MEJOR PAPELES

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4 de diciembre de 2020
/
12:34 am
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MEJOR PAPELES

HASTA aburrido resulta referirse a las elecciones venezolanas. Más o menos esto resume el criterio de todo observador imparcial: “El próximo domingo habrá en Venezuela un espectáculo paradójico”. “Los comicios parlamentarios del 6 de diciembre, para elegir una nueva Asamblea Nacional, solo son un espejismo democrático para aniquilar el último resquicio de democracia que queda en el país”. “Pero más que una paradoja es una estrategia”. Sobre esta nueva mímica comicial, la Conferencia Episcopal venezolana emitió un comunicado advirtiendo que “el evento electoral convocado para el próximo 6 de diciembre, lejos de contribuir a la solución democrática de la situación política que hoy vivimos, tiende a agravarla y no ayudará a resolver los verdaderos problemas del pueblo”. Los obispos aducen que “el pueblo venezolano anhela ciertamente un cambio pacífico de la situación, para lo cual quiere expresarse con el voto, en condiciones justas, equitativas y de igualdad para las partes”.

Las tácticas de la autocracia venezolana han cobrado publicidad en boca del equipo jurídico de POTUS. En su alegato del supuesto masivo fraude electoral responsable de la derrota del candidato republicano. Dizque el software con que se contabilizaron los votos –que voltea el resultado para que el dictador siempre salga ganando– fue auspiciado por Cuba y creado en Venezuela. (Y aunque el supuesto que la autocracia venezolana pudo haber interferido en las elecciones norteamericanas linda con la ficción, no deja de haber razón que los sistemas informáticos usados allá son herramientas para amañar el escrutinio. Por eso mejor no caer en esos sistemas sofisticados de máquinas electrónicas. Papelitos hablan. Y lo recomendable es utilizar boletas electorales de papel –no el voto electrónico– para que los representantes de los partidos en las mesas electorales computen la votación contando las papeletas. Por supuesto que con la observación necesaria para garantizar transparencia). Sobre esas denuncias del equipo de abogados de POTUS, los demócratas y la prensa no oficialista las califican de un cuento descabellado. Lo toman como otra de las muchas teorías de conspiración utilizadas a lo largo de la campaña para restar legitimidad a los resultados. Retomando el tema de las elecciones parlamentarias en Venezuela. 27 de los partidos opositores, congregados en la Mesa de la Unidad Democrática, no participarán en esa farsa del domingo.

El gobierno –aducen– no ofrece garantías de honestidad e imparcialidad. Guaidó –ya bastante debilitado– la Asamblea Nacional y su presidente han convocado a una Consulta Popular que tendrá lugar del 7 al 12 de diciembre. El acto busca validar, en la calle, el poder popular de la oposición frente a la autocracia. Sin embargo hay uno que otro opositor enchufado con el régimen, dispuesto a participar. Haciéndose la ilusión que Nicolás se va si es derrotado. Nicolás les ha dicho estar dispuesto a tomar la elección del domingo como “plebiscito presidencial”. Y ha seducido a los ingenuos que si pierde la elección se va de la presidencia. Ya ven. Nicolás otra vez consiguió dividir a los opositores. Unos que no participarán llamando a la abstención, y otros que sí lo harán, con inocencia tal que da hasta lástima. Apuestan con derrotar a Nicolás –a las maquinitas mentirosas que tiene en el obediente tribunal electoral contando los votos– y que va aflojar el poder. (Sí, cómo no.)

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