GOTAS DEL SABER (53)

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28 de agosto de 2021
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12:34 am
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GOTAS DEL SABER (53)

Vicente Mejía Colindres a Carías Andino: “DESEO QUE EN ESTE CARGO SEAS MENOS INFORTUNADO QUE YO”

Por: Juan Ramón Martínez

I
La declaración de independencia absoluta de las provincias de Centroamérica, no resolvió todos los problemas. Planteo un camino escabroso, para el cual sus líderes no estaban preparados. No solo pesó la inexperiencia y el conflicto intereses que privaban entre las provincias, el tener que desmontar la estructura colonial y cambiarla por una propia y manejable por sus líderes, sino porque las tropas mejicanas, dirigidas por Vicente Filísola en el Salvador, seguían en Guatemala. Sin su evacuación, era imposible imaginar que las provincias tendrían la libertad para darse el gobierno que ellas consideraban convenientes. “El día 3 de agosto de 1823 salió Filísola de Guatemala. Solo los pueblos que hayan tenido la desgracia de ver en su seno tropas extranjeras, podrían formarse una idea cabal del placer que sintieron los guatemaltecos cuando se vieron libre de la soldadesca mejicana” (Alejandro Marure, Bosquejo Histórico de las revoluciones de Centroamérica, Tomo I, 2013, 152). Sin embargo, como lo confirmaron los hechos ocurridos tiempos después, Vicente Filísola le haría mucho daño a Centroamérica. Más que España. Y, en nombre, de México. No solo en el desmembramiento de Chapas, que era parte del Reino de Guatemala, sino que en la renuncia de Ciudad Real y especialmente el territorio de Soconusco, en donde probo el ejercicio de la maldad y el odio a los centroamericanos.

II
Como antecedente de cuál sería su comportamiento en el futuro de las Provincias Unidas de Centroamérica, Vicente Filísola, se atribuyó el título de Jefe Superior Político de Guatemala y Comandante de la División Protectora, títulos que nadie le había otorgado. En el ejercicio de un papel superior, el 29 de marzo de 1823, dice que “desde que recibí las primeras excitaciones que para adherirme a sus planes me hicieron los Sres. Generales, Don Jose Antonio Echevarría y Don Nicolás Bravo, las hice publicar a las provincias de mi mando, ofreciéndoles que, en el momento de hallarse la nación en la orfandad y la anarquía, yo mismo convocaría a los pueblos de mi cargo para que proveyesen a su seguridad y su administración. Sino ha llegado el caso de la disolución del gobierno, un ejército poderoso, a cuyos votos adhirieron muchas provincias del imperio, le ha negado la obediencia: intimándole que evacuen la capital, cuyo punto se dirige el mismo ejército, creándose simultáneamente en dichas provincias diversos gobiernos provisorios; e interceptándose la comunicación con el que hemos reconocido”

III
Una vez que las tropas imperiales de Mexico abandonaron el territorio de Centroamérica, la Asamblea Constituyente – en la que, en su sesión inaugural, solo concurrieron dos diputados por la provincia de Honduras: Francisco Aguirre, diputado por Olancho y J, Beteta por Salamá—se empezó a pensar como hacer el transito del sistema español de gobierno, a uno nuevo y propio. Valle, lo había anticipado. No estábamos preparados suficientemente para ello. La elite intelectual, no estaba a la altura del enorme reto que representaba crear una nueva nación. Además, los intereses de México, que de protectora con Filísola, se había transformado animada por los informes de este, en una potencia invasora que nos disputaba desde el principio la provincia de Chiapas, ciudad Real y el territorio de Soconusco. Filísola, de regreso a su país, conspirará contra Centroamérica y ayudará a cercenarle su territorio. Sin anticipar por supuesto que, unos pocos años después, en 1847, Estados Unidos haría lo mismo que él había hecho contra Centroamérica, contra México, su país. Por ello creemos que vale la pena una biografía de Filísola, porque en su personalidad se concentra la primera figura enemiga de Centroamérica, en la que se han moldeado las otras que han hecho fila para impedirnos nuestra integración y desarrollo. Y revisar, desde otra perspectiva, el papel de México en los años fundamentales de la creación de la nueva república en Centroamérica.

IV
La Asamblea Constituyente, responsable de la creación de la nueva nación que sustituirá al modelo de gobierno colonial, no tiene las cosas muy claras. Al fin y al cabo, ellos eran funcionarios del antiguo régimen. Por ello, en vez de lo toral, empiezan por la periferia. “Después de haber decretado la retirada de la división imperial, por una tendencia enteramente opuesta a la que habían seguido las cosas durante el Imperio (de Iturbide), abolió los tratamientos de majestad, alteza, excelencia, señoría, etc.; quedo abolida asimismo la distinción de don; no debiendo tener los individuos de la Republica otro título que el de ciudadanos, ni más distintivo que el que mereciesen por sus virtudes cívicas”. (Marure, 152). Después les cambiaron el nombre a los tres poderes y no se percataron del error de llamar al ejecutivo Supremo Poder Ejecutivo e incurriendo en el gran error de volverlo tripartito, con lo que complicaba su operación. Tampoco se ocuparon de darle una capital a la nueva nación, cosa que tendrá efectos funestos en la estabilidad que, como siempre ocurre, va a ser alterada por los levantamientos de las facciones de milicianos, que, si bien no querían el poder, buscaban, como todos, los beneficios del mismo para su peculio personal. Mediante decreto del 21 de agosto de 1823, crearon el escudo nacional, representado por un “triángulo equilátero, cuya base parecerá la cordillera de los cinco volcanes más notables (entre los 17 que se cuentan en el territorio de la Republica) sobre un terreno bañado por ambos mares (Atlántico y Pacifico); en la parte superior un arco iris debía cubrirlos; y bajo el arco el gorro de la libertad esparciendo luces. En torno del triángulo y en figura circular, se mandaba a escribir con letras de oro la siguiente leyenda: “Provincias Unidas de Centroamérica”. (Marure Tomo I, 152,153). Los temas centrales, como la economía, el financiamiento del gobierno, las garantías ciudadanas y la libertad, no ocupaban para 1823, mucho interés. Los ecos de la Revolución Francesa y el pódelo organizativo de Estados Unidos, apenas llegaban como murmullos lejanos. El modelo organizativo de estados, creando naciones, será hasta que Morazán irrumpa en la lucha política un tema marginalmente considerado.

V
“El 7 de julio de 1922 el Gobernador y Capitán General Filísola envió oficios a las autoridades hondureñas y les mando suficiente cantidad de billetes para acreditar el patriotismo de los hondureños que contribuyeran voluntariamente al sostenimiento del Estado que se había esperado próspero y generoso. El ayuntamiento de Tegucigalpa que tan adherido a la anexión se había mostrado, después de haberla adversado reservadamente y de haber sometido su parecer al que adoptara la Junta Provisional Consultiva reunida en Guatemala, por medio de sendos oficios se dirigió al Cura y Vicario y al Jefe Político para que ambos llenaran las obligaciones que se les imponía en lo relativo a recoger los donativos voluntarios. También el mismo Ayuntamiento, al contestar a Filísola el oficio de 7 de julio le dijo que, a pesar del entusiasmo por el imperio, la disposición acordada por la Regencia no tendría efecto debido a la miseria general en que se hallaban Tegucigalpa y sus minerales con motivo de haber sido retenida en San Miguel, El Salvador, la plata que desde Guatemala se le enviaba bajo el cuidado del Teniente Miguel Azero. Tal plata había sido detenida en San Miguel, por intrigas del Jefe Político y Comandante, señor Julio González, pretextando que en cuanto Tegucigalpa recibiera ese dinero se pronunciaría en favor del partido republicano, haciendo causa común con San Salvador y San Vicente”. (Víctor Cáceres Lara, 1980, 232 y 233). Los hondureños, sin justificación en principios, como lo hacen actualmente, se negaron a los empréstitos que con su actitud legitiman, amparados en circunstancias de pobreza y miseria, se niegan a cumplir las órdenes del invasor Filísola que carecía de legitimidad porque la anexión a México había sido forzada e ilegal, y sin oír la opinión de los ayuntamientos. Lograda mediante el uso de la fuerza. Pero esto, por temor no lo responden los hondureños. Solo se amparan en la pobreza y la miseria, como siguen haciéndolo actualmente, para evadir la responsabilidad de responder con dignidad y energia.

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