Otto Martín
Lo increíble ha sucedido, un personaje de ficción ha sido afectado por el COVID- 19 y de paso toda la industria del entretenimiento. La última película de Bond estaba por estrenarse en abril y, a consecuencia de la pandemia, fue pospuesta hasta noviembre. Resulta que el COVID-19 no es tan fácil de eliminar como los enemigos de 007 y ahora se supone que su premiere sea en abril 2021, con la fecha exacta por definirse.
Cada mes que transcurre los costos financieros ascienden nada menos que a un millón de dólares, así que para abril, 2021 serán 12 millones de dólares. Muchas películas destinadas a los cines han recurrido a Netflix, Amazon y otras plataformas como tabla de salvación ya que de lo contrario, nunca serán exhibidas. James Bond -mejor dicho- los productores trataron de hacer lo mismo pero la noticia es que pretendían demasiado dinero y hasta el momento nadie ha hecho una oferta satisfactoria para ellos.
El agente 007 deberá ser uno de los primeros en probar algún tipo de vacuna financiera. Mientras tanto, qué va a suceder con los cines?. Si ya antes de la pandemia existía la tendencia a ver las películas en las casas, ahora la cosa es mucho más complicada.
Los servicios de “streaming” se han ido haciendo muy populares por varias razones tales como su costo, enorme variedad, facilidad para suspender y volver a ver después y, sobre todo creo yo, porque a diferencia de un cine donde uno paga por entrar (y gasta una fortuna en palomitas) y se tiene que aguantar una película pésima, salirse furioso antes de que termine o dormirse hasta que enciendan las luces, en estas plataformas uno se da cinco minutos a ver si es buena y, de lo contrario y sin costo alguno se sale y busca otra.
Otra de las ventajas son las “series”, algunas de las cuales son pésimas y otras, afortunadamente, magníficas, lo que no se da en los cines.
Toda la industria del entretenimiento -así como muchos otros negocios del ramo- tienen un futuro incierto.
Ballet, conciertos, obras de teatro, espectáculos circenses, magos, cantantes, todos están siendo víctimas de la pandemia.
Parques temáticos como los de Disney han visto reducidos enormemente sus ingresos, no solo por el período que estuvieron cerrados pero porque, después de la reapertura, el distanciamiento físico exigido y -por otra parte- la situación económica y el miedo al contagio han alejado a muchos visitantes.
Mencioné las palomitas de maíz? Quizás muchos ignoren que el verdadero negocio de los cines no es necesariamente la taquilla; la venta de golosinas es su principal fuente de ingresos y la que más ganancia produce.
Esa actividad es tan rentable que muchas películas de éxito asegurado negocian con los cines de manera que toda la taquilla va para los productores mientras que quienes la exhiben se tienen que conformar con la venta de palomitas y similares y aun así ganan dinero.
Qué sucederá con los que producen el maíz del cual se hacen las palomitas? Tendrán que dejar de sembrarlo hasta que termine la pandemia? Y si las costumbres cambian y la gente no regresa a los cines o no lo hace en las cantidades que acostumbraba?
Hot dogs, nachos, chocolates, gaseosas, hasta las mismas pajillas y vasos desechables, todos tienen gran parte de su negocio en juego, al igual que la mayoría de las empresas en todo el planeta.
Otro “daño colateral” son las parejillas de enamorados que han perdido una excusa para verse en uno de los refugios oscuros más aceptados por sus padres.
Casinos, “resorts”, lugares de esquí en nieve y acuáticos, todos han sido -y seguirán siendo afectados- en mayor o menor grado.
Cuando todo esto termine, cuando sea cien por ciento seguro salir a la calle, montarse en un avión o compartir el cochecito de una montaña rusa, veremos cuáles negocios serán víctimas permanentes de todo “Lo que el Viento se Llevó”.
Circense: relativo a los circos.
Nota: El famoso Cirque du Soleil, otrora multimillonario negocio se declaró en quiebra hace unos cinco meses.
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