Carolina Echeverría

ZV
/
30 de julio de 2021
/
12:01 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Carolina Echeverría

Por: Edgardo Rodríguez
Politólogo y Periodista

Como periodista conozco, no de forma cercana, a muchas personas del ámbito público hondureño, así fue como desde hace años observé la carrera política de Carolina Echeverría Haylock, hasta que allá por el año 2003, empecé a tratarla de cerca. Fue en las aulas de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, en una fallida Maestría que se intentó impulsar y que fracasó por la miseria académica de algunas autoridades de esa institución. Hoy lamento no haberme esforzado por cultivar una amistad más cercana con Carolina, pero el tiempo que nos relacionamos y nos tratamos fue suficiente para impulsar un alto respeto y aprecio mutuo, por lo que su trágica partida me estremece hasta lo más profundo del alma.

Sus ojos verdes, su sonrisa abrazante, su inteligencia y fina personalidad, unido a su pasión de tiempo completo por la política, eran signos característicos de Carolina. De cuando en cuando nos llamábamos o escribíamos, siempre para tomar el pulso del acontecer político del país, ambos nos consultábamos temas con la avidez y confianza, como lo hacen dos amigos que se respetan. Como analista acudí a ella antes del regreso de Yani Rosenthal y también cuando él ya estaba en el país, para conocer de primera mano las intenciones del que hoy es candidato presidencial. Carolina Echeverría siempre estaba para sus amigos, me quedo con esa fineza con la que nos tratábamos, era toda una dama.

Desde antes de tratarla la tuve en lo alto por sus sólidas convicciones democráticas y su inagotable entrega al Partido Liberal, eso me provocó mucho respeto hacia ella. Además, de ser muy acertada en sus apreciaciones políticas y altamente respetuosa del pensamiento contrario. Fui testigo de su amor, preocupación permanente y entrega a sus coterráneos de La Mosquitia, no solo hablaba perfectamente su lengua, sino que entendía y vivía su sufrimiento, su ancestral olvido y marginación. Carolina sabía casi todo sobre esa zona del país, la conocía palmo a palmo, escucharla hablar sobre su pueblo natal era toda una cátedra, dictada con amor. Por ello, hoy lloran su partida sus hermanos misquitos, para ellos ha nacido una heroína que los acompañará para siempre. Hace dos años Carolina me integró a un grupo que ella creó, primero para ayudar con lo que se podía a sus hermanos de Gracias a Dios, después se dedicó ese esfuerzo para comprar y donar equipo de bioseguridad para algunos hospitales de la capital. Ella lo llamó “Amigos solidarios de La Mosquitia”.

La calidad humana de Carolina Echeverría, su capacidad profesional y su olfato político forjado en aulas, libros e infatigables jornadas de trabajo de campo, la convirtieron en una referente de la mujer liberal. Sin lugar a dudas habrán muchas cosas que destacar, que contar, de esta gran dama de la política, su desempeño como diputada, su aporte desde distintas instancias orgánicas de su partido y de las instituciones con las que se vinculó a lo largo de su vida. Toca a sus cercanos correligionarios o amigos, levantar ese inventario político y aporte de una gran militante del Partido Liberal, es el mejor homenaje que se le debe tributar, para no caer en lo de siempre, en el ingrato olvido colectivo de personalidades que aportaron su talento y energías a la causa de la democracia partidaria.

La muerte violenta de cualquier ser humano es inadmisible, sin embargo, por tratarse de una figura de tan alta distinción Honduras se encuentra conmovida, por el cobarde asesinato de Carolina Echeverría, aún se desconocen las causas, pero todos esperamos que las investigaciones no paren hasta encontrar a los autores materiales e intelectuales de este horrendo suceso. No aceptamos impunidad, caiga quien caiga, se debe conocer la verdad sobre este hecho trágico.

Como a muchos hondureños me ha dolido este cruel final de Carolina Echeverría, me duele porque es ella, por la forma, porque no se merecía esa muerte, porque el que mata a una mujer comete doble asesinato, porque ella estaba plena para aportar mucho más a su familia, su partido y al país. Pese al luto que llevamos, nos queda la alegría de haber conocido a esta gran dama de la política y la fe que hoy nace una heroína política catracha. Un abrazo hasta el cielo amiga Carolina.

Más de Columnistas
Lo Más Visto