“LA GALLINA CIEGA Y EL MORMOLYCION”

MA
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12 de mayo de 2021
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12:25 am
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“LA GALLINA CIEGA Y EL MORMOLYCION”

LOS juegos infantiles de la antigua Roma siguen siendo atractivos en la actualidad. Uno de ellos, el de la gallinita ciega. Solo que ese perdió popularidad. Fue durante mucho tiempo entretenimiento de los chigüines que salían al campo. O se divertían con sus compañeros correteándolos por los patios de sus casas o bien en los jardines, a la hora del recreo en las escuelas. Hoy, los cipotes tecnológicos no disfrutan de esos pasatiempos al aire libre. Pasan encerrados entre cuatro paredes, en las salas y dormitorios frente al plasma, adictos a los videojuegos de sus aparatos digitales. El esparcimiento infantil pasó hoy a ser modo de distracción de los adultos. Especialmente de los políticos. Ellos juegan a la “mosca de bronce” –parecido a la gallina ciega– como en tiempos de los romanos. Consiste en vendar los ojos a un niño y se grita “yo cazaré la mosca de bronce”, mientras el resto responde: “tú la cazarás pero no la atraparás”. Corren zumbando hasta que el vendado a tientas atrapa a uno de ellos.

Eso sucede con los temas que los políticos escogen para mantener entretenida a la opinión pública. Se vendan los ojos y pegan carreras de loco persiguiendo a sus compañeros, mientras los otros se esquivan para que no los agarren con algún tema de interés nacional. Nada de plantear soluciones a los problemas del desempleo, a la fuga masiva de migrantes en caravanas porque aquí no hay trabajo, al colapso económico, a la emergencia sanitaria, a la falta de vacunas, en fin, el mar y sus conchas. De los problemas que aquejan al pobre pueblo pobre, no hay debate y menos soluciones. Escuchen de lo que van a hablar a los foros, y sobre lo que versa la temática de sus entrevistas. Solo superficialidades sectarias. Para mantener a la opinión pública divagada con distractores, ya que para el análisis de las cosas serias se ocupa saber, leer y estudiar y nada de ello, desgraciadamente, es su fuerte. Lo que tiran como globo sonda es un remedo de una tal “opción B” cuya factibilidad real está en los cuernos de la luna. Aparte, sin ingenio para etiquetar la fallida propuesta de otra manera. Ya que esto a lo que le denominan “opción B”, en nada se parece a la finada “opción B” que los militares le clavaron a los políticos de aquel tiempo, en los cuarteles de la Fuerza Aérea, a mediados de los 80 que, por andar manoseándolo todo, habían provocado una crisis. Y allí andan todos zumbando, capeando al cipote vendado para que no los alcance. Si no es esa es la segunda vuelta. Que en varios editoriales planteamos a su debido tiempo cuando se podían hacer las reformas constitucionales. Pero, pese a que fue enviada como iniciativa del CNE, ninguna bancada la introdujo al pleno.

A falta de presión de las formaciones políticas de oposición –por razones obvias el oficialismo se opone a esa fórmula– aquello no prosperó. Ahora –¿y por qué no pitaste antes?– es que el balotaje que planteamos hace meses, sin que nadie presionara para ello, vuelve a asomar la cabeza. Nada de la problemática nacional se debate. Sobre las cosas que importan a la gente para atender urgencias de su vida diaria, al amable público lo mantienen en el limbo. Son gallos para hablar de cualquier otra cosa que divague al auditorio. Y sobre el tema al que son adictos, los asuntos meramente políticos, nada resuelven. No hay ley electoral completa y definitiva todavía. Las primarias se llevaron a cabo con remiendos de ley, porque no pudieron entregar una ley entera y concluyente. A eso es que debiesen estar dedicados. Y en proveer recursos suficientes al CNE para que pueda poner en funcionamiento ese rosario de exigencias que quieren para que las elecciones sean dizque seguras, limpias y confiables. Pero estamos a 16 días para la convocatoria a elecciones generales y en el CNE no saben si calendarizar el proceso con la vieja ley o lo que va a ocurrírseles poner en la nueva. De momento, solo pasan en pleito de temas fantasmagóricos para azorar espasmódicos. Como el otro juego de mozalbetes heredado de la antigua Roma. El Mormolycion, que era esconderse detrás de una puerta y salir de repente a dar sustos con una máscara. Solo que en estos tiempos de la peste del coronavirus es con mascarillas que salen. (Algunos, porque los boca abiertas andan con la jeta pelada, y en los foros destapada). Si no hay habilidad para consensuar alianzas –que es en lo que debiesen empeñarse los partidos de oposición– pues, mejor entreténganse buscando al Sisimite. A ese lo han visto en los pueblos. Cuentan que volvió a aparecer.

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