Fiestas patrias de 1921

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25 de agosto de 2021
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12:36 am
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Fiestas patrias de 1921

Parte 1/2

Óscar Lanza Rosales
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Ante la proximidad de la celebración del Bicentenario de la Independencia de Centroamérica, el 15 de septiembre de 1821, hoy voy a recordarles como fueron las festividades cívicas realizadas en 1921, año en que se cumplía el primer siglo de tan importante efeméride para los centroamericanos.
Tomo como referencia el ensayo “Remembranza del Centenario de Independencia Centroamericana de 1921”, elaborada por los jóvenes historiadores hondureños Ariel Bardales y Marvin Lemus, egresados de la UNAH, y publicada en la “Revista Estudios de la Universidad de Costa Rica”.

Los autores del escrito comienzan analizando la importancia de la celebración centenaria, como un tiempo amplio y significativo para reflexionar y sacar conclusiones sobre los cambios que tuvo Honduras y la región, después de desligarse de la dependencia colonial y mantenerse independientes durante un siglo.
Se preguntan ¿cuál fue el destino del país en ese primer siglo? ¿Cumplió con sus objetivos y cómo se mostró al mundo después de su ruptura con el imperio español?

Dejan entrever Bardales-Lemus, que no fue fácil la evolución institucional de estos países en su primer siglo. En primer lugar, porque fue una declaración de independencia de la élite criolla bajo sus propios criterios, sin tomar en cuenta la participación real de la población -como había sido la lucha heroica de los suramericanos y mexicanos- y el tiempo le dio la razón al sabio José Cecilio del Valle, que decía que estos países no estaban preparados para tan importante paso, por la falta de sostenibilidad económica, gobiernos inestables y ausencia de una visión política de lo que querían.

Esto de la visión es angustiante. Después de un año de independencia, se estaban anexando al imperio de Agustín de Iturbide en México (1822), que tenía en la mira crear una monarquía y fue un fracaso. En 1823, hicieron un relanzamiento de las provincias unidas de Centroamérica, que parecía dar respuesta a la crisis política, pero casi de inmediato, se dieron cuenta que no estaban preparadas para una instancia de esa naturaleza, por las limitaciones económicas. En 1824, concretizaron la idea de un sistema federal, que parecía más viable, pero por diferencias ideológicas -entre conservadores y liberales- no lograron el fortalecimiento de la llamada Patria Grande.

Según Bardales-Lemus, la independencia y la soberanía nacional la alcanzaron después del rompimiento de la Federación, donde Honduras, al igual que el resto de los estados centroamericanos, se desligó, aspirando a tener su propio sistema legal y político que respondiera a las dificultades locales; es en este período con incipiente sentido de pertenencia nacional, coherencia y ritos cívicos que se fortalece el arraigo de nación emergente, fundamental para la consolidación estatal; posteriormente, en el período anárquico (1838-1876) aparecen los elementos más importantes de representación, donde la recuperación de Islas de la Bahía y La Mosquitia, en el período presidencial de José Santos Guardiola (1856-1862), constituye un elemento para la construcción de una soberanía nacional. Y en el gobierno de José María Medina (1863, 1864-1872), se fortalece este sentimiento de pertenencia y de identidad, con el escudo y la bandera, presentándose Honduras como una República (1865) y un estado mejor organizado. Apreciación que se consolida con la Reforma Liberal de Marco Aurelio Soto y Ramón Rosa (1876-1883), con el reconocimiento de los héroes y próceres nacionales.

Las celebraciones para conmemorar la emancipación de Honduras, tomaron como punto de referencia a Tegucigalpa, como modelo de ciudad cívica; Comayagua, La Ceiba y San Pedro Sula, como ciudad emergente.
Los medios calificaron como imponente las celebraciones en Tegucigalpa. En sus calles, la gente lucía sus mejores trajes, ávidas de participar. En la mayoría de hogares y calles, lucían con orgullo la Bandera Nacional, y en todos los pechos se ostentaba un botón de la figura de Morazán.
Hubo gran despliegue de fuegos pirotécnicos y quemas de pólvora; funciones de cine público; baile en el Cabildo Municipal y en otros lugares; se creó la Escuela Elemental de Adultos en la Penitenciaría por los Estudiantes Universitarios.

En los centros educativos, se cantó el Himno a Centroamérica; en los actos del 15 de septiembre, los poderes del Estado y los ciudadanos asistentes, prometieron -mediante juramento- su fidelidad al Escudo y Pabellón de la Patria Grande; se aprobó la construcción del Obelisco del Centenario en el paseo Guacerique y se colocó la primera piedra de ese monumento, lo mismo que el Pabellón de los Tuberculosos, promovido por unos jóvenes voluntarios, con la cooperación del Estado.

En mi siguiente artículo, continuaré con la descripción de la celebración del primer Centenario.

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