Hablaron los obispos

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14 de junio de 2021
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12:03 am
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Hablaron los obispos

Por: Edmundo Orellana

Es la única voz sensata del país, pero no se escucha. “Somos un pueblo religioso”, aseguran los obispos. No lo pongo en duda, pero los dirigentes políticos se comportan como si no lo fuesen; y, quizá, no lo sean, o no lo sean tanto.

Las primarias, según el comunicado, fueron un “teatro electoral” bajo la responsabilidad exclusiva de los dirigentes políticos de los partidos, cuyo comportamiento, según los prelados, estuvo marcado por la corrupción y el abuso de poder. Les faltó decir que estas picardías las financiaron con dinero del pueblo empobrecido y diezmado por la pandemia, cuyos problemas fueron ignorados en esa farsa electoral. Para refinar la corrupción y el abuso de poder: ¡ahora exigen exoneración total de pago de impuestos!

Piden el voto despreciando al votante. Lo someten, ofreciéndoles recompensas, y los humillan, dándoles migajas, a cambio de su voto. En las mesas los obligaron a cometer delitos, falsificando las actas, y, luego, para calmar su conciencia (si la tienen), lo justificaron diciendo que las adulteraciones ocurrieron porque sus activistas no saben sumar. Además de someterlos, humillarlos e incitarlos al crimen, los insultan.

Ese es el perfil de la mayoría de los que aspiran a dirigirnos. Responde más al de mafioso que al perfil idóneo del candidato que menciona la jerarquía religiosa. Carentes de aptitud, simulan tener actitud para desempeñarse en el cargo para el que se postulan. Los problemas nacionales no captan su interés salvo para perorar vacíos discursos sobre lo que harán, poniendo al descubierto su falta de conocimiento sobre las responsabilidades que demandan esos cargos. Candidatos a diputado ofreciendo lo que es competencia del Poder Ejecutivo, porque ignoran que el quehacer del Legislativo es legislar, y los que prometen legislar desconocen que en el Congreso se agrupan en bancadas, en cuyo seno se apaga la voz del “representante del pueblo”, sustituyéndola por la del “diputado”, estridente bocina de lo que se le ocurre al jefe de bancada (de “bancadas” se transforman en “vacadas”), y que nada se discute en el Congreso si no lo autoriza el diputado-presidente, convertido en dictador por obra y gracia de la ley. Lo que ofrecen los candidatos al Congreso, si es que están decididos a hacerlo, solo es posible si derogan la Ley Orgánica del Poder Legislativo. Mientras esté vigente, no pasarán de ser rebaño; si la derogan recobran su condición de “representación nacional”.

Invocando la dignidad y la justicia nos invitan a reflexionar sobre el comportamiento de la élite política interesada en explotar al pueblo y en aprovecharse perversamente de su condición vulnerable, en lugar de preocuparse por su pobreza extrema y en las consecuencias de la pandemia. Tienen razón los mitrados, estos bárbaros saquearon el erario, privatizaron los servicios básicos, precarizaron el trabajo y ahora regalan a extranjeros pedazos de nuestra soberanía y de nuestro territorio a cambio de disfrutar de paraísos fiscales para proteger el producto de sus fechorías y allí refugiarse para evitar rendir cuentas a autoridades extranjeras sobre sus vínculos con el narcotráfico. Invitación que, seguramente, muy pocos oirán y menos atenderán, aunque los religiosos mantienen la esperanza, cuando dicen: “aquellos que ahora se están postulando, deben ser muy conscientes de lo que les espera”. Dios los oiga, señores obispos, porque, de lo contrario, serán los más votados por obra y gracia de su majestad el fraude, engendro del mal.

La exhortación al elector es, realmente, conmovedora. Reconoce que, pese a sus advertencias anteriores, la manipulación se impone sobre la decisión libre y consciente del votante, quien, en lugar de elegir, vota simplemente. No votes en plancha ni vendas tu voto, elige en conciencia, recomiendan.

Especial mención tiene el Plan de Nación. Es imprescindible que el nuevo gobierno no improvise porque, de lo contrario, estará condenado a no durar ni 6 meses. El siniestro legado de JOH arrastrará al nuevo gobierno a adoptar medidas de excepción para atender situaciones de emergencia, impidiéndole ver más allá de lo inmediato. Organizarse para manejar la emergencia y, a la vez, gobernar el país para encontrar la forma de salir de la crisis, será su prioridad. El Plan de Nación, entonces, debe ser el producto del concurso de todas las fuerzas políticas, sociales y económicas, comprometidas a acompañar al gobierno en sus esfuerzos para atender los temas estratégicos y prioritarios.

Esos que aspiran, en su mayoría, son producto del fraude en las primarias. Debemos ser escrupulosos, entonces, cuando depositemos nuestro voto. No vote por el “que paga para llegar, porque llegará a robar”, ni vote por el que haya votado por las causas de JOH, porque seguramente vendió su dignidad, ni por aquel que, convencido de que “el fin justifica los medios”, atropella valores, principios y reglas constitucionales fundamentales para nuestra convivencia, porque su gobierno será autoritario.

Los obispos han hablado. Ahora tenemos la palabra nosotros. ¿Botaremos el voto? ¿Votaremos o elegiremos en conciencia? ¿Responderemos sumisos al irracional llamado a votar en plancha o seremos capaces de seleccionar conscientemente a quienes elegiremos? Para responder, digamos con fuerza: ¡BASTA YA!

Y usted, distinguido lector, ¡ya se decidió por el ¡BASTA YA!?

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