Política, verdad y pruebas

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19 de enero de 2021
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01:51 am
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Política, verdad y pruebas

Juan Ramón Martínez

El comportamiento verbal de algunos políticos de oposición, da la impresión que la actual campaña, causará mucho daño a Honduras. Mucho más que la pandemia y las tormentas que, tanto la afectaron. Lo que a los historiadores no nos sorprende; ni siquiera a los que, cómodamente ven para otro lado. Al fin y al cabo, la causa para que Honduras no sea una mejor nación; el escaso desarrollo que tiene; la pobreza que sufre cerca del 70% del pueblo, y el irrespeto que nos dispensan desde el exterior, se origina en la operación de una clase política que, no ha sido capaz de organizar y operar partidos políticos democráticos. Y ella, resistir a la tentación que le plantea las urgencias del caudillismo. Ni tampoco, desarrollar un discurso y una interpretación de la realidad, coherente con los hechos que enfrentamos diariamente.

Los políticos son, estructuralmente, mentirosos. O por lo menos, resistentes a decir la verdad. Por ello construyen visiones falsas de la realidad. Y, encuentran compatriotas que les creen. Pero, además, a imitación de Trump, tenemos en Honduras, políticos que hacen acusaciones sin las pruebas que, sostengan sus afirmaciones. Salvador Nasralla, posiblemente el más mentiroso de los políticos de la última hornada, –que creíamos que traería a la política un aire nuevo y renovador–, ha acusado a Eduardo Maldonado y a su Canal HCH, de estar asociado con el narcotráfico. E, incluso, en forma directa, en una entrevista con periodistas del mismo canal, que el 50% del patrimonio de este, es de narcotraficantes que, como corresponde en asuntos de tanta seriedad, no mencionó por sus nombres. Y con una arrogancia que escandaliza, de quien no solo menosprecia al Estado de derecho, sino que nos trata de estúpidos a los hondureños, no ofrece ninguna prueba que sostenga sus peligrosas acusaciones. Convencido que, en este país, no existe un sistema de justicia que proteja a nuestras instituciones, defienda los derechos al honor de las personas; ni menos, respete la integridad y credibilidad de los jueces y los tribunales. Nasralla está convencido que es superior a todos, que puede mentir y que además, el sistema judicial, le permitirá por debilidad, la impunidad, que le permite decir y hacer todo lo que quiere.

Maldonado es, posiblemente uno de los periodistas más exitosos de los últimos años. Trabajador, con capacidad enorme para entender las necesidades de sus televidentes, ha convertido a su canal en uno de los más influyentes. A estas alturas, debe estar consultando a sus abogados, para demandar a Nasralla. Si no lo hace, le hará un flaco servicio a la sociedad, a la política y a Honduras. Porque, si los políticos no pueden controlar su lengua y dicen mentiras, haciéndole daño a las instituciones, comprometiendo, la paz y la tranquilidad nacional, sin que hagamos algo para rechazar sus irresponsabilidades en defensa de la tranquilidad de la nación, nos volvemos cómplices de Nasralla, dándole oxígeno para que nos siga manipulando, alterando incluso su biografía personal y amenazando, sin pruebas, a quienes ejercen la función de informadores que, al margen de su estilo, merecen el respeto y consideración de los hondureños.

Por ello, al tiempo que rechazo la afirmación de Nasralla, porque nadie debe decir que “la mula es mora, si no tiene los pelos en la mano”, insto a Maldonado para que, usando su popularidad, se ponga de pie y le responda a Nasralla, demandándole que presente pruebas de sus acusaciones, de lo contrario, como decíamos antes, se volverá cómplice, y le dará ánimos a Nasralla para que siga destruyendo la confianza de la ciudadanía, en las propuestas de los políticos, y en su capacidad de construir una visión de la realidad que comparta con sus seguidores. El país necesita políticos respetuosos, que representen formas nuevas de hacer política. Y que, en vez de estar ofendiendo a periodistas, lo que necesitamos y exigimos, es que muestren su lectura de la realidad; y nos propongan, las formas y procedimientos para transformarla. La política es una ciencia y un arte. Como ciencia, debe honrar a la verdad. Como arte, a la imaginación, para proponer formas concretas para orientarnos en la tarea de cambiarla, colocándola al servicio colectivo. Maldonado, debe darle una lección a Nasralla. Ayudará a moralizar la política, evitando que usen la mentira para incomodarnos y volvernos infelices.

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