Los hondureños descargaron todas sus emociones acumuladas a lo largo del 2020, quemando el “Año Viejo”, ese popular muñeco lleno de trapos y petardos, sacrificado el 31 de diciembre a las 12:00 en punto de la noche, como desquite de todo lo malo a lo largo de 365 días.
Los populares muñecos o monigotes ardieron por todos los puntos cardinales del país, pero con mayor énfasis en Tegucigalpa, donde la vieja tradición está más arraigada y siempre viene acompañada de burlas, picardía, diversión, humor y mucha emotividad sobre personajes, momentos y circunstancias de la vida nacional y mundial.
Y este año había suficiente “leña” para echarle al fuego: El fatídico confinamiento por la pandemia del coronavirus, las andanzas políticas y hasta personajes populares de las redes sociales, como el polémico apóstol Santiago “Chago” Zúniga, entre otras figuras.
Con todo este “combustible”, las principales calles y avenidas de los barrios populosos de la capital se iluminaron a la medianoche con la multitud en algarabía alrededor del “Año Viejo”, presa de las llamas y los bulliciosos petardos y diferentes artilugios de pólvora.
LA TRIBUNA recogió algunos de estos precisos momentos en vivo, pero las redes sociales también mostraron fotografías y videos de los “años viejos” más pedidos para esta temporada decembrina.
Hubo de todo tipo y tamaños, incluso, personalizados, pero sin ninguna duda los del COVID-19 fueron los “años viejos” que los hondureños lanzaron más a las llamas y al pasado. (EG)