Más sobre voto electrónico

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1 de octubre de 2020
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Más sobre voto electrónico

Por: Jorge Roberto Maradiaga
Doctor en Derecho Mercantil, catedrático universitario y especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial.

En función de la trascendencia e importancia del voto electrónico, nuevamente abordamos la temática, en función de que estamos inmersos en el contexto de la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación y que justamente como consecuencia de la difícil situación que estamos viviendo por el COVID-19, al no poderse realizar muchos eventos o accionares en forma presencial, tiene que recurrirse al mecanismo tecnológico.

Como se recordará el próximo año (2021) por una parte los partidos políticos debidamente inscritos, deberán realizar las denominadas elecciones internas y luego en noviembre vendrán las elecciones generales en las cuales habrá de elegirse al nuevo presidente, diputados y alcaldes. En función de la difícil situación que estamos viviendo, reiteramos que hoy más que nunca se torna un imperativo la implantación del voto electrónico.

Obviamente, el establecimiento del voto electrónico, en las próximas elecciones es una de las primeras respuestas que se daría al desafío de las nuevas tecnologías. Indiscutiblemente, este sería un primer paso que se daría en el proceso de modernización de la vida política, mejorando los procedimientos electorales y educando a la población en la utilización de las nuevas tecnologías que abren unas perspectivas de gran trascendencia en el desarrollo y materialización de participación democrática.

Recuérdese que una acepción amplia del concepto voto electrónico, implica la referencia a todos los actos electorales factibles de ser llevados a cabo apelando a la tecnología de la información. Estos incluyen el registro de los ciudadanos, la confección de mapas de los distritos electorales, la gerencia, administración y logística electoral, el ejercicio del voto en sí mismo culminando con los escrutinios, la transmisión de resultados y su certificación oficial.

Si concretamos una acepción restringida del término voto electrónico, haríamos referencia al voto digital entendiendo por tal a la posibilidad de votar utilizando Internet, o al voto electrónico, realizado por medio de máquinas y programas que no están conectados a la Red de Redes.

En todo caso, hay quienes señalan que en el estado actual del desarrollo tecnológico el voto utilizando internet no puede aceptarse, pues apuntan que no se asegura la expresión efectiva del votante (puede ser suplantado en la emisión del voto) y tampoco la privacidad (secreto) del voto, pero no cabe la menor duda que en ello la tecnología ha avanzado sustantivamente.

Más bien podemos puntualizar, que el establecimiento del voto electrónico en las elecciones, es una de las primeras respuestas que se da al desafío de las nuevas tecnologías. Es, por ende, un primer paso en el proceso de modernización de la vida política, mejorando obviamente los procedimientos electorales anteriores (que han representado millonarios costos, tal como lo demuestran los hechos concretos) y educando a la población en la utilización de las nuevas tecnologías, que indudablemente abren nuevas perspectivas e interrogantes de gran trascendencia en el desarrollo de las formas de participación ciudadana en el marco de la democracia.

Con gran sustento, hoy en día se evidencia que el voto electrónico también favorece la claridad y objetividad de los procedimientos electorales y la autenticidad del voto, al obligar al ciudadano a emitir su voto en forma personal, impidiendo por tanto los condicionamientos que en la emisión del voto se puedan derivar de la inexistencia de la obligación de realizar la selección de la papeleta de voto de forma personal y secreta.

Indudablemente, el voto electrónico es un instrumento privilegiado para fomentar la participación ciudadana en la gestión de los asuntos públicos. Es de destacar que existe la posibilidad de hacer consultas periódicas, con mayor o menor grado de vinculación, sobre los temas de actualidad, lo cual contribuiría a estrechar las distancias entre las autoridades y la ciudadanía en general.

Estoy seguro y convencido que la inmensa mayoría de nuestros compatriotas (hombres y mujeres) coinciden conmigo en la necesidad ingente de la implantación del voto electrónico en nuestro país y precisamente por ello, hago un llamamiento fraterno y patriótico a todos los gremios organizados (profesionales, empresariales, laborales, etc.), a las universidades, a todos los centros de enseñanza, así como a todos los jóvenes a que participen activa y protagónicamente en la difusión de esta temática exigiendo por supuesto su consiguiente e inmediata implantación, así como también la implantación del gobierno electrónico, pues ello representará un avance sustantivo y efectivo en la consolidación de una efectiva, transparente y funcional democracia.

En esencia la utilización del voto electrónico entrañaría una reducción sustantiva de costos (millones de lempiras) y una efectiva transparencia en el proceso electoral, lo que tanto anhelamos los hondureños bien nacidos.

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