A PROPÓSITO DE TUMBAR ESTATUAS

MA
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8 de septiembre de 2021
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12:25 am
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A PROPÓSITO DE TUMBAR ESTATUAS

GANADORES Y PERDEDORES

BAJAR y derribar estatuas, como bandera de guerra enarbolada contra monumentos públicos que, en retrospectiva, dizque no simbolizan hoy el mérito que tuvieron cuando fueron colocados. Aquí localmente hay pioneros de esos actos revisionistas que ahora invade universidades, condados y ciudades de los Estados Unidos. Una especie de euforia por quitar de edificios los nombres emblemáticos de ciertas figuras célebres y de apear efigies de reconocidos personajes de la historia. Comenzaron atacando la figura del general Robert E. Lee, el héroe de los Estados Confederados del Sur, durante la guerra civil. Y bajo el mismo prisma arrancó el cuestionamiento a Thomas Jefferson y George Washington. No en esa épica dimensión, pero también de notoria figuración la del expresidente Woodrow Wilson. Fue despojado del reconocimiento que hacían de su nombre en una de las facultades de la Universidad de Princeton.

Retiraron la estatua ecuestre de Theodore Roosevelt colocada frente al Museo de Historia Natural de Nueva York, debido a que “aparece acompañado de un indígena y un negro semidesnudos”. Decimos que aquí se adelantaron ya que un grupo autóctono en 1997 le dio volantín al monumento de Cristóbal Colón, ubicado en la rotonda de confluencia del bulevar Comunidad Económica Europea con la Calle de los Alcaldes. Solo tumbaron el busto, pero no pidieron abolir el feriado del Día de la Raza del 12 de octubre. Denominado también Día de la Hispanidad pretende significar la herencia cultural española a partir del descubrimiento del navegante. Aunque otros la entienden como “la brutal conquista del continente”. La autoridad edilicia ha decidido expulsar a Colón del paseo la Reforma, la avenida más emblemática de la capital mexicana. Será reemplazada por una estatua en honor a las mujeres indígenas. Con el grito revolucionario del Siglo XXI, fue juzgada, condenada, derribada, arrastrada y colgada en Caracas la efigie del Almirante genovés. Sin embargo Chávez firmó un decreto en 2002, mediante el cual el Día de la Raza pasaba a denominarse “Día de la Resistencia Indígena”.

Los españoles no escapan del malestar hacia ciertos homenajes públicos. En el 2005 quitaron la estatua ecuestre del dictador Francisco Franco del centro de Madrid. Y en el 2019 el PSOE dispuso la exhumación de Franco del Valle de los Caídos. Hablando de estatuas. Parafraseando a Eduardo Galeano –el infundio repetido por Gabriel García Márquez–todavía hay dizque gente ilustrada que para rociar más vergüenza al país diseminan el rumor.
Que la estatua del paladín de la unión centroamericana es una “efigie desechada de un mariscal de la época napoleónica adquirida en un mercado de pulgas”. Nada hay de cierto. Varios ilustres escritores hondureños defienden la autenticidad de la estatua de Morazán. Juan Valladares, Vicente Cáceres Lara, José Reina Valenzuela, Rafael Jerez Alvarado, Rafael Leiva Vivas, Eliseo Pérez Cadalso y Miguel Cálix Suazo, de cuyos apuntes tomamos los siguientes argumentos: “Si el jinete de la estatua ecuestre fuera el mariscal francés Michel Ney, ¿pudiera este ostentar fundidos en bronce, en los nueve botones de la parte trasera de su uniforme EL ESCUDO DE LA REPÚBLICA FEDERAL DE CENTROAMÉRICA?”. “¿Y los seguidores de Ney habrían tenido algún interés en colocar en bronce fundido, EL ESCUDO DE LA REPÚBLICA FEDERAL DE CENTROAMÉRICA en ambos laterales del bicornio (el sombrero), así como en los dos botones delanteros de la parte superior del uniforme, y en los dos de la parte inferior?”. “¿Y colocarle el mismo escudo en ambos laterales de la montura, en las alforjas y en las correas del pecho del caballo?”. Aparte de ello, hay fotos mostrando que los rostros de ambos personajes no son ni remotamente parecidos.

Entre los retratos “La Batalla de la Trinidad, reproducida en los billetes de cinco lempiras evidenciando que ni la choza del fondo puede ser de Francia ni los soldados retratados pueden ser franceses sino indios texiguats y curarenes”. (Así las cosas, aunque ultrajado el monumento del héroe, Morazán aún vigila. Solo que cuando adoquinaron el parque –para arruinarlo y privarlo de su histórico atractivo colonial– giraron la estatua poniéndola a avizorar las faldas de El Picacho. Originalmente, colocada en 1882, estaba en la plaza central –rodeada de 4 estatuas de mármol que representan las cuatro estaciones– mirando hacia el sur. –Como atisbando los campos de La Batalla de la Trinidad–. Un mensaje subliminal. El tiempo pasa pero Morazán perdura. Su figura frente a la puerta de la Catedral, el templo donde recibió las aguas bautismales. No sabríamos decir –quizás lo sepa el Sisimite– pero quienes le dieron vuelta a Morazán y para moverlo adonde quisieron, sería más por ignorancia, ya que no pudieron haber presentido que en esa dirección colocarían al Cristo de El Picacho).

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