creación de la plaza del Festival. El boicot político no se hizo esperar, el Festival siempre fue un lucrativo negocio para muchos funcionarios municipales. Un comité conformado por personas honorables no cabía, sin embargo, ninguna directiva anteriormente utilizó los servicios de una oficina contable para llevar libros, las directivas del 2017 y 2018 dieron los informes en tiempo y forma.

La edición 43 queda para la historia y el juicio de la población. Sin embargo, de los festivales hay que rescatar muchas cosas positivas. El Festival del Maíz es el principal referente de la historia de Danlí, porque a través de este evento, en el que creyó Gonzalo Lovo Sevilla y sus colaboradores; dejó huellas positivas. Habrá que aceptar paladinamente que el endoso de Festival Internacional le queda demasiado grande, porque se convirtió en un evento local.

Desfiles organizados por la Casa de la Cultura durante el Festival del 2017.

La pregunta es: ¿la edición 43 fue la última? Solo el tiempo lo dirá. Este año será virtual. Tamales, elotes, atole y otros derivados no están al alcance por la pandemia. Afortunadamente allá en el campo en cada hogar, este año con el buen invierno habrá maíz para satisfacer las necesidades de la familia. En las edades y los tiempos, el número 40 es significativo.

Los cuadros de danza folclórica en las comunidades rurales dieron vida al festival en el campo.
La reina infantil del Festival 2017.
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