¿Qué pasó en ellos?: Rincones bohemios, recordados por sus anécdotas e incidentes…

¡HOLA, hola! Buenos días a todos. Son nuestros amables lectores los que marcan la pauta de estas entregas sabatinas. Ante los múltiples comentarios, reaccionando sobre lo publicado el sábado pasado en relación con aquellos comercios que visitaron en el pasado, surgieron muchas inquietudes.

Algunos apuntaron revivamos otros lugares en fotos, pero será en otra ocasión. Quedan pendientes. Hoy variemos un tanto para complacer a otro grupo, también numeroso.

PREFERIDOS POR…

De aquellos lugarcitos que dieron lustre a las andanzas bohemias capitalinas de un ayer, hoy les contamos.

También las nuevas generaciones nos honran con su lectura. Algunos de ellos, como Joshua Berríos (23) de colonia El Hogar, nos pregunta: “¿Adónde quedó ese restaurante Venecia? y si hay fotos. A mi abuelo escuché que lo visitaba con sus amigos los sábados y que almorzaban rico sin gastar en comida”. (¿?)

No era precisamente restaurante. Era una pequeña pero famosa cafetería en el centro de la ciudad. Al terminar la cuesta de La Fuente.

Muchos parroquianos llegaban ahí para libar sus cervezas. Era preferido por la clase de “bocas” que brindaba. Y la abundancia.

Toda clase de embutidos. Jamón, mortadela, sándwich, hot dogs, extremeños, copetines (choricitos).Con dos cervezas, los parroquianos almorzaban o cenaban, sin gastar mucho.

Eran los años setentas. Hoy les traemos la gráfica del sitio en que quedaba. Con el tiempo fue ocupado por otros negocios sufriendo cambios en su estructura.

EMBLEMÁTICOS

Ya les escribimos algo en ediciones anteriores sobre bar “Las Camelias”, cercano al parque Herrera. Tiempo después en una controversial demanda, era demolido. Hay más. Fue el preferido por los fanáticos del basquetbol capitalino para celebrar la victoria o derrota de su equipo preferido.

Así, se perdiese o ganase, las barras, después de presenciar los partidos del certamen colegial en el otrora gimnasio Rubén Callejas Valentine lo llenaban. Algunos olvidando las diferencias en el marcador. Lo tenían a unos cuantos pasos.

Otros. Hace poco nos referimos a un inmueble que existió en el propio centro de la capital. “Los corredores”. Les dimos detalles del incendio que en 1965 terminó con su vetusta edificación de madera en una controversial acción. Comentándose en el pueblón de entonces que -supuestamente- fue a propósito.

Aquí su otra cara. Este lugar acobijó a unas cantinas que frecuentaban los amantes del bios Baco. “La India” en su segunda planta, una de ellas. Nos cuentan que connotados poetas y escritores de renombre de la época eran asiduos clientes.

Ya al calor de los tragos daban rienda suelta a su intelecto con preciosos versos y poesías. Otros cantaban al son de populares melodías. Era sombrío en su interior, pero daba luz al arte de sus clientes con vena artística.

ANÉCDOTAS

Dicen que un famoso bardo de esos tiempos, cuyas obras aún perduran siendo históricos sus libros (omitimos su nombre por respeto a sus descendientes) salió trastabillando de este lugar. Derrotado por el alcohol se tira a la estrecha acera de enfrente de este inmueble a dormir “la mona”.

Cuando despierta, no puede ponerse de pie. Un conocido empresario de entonces, al que le quitaba el paso, le espetó: “quitate bolo de mier…” y este en el acto le gritó con voz aguardientosa: “¡Y vos peor, porque sos mier…de bolo!”.

Ello desata la hilaridad de los cercanos amigos de farra y de los transeúntes. Aquel bien vestido hombre a quien le era contestada su ofensa, se para ante él un instante. Sonríe irónicamente. Todos esperan algo peor. Quitándose su moderno sombrero y ante la ágil mente del bardo, no tuvo más que seguir su camino entre muecas llamada a carcajadas.

Aparte de otros negocios que albergaba este viejo inmueble como el Café de París, estaban otras cantinas. “El Colonés” y “Tabarán”, este en su parte baja.

OTROS

Muchos recuerdan un lugarcito en el centro del capital llamado “La Terraza de Don Pepe”. Les antecedió a otros “merenderos don Pepe”, diseminados en el casco histórico.

Contó con la atención personalizada de aquel generoso personaje que, venido de su natal Cuba, hizo de Honduras su segunda patria. Amenizaba el ambiente con un combo que interpretaba música en vivo.

Fue epicentro de la atención general de toda Honduras. No precisamente por su servicio. Una fresca mañana, la ciudadanía se despereza con la alarmante noticia que se habían robado la virgencita de Suyapa de su capilla en la aldea del mismo nombre.

Muchos días de nerviosismo, zozobra, en la intensa búsqueda de parte de autoridades y feligreses de la iglesia católica. Al final de un corto tiempo, este restaurante fue el notición del día.

La virgencita había sido dejada ahí por los malvivientes, en uno de sus baños. En su oportunidad hicimos un sendo reportaje.

ESAS VEDETTES

En los años sesenta, en el Barrio Abajo funcionó un night club que rápidamente se hizo famoso. “El Faro”. Ahí -dizque- se presentaban “vedettes internacionales”.

En aquella Tegucigalpa chica, el rumor se riega como pólvora. Se trata de guapas jóvenes desconocidas que vivían en las periferias de la ciudad. Nunca habían viajado ni a Comayagua.

Son reclutadas de esos “lejanos” lugares para que los clientes-ya de madrugada- no puedan reconocerlas fácilmente.

Con sus esculturales cuerpos, bien maquilladas y ataviadas con sendas pelucas, saltaban coquetamente al escenario y eran presentadas así: “¡Y ahoooora, directamente desde Colombia, la vedette internacional… Soooorayyyaa… la ardiente! (¡?)

El animador catracho hasta la cepa, pero con acento extranjero, continuaba: ¡Aquí en persona, con su sensual baile, después de su exitosa gira por Argentina, Chile, Brasil y Ecuador, hoy por primera vez aquí en Tegucigalpa, Honduras, ¡engalanado esta noche! ¡Qué suerte la de ustedes amigos!

Una esbelta silueta se desliza sensualmente. Al ritmo de la música estridente poco a poco deja ver sus atributos físicos envuelta en su diminuto bikini.

Frenéticos plausos y algarabía por su salida al escenario. Lo que nunca se imaginó la “vedette internacional”. Uno de los muchachos que estaban en la mesa enfrente, a pesar de las luces multicolores y muchas copas, se acercó y grita: ¡Miren cabro… si esa jodida es Rita, la hija de doña Moncha la de la pulpería, la pispireta del barrio!

Y la ¡Sooooraya…! Como trompo da rápida vuelta y corre a punto de perder el equilibrio con sus piraguas tacones altos, nuevamente al vestuario de donde nunca hubiera querido salir. Dejando aquel salón repleto de admiradores y carcajadas.

La música continuó. No volvería a salir a escena… a menos que ya se hubieran ido sus vecinos y amigos de su barrio El Tizatillo… (¡!)

Y POR HOY…

Y después de algunas risitas relax, por hoy hasta aquí. Hemos dejado otras HUELLAS imborrables. Arropadas en las inertes paredes de estos sitios que un día fueron famosos y que ya no están.

Solo han sido recordados hoy, en el devenir del tiempo… y por qué también fueron especiales…

¡QUE DIOS NOS CUIDE A TODOS DE ESTA COSA FEA!

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