El lado oscuro de la política

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16 de octubre de 2020
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12:01 am
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El lado oscuro de la política

Condiciones esenciales de buen gobierno

Por: Aldo Romero
Periodista y catedrático universitario

En política no importa si haces el ridículo, dicen algunos “estrategas” de campaña, a falta de credibilidad y un discurso fundamentado y honesto nunca está de más entrar en el teatro de lo absurdo, si, ese permanente juego que busca llamar la atención de los electores mediante acciones que quizás nunca en su vida practicaron, caminan grandes trayectos, amarran zapatos, bailan punta, abrazan a los adultos mayores, cargan niños, comen tortillas (si hay) en las cocinas más humildes y hasta se sientan en el campo a pelar elotes.

Quienes aspiran a un cargo público y con mayor énfasis a la Presidencia de la nación se valen a toda costa de la propaganda de campaña como arte para realizar sus fantasías, dramatizan un estilo de vida que no conocen, crean visiones retóricas de su personalidad que los publicistas aprovechan para convertirlos en figuras “necesarias e insustituibles” pues a falta de legitimidad, hay que buscar cercanía temporal mediante la manipulación de las causas populares.

Honduras experimenta en la actualidad la más grave decadencia de su clase política, nunca como hoy tanta desfachatez, tantos malos y cuestionados personajes mostrándose como figuras compasivas, solidarias, intachables y comprometidas, nunca como hoy el lado oscuro de la política agrupándose en el tripartidismo en busca de mantener su influencia, poder y beneficios.

En el ejercicio del poder político no hay límites, la ambición, la codicia y la avaricia, se han convertido en nocivas manifestaciones de control social con el fin de establecer un sistema en el que la autoridad y el liderazgo a menudo se traducen en mecanismos coercitivos totalmente opuestos a los principios fundamentales de la democracia.

Sin embargo, gran parte de la responsabilidad de esta decadencia política recae en los votantes, esos acostumbrados a las tradiciones, al voto duro, a la mal llamada disciplina partidaria, a seguir y vitorear a líderes mesiánicos sin importar que no sean los mejor calificados cuando lo que se requiere son votantes informados y actualizados de lo que acontece en el país, no adscritos ni militantes por conveniencia a un partido político, electores conscientes, que voten en función de los antecedentes o propuestas que avalan o descalifican a determinado político.

Ante la degradación de la figura del político como promotor social de desarrollo y crecimiento y el desinterés ciudadano prima la demagogia y la escasez de propuestas en el abordaje de temas prioritarios, seguiremos sin respuestas a preguntas fundamentales ¿de qué problemas se van a ocupar una vez que estén en el poder?

En la carrera por la postulación presidencial los votantes deberían pesar en la balanza el lugar que ocupan en la agenda de los candidatos, cuál es la visión de trabajo desde la perspectiva social, económica, de política interna y externa entre otros.

También se debe considerar qué tipo de personas son, cuál es su trato con los demás, su historial de vida personal, familiar, profesional o empresarial, tienen o no procesos judiciales pendientes, si han cometido o se han visto involucrados en actos reñidos con la ley, valoraciones que identifiquen si son o no merecedores de dirigir los destinos del país.

La nueva campaña electoral que se nos viene plantea un gran dilema para la nación y sus habitantes, permitir la consolidación de ese lado oscuro y degradado de los partidos políticos o abrirse a liderazgos nuevos, transformadores, estratégicos y organizados, con anhelos de renovación y revitalización de cuadros, las democracias urgen de partidos políticos, que hagan de la política una actividad honesta, dinámica y acorde con las exigencias ciudadanas.

@aldoro/[email protected]

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