El gobierno Joe Biden

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19 de enero de 2021
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01:54 am
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El gobierno Joe Biden

Carlos López Contreras

En abril de 2019 escribíamos (El informe Mueller), que en 2017 Robert Mueller III fue designado fiscal especial para investigar la denunciada interferencia rusa en las elecciones generales de Estados Unidos de 2016, quien durante dos años siguió pesquisas que dieron lugar a la imputación de 34 personas, incluyendo a 6 exasesores del candidato presidencial Donald Trump.

Un resumen de las principales conclusiones del Informe Mueller, según el informe del Secretario de Justicia a las Comisiones Judiciales del Congreso, señalaba que no hubo colusión entre la campaña del candidato Trump y la interferencia rusa.

Durante dos años los políticos en Estados Unidos apostaban, por un lado, a que el Informe Mueller implicaría a Trump y daría lugar a un juicio político para sacarlo de la presidencia y, por otro, que Trump saldría fortalecido del informe y listo para buscar la reelección.
De todas maneras, la oposición demócrata en la Cámara Baja puso en marcha el juicio político, pero Trump se presentó a la reelección.

Dado el conjunto de circunstancias adversas del 2020 (pandemia, despidos laborales, recesión económica y una campaña política polarizada), las encuestas apostaban a que Trump perdería las elecciones por al menos 4 puntos.
El resultado de las elecciones del 3 de noviembre fue sorprendente: las encuestas se equivocaron nuevamente, pues la diferencia en voto popular fue menos de 1 por ciento en favor de Joe Biden, pero los votos electorales fueron notablemente favorables para Joe Biden.
Trump y su equipo de abogados cuestionaron los resultados en unos seis estados que eran claves para la victoria o la derrota, en términos de votos electorales. Acudieron a diversas instancias judiciales sin lograr el resultado deseado.

Los entendidos dicen que la denuncia del fraude electoral es común a todas las sociedades políticas democráticas: no suelen producirse en la votación, sino que, en la contada, mediante manipulación.
Lo curioso es que se cree que quien puede manipular los resultados es el partido de gobierno y, correlativamente, es la oposición quien los impugna. En el caso de Estados Unidos, ha sido el partido de gobierno quien los impugna. Según el presidente del Senado, señor McDonell, a nadie debería extrañar la impugnación que es un medio jurídico que fue utilizado por los demócratas en varias elecciones presidenciales, la última en 2016.

Lo sorprendente es que, en América Latina, cuando la oposición pierde las elecciones e invoca fraude por manipulación electoral, sus simpatizantes a veces acuden a la violencia (toma de carreteras, incendio de centros comerciales, violencia contra las fuerzas del orden, etc.), en Estados Unidos este año los actos de violencia provinieron de sectores simpatizantes del partido de gobierno, al extremo de asaltar y cometer tropelías (saldo 5 muertos) en el Capitolio.

A raíz de esos incidentes violentos, la ciudad de Washington ha sido militarizada para la toma de posesión que tendrá lugar el 20 de enero próximo. Se dice que hay más soldados en la capital estadounidense que en Irak y Afganistán juntos, más de 25 mil soldados.
Con todo y que ha sido reconocido por el Congreso el triunfo demócrata, la Cámara Baja ha puesto en marcha un nuevo juicio político contra Donald Trump, siendo el único presidente que ha sido sometido a dos juicios durante su período presidencial. Los dos juicios políticos, al parecer, quedarán inconclusos, al menos antes de la toma de posesión del nuevo gobierno.

La gran pregunta es, ¿cuál será el destino del Partido Republicano?
En mi opinión, volverá a convertirse en una alternativa de gobierno en forma similar a lo que ha ocurrido históricamente en el Reino Unido. El bipartidismo es muy similar: los conservadores mientras están en la oposición son de derecha, pero en el poder, se identifican con el régimen de bienestar social. Lo mismo ocurre con el partido laborista, siendo radical de izquierda mientras están en la oposición, y de bienestar social en el poder. En Estados Unidos los dos partidos son democráticos, pero dentro de cada uno existen tendencias de izquierda, centro y derecha; de tal suerte que, en algunas campañas, según la tendencia de la opinión pública, los partidos serán centro izquierda o centro derecha.

El fenómeno Trump, en mi opinión será una etapa transitoria en la historia del Partido Republicano. Hay que recordar que en las internas, Trump se autoproclamaba como el candidato de un movimiento, antes que del Partido Republicano; cuando ganó las internas, desde luego se presentó como el candidato presidencial del Partido Republicano, pero no fue apoyado por los dirigentes más emblemáticos del partido. Con Trump en la candidatura en 2015, el Partido Republicano se solidarizó con su candidato y triunfó.

¿Será posible un retorno de Trump en las elecciones del 2024? Lo considero improbable. Sin embargo, los demócratas al parecer le temen y por ello quieren dar continuidad al proceso político después de la toma de posesión, con el fin de despojarlo de la posibilidad de que se vuelva a presentar.
Habría que considerar la edad de Trump y la posibilidad de un efecto bumerang, si se prosigue el juicio político, porque en el 2024 podrían enfrentar un “trumpismo” sin Trump.

Al pueblo americano y a Honduras les conviene un Estados Unidos de América bajo el mandato de Joe Biden, con sentido unitario, fuerte económica, política y militarmente.
Además de la pandemia, el mundo continúa enfrentando amenazas peligrosas para la estabilidad y la paz internacional.

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