2021, año electoral

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6 de enero de 2021
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01:11 am
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2021, año electoral

Marzo de mujeres

Carolina Alduvín

Pasadas las festividades decembrinas, celebradas en forma atípica y con nostalgia por tiempos mejores, abrimos paso a la esperanza por un año mejor, no sin una buena dosis de incertidumbre por las limitaciones y deudas derivadas de una economía golpeada, tanto por la emergencia sanitaria que, pese a haberse manejado mejor en países con recursos mucho más abundantes, no ha terminado, sigue en ascenso, golpea a los más vulnerables y sigue siendo el mejor pretexto para continuar con prácticas corruptas y altamente lucrativas en la adquisición de insumos para enfrentarla, mientras al personal de primera línea en clínicas y hospitales, o se les niega el equipo de protección, o se les proporciona de calidad tan mala, que no cumple su función.

Gobernantes de todo el mundo han entregado sus mensajes de temporada a su población, coinciden en enfatizar las lecciones aprendidas del año recién concluido, duelo por quienes no sobrevivieron y en enumerar las razones para que los indicadores económicos se vean propicios y esperanzadores. El nuestro, no ha sido la excepción, el problema es que casi nadie le cree; es difícil hacerlo desde el hacinamiento de los albergues, desde los patrimonios destrozados, desde las cosechas perdidas, el ganado ahogado y las viviendas con lodo hasta los techos, desde el desempleo y el cierre de las fuentes de empleo y desde el hartazgo que producen la delincuencia común, organizada y de cuello blanco, pornográficamente reflejada por los medios.

Sin embargo, es año electoral y quienes han hecho de la política su modus vivendi, volverán a la carga para conservar o ampliar sus privilegios; sin duda, veremos nuevas caras en numerosos carteles, contaminantes visuales de postes, muros y obra pública. Sufriremos otra atosigante avalancha de campañas proselitistas, de esas que nos marean con insulsas tonadas repetidas a saciedad, que nada dicen a quienes ignoran si habrá comida en la mesa o evitarán ser lanzados a la calle. Al menos las agencias de publicidad podrán sobrevivir, es costumbre que se pague con esos mismos fondos que se esquilman a la población trabajadora y se entregan mediante la inmoral práctica conocida como deuda política, también se estila vender el alma al diablo.

Que vienen las vacunas… todo un tema, sin duda, una de las mejores oportunidades para hacer demagogia y ¿por qué no?, también para hacer lo correcto. Pero, en un año electoral, pensemos en cuál es el escenario más factible; lo cierto es, que la población está desesperada por salir del confinamiento y volver a lo que conocimos como normalidad, solo que la solución no es tal, mucho menos mágica. Suponiendo que el tema de financiamiento estuviera resuelto, la pregunta sería: ¿con cuál de todas las opciones nos la vamos a rifar? Respuesta: el que paga, manda.

Hasta ahora, la literatura científica no politizada indica que la más segura es la desarrollada por los rusos, altamente criticada por salir al mercado sin ser probada en fase 3, esa que debería durar algunos años; sin embargo, las desarrolladas en países occidentales, para no perder el mercado y ante la presión por recuperar la vida que conocimos, también se están distribuyendo y aplicando sin completar la fase 3, es decir, los efectos secundarios y la duración de la protección están por verse, la que venga a Honduras será de este tipo. Se supone que personal sanitario en primera línea y grupos de alto riesgo tienen prioridad, eso igual que la fase 3, está por verse.

El partido en el poder difícilmente va a desaprovechar la oportunidad de hacer demagogia con la distribución y aplicación de este bien estratégico que, independientemente de ser placebo o el producto real, va a terminar por relajar la poca conciencia y precaución que logró desarrollarse en el año que cerramos. Igual, será la esperada justificación para reanudar las actividades que generan grandes aglomeraciones, como antros, conciertos públicos y concentraciones políticas con simpatizantes acarreados, en las que, las medidas de bioseguridad esenciales como el uso de cubrebocas y prudente distancia interpersonal terminarán valiendo sombrilla.

La supuesta oposición, dividida entre el rojo y blanco que vio mejores épocas antes de la partición y el rojo de los refundidores, propiedad de aquel que garantiza las gaseadas más efectivas, cortesía de los garantes del orden público, tiene muy pocas oportunidades si no controla el codiciado fármaco. Se pronostica que verde, naranja y amarillo, harán de fiel de la balanza, ya hemos visto en cuáles condiciones, o de acuerdo al interés general, si no hay de otra.

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