Tierra fértil para tiranos: La profecía de Bolívar

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22 de julio de 2021
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12:04 am
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Tierra fértil para tiranos: La profecía de Bolívar

Por: Jairo Núñez

“La América es ingobernable para nosotros. Caerá inevita-blemente en manos de la multitud desenfrenada para después pasar a tiranuelos, casi imperceptibles de todos los colores y razas; devorados por todos los crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no se dignarán en conquistarnos. Si fuera posible que una parte del mun-do volviera al caos primitivo, este sería el último período de la América. La única cosa que se puede hacer en Améri-ca es emigrar”. Este es un resumen de una carta enviada por Simón Bolívar al general Juan José Flores en noviembre de 1830, a un mes de su muerte en diciembre del mismo año.

Decepcionado por todas las luchas que realizó y los escasos o nulos resultados logrados, a su vez lamentando el asesi-nato del general Sucre, hecho acaecido en junio del mismo año, Bolívar reconoce que no habrá futuro para la América. Muchos sociólogos e historiadores han hecho referencia al fuerte contenido de la carta, catalogándola como una “pro-fecía” o incluso “una maldición”, muy bien cumplida de lo que ocurrió luego de la muerte de Bolívar y de lo que sigue ocurriendo, no solamente en la Gran Colombia (separada luego en tres repúblicas: Colombia, Venezuela y Ecuador), sino de toda la América Latina, hasta nuestros días.

Tiranuelos casi imperceptibles, de todos los colores y razas: ¿acaso no se lee familiar? Caciques, “mesías” ungidos bajo fracasadas ideologías como el socialismo, entre otras, una tierra avasallada bajo el yugo de hombrecillos que ya sea vestidos de militares o de civiles han mostrado sus pasio-nes más bajas y aprovechado la ignorancia de sus poblado-res que sin mucho criterio ni análisis eligen una y otra, y otra y una vez más a estos salvajes que solo provocan más descontento a una tierra tan fértil para la producción, la innovación, la exportación, pero tierra de la cual se pueden nombrar más nombres de “tiranuelos” que casos de éxito permanente.

Tampoco olvidamos a nuestro prócer, Francisco Morazán, cuyas políticas liberales, al mismo estilo de Bolívar, le valie-ron muchos enemigos entre las clases conservadoras y quien gobernó Centroamérica cuando era una sola nación hasta resultar traicionado y fusilado muriendo con su sue-ño de mantener unidas las “provincias del Centro de Amé-rica” en una sola república de vanguardia al estilo Reino Unido, tal y como él mismo pregonaba, pero que las clases conservadoras lograron una terrible agitación popular (multitud desenfrenada según Bolívar), convirtiendo al Paladín centroamericano en enemigo público prácticamen-te. Buen trabajo de manipulación mediática hacia las ma-sas.

Parece que, en efecto, la carta de Bolívar parece más una visión política del pesimismo más profundo de Arthur Schopenhauer, que para mal de la mayoría se sigue cum-pliendo. América Latina, como región, no ha podido pasar tiempos políticamente estables, mucho menos en lo eco-nómico. De hecho y con raras excepciones, jamás los ha tenido. Tal y como lo dice el connotado nobel Mario Vargas Llosa, sobre una de sus últimas entregas, “América Latina en sí es una historia de conspiraciones internacionales e intereses cruzados”, y vaya título que le dio a su novela: Tiempos recios. Y es que así han sido los tiempos de Lati-noamérica, rudos, duros, recios.

¿Habrá manera de darle otro giro a esta historia? Un giro fresco, innovador y sobre todo esperanzador. Es posible. No podemos dejarnos caer en la “profecía” o en la “maldi-ción” de Bolívar. Sin embargo, mucho depende de noso-tros, el cambio comienza en nosotros mismos. Mientras tengamos claro que la riqueza en recursos naturales no necesariamente se traduce en prosperidad económica, porque de lo contrario todo el continente africano sería la región más rica del planeta y no lo es. Mientras no sigamos apostando nuestra esperanza en “tiranuelos” dirigidos por castas económicas regionales o en líderes mesiánicos un-gidos y no nos mantengamos en este péndulo, moviéndo-nos entre estas dos especies terroríficas, entonces y solo entonces podremos comenzar a ver la luz al final del enorme y largo túnel.

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