Desempleo y pobreza en América Latina

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23 de septiembre de 2020
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01:00 am
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Desempleo y pobreza en América Latina

Noé Pineda Portillo
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La reapertura de la economía en los países postcoronavirus de América Latina, los sectores más interesados -banqueros e inversionistas- algunos ven la situación débil del Estado como una nueva fuente de estímulo para la tasa de ahorro y para alimentar el mercado de capitales. Privatizan empresas públicas con el criterio de que el Estado es un mal administrador, abren las fronteras, con cierto temor por Covid-19, para mercancías, capitales y flujos financieros, dejando al mismo tiempo sin protección a los pequeños y medianos productores, más débiles económicamente.

No hay duda, habrá transformación del rol del Estado, pasando de una economía centralizada, estatizante, de un Estado benefactor, de bienestar, que el escritor Octavio Paz bautizó como el “ogro filantrópico” a una libre, “social de mercado”, donde el Estado debe garantizar “solo” la libertad, para que en un régimen de igualdad de oportunidades, las personas puedan desarrollar sus capacidades y creatividades. Se propicia que el Estado intervenga de manera indirecta, por la vía de una política industrial, que ofrezca incentivos para que los empresarios inviertan más.

Los altos índices de desempleo en América Latina, han llevado al subcontinente a vivir una situación crítica de deterioro social creciente, sobre todo, el impacto en las familias como núcleo social. Los hijos de los pobres no tienen acceso a la educación, se enferman, están mal alimentados, no acceden a empleos productivos, no tienen capacitación, no tienen crédito y con ello se autogenera la pobreza.

La vida consiste para muchos núcleos familiares de la región, en un “círculo perverso” de carencias que se van retroalimentando y fortaleciendo, se constituyen en un modelo reproductor de pobreza, privaciones, degradación brutal de la calidad de vida y acortamiento de los años de existencia. Los grupos indígenas sufren problemas específicos, como escolarización menor que el resto de la población. Las estimaciones, antes de la pandemia, coincidían en ubicar por debajo de la línea de la pobreza a más del 50% de la población total de América Latina. Podemos imaginar ¿cuál será la situación actual?

No solo aumenta el número de pobres en términos absolutos y relativos (configuran hasta el 80% de la población en diversos países de la región, sino que hay un claro fenómeno de descenso del nivel cualitativo de la pobreza. Los pobres del 2020 son más pobres que los de 2018. El estrato de la pobreza que ha crecido más aceleradamente es el de los “pobres extremos”.

Los pobres extremos, siempre han tendido a ser en muchos países más del 50% de los pobres. Padecen de severas formas de desnutrición que afectan severamente su vida en todos sus niveles. El investigador inglés Peter Townsend afirma que “la pobreza mata”. Efectivamente, esa es la realidad de la región. La pobreza, con sus complejos de carencias y déficit nutricionales, es hoy una de las principales causas de muerte en América Latina. Se le atribuyen 1,500,000 víctimas anuales.

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