Honduras, labor cumplida

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17 de septiembre de 2021
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12:03 am
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Honduras, labor cumplida

CONTRACORRIENTE:
Por: Juan Ramón Martínez

Anteayer, 15 de septiembre, Honduras (y las disgregadas cinco parcelas a las que dividió el egoísmo y la falta de visión de largo plazo), celebró en todo su territorio, actividades singulares que confirman que los hondureños tenemos capacidad de hacer cosas espectaculares, cuando nos lo proponemos. En lo personal, estoy muy orgulloso. He dirigido a más de mil personas en todo el país, maestros, alcaldes municipales, promotores culturales, escritores y artistas, en el cumplimiento de un conjunto de actividades que, si bien tuvieron su momento cumbre en su dedicación al servicio del país, el miércoles anterior, empezaron desde el mes de febrero de este año. Mismas que culminarán el 31 de diciembre próximo. Y lo hicieron con amor, con sentido de compromiso y poniendo lo mejor de sus talentos al servicio de algo irrepetible, por lo menos, en los próximos cien años.

Entonces, las cosas eran diferentes. Había un clima unitario que hizo creer que estábamos en un momento ideal para reconstruir la República Federal. El esfuerzo que se hizo, desde los gobiernos -posiblemente es el error recurrente de siempre- terminó con la creación de una nación reunificada. Sin embargo, un golpe de Estado en Guatemala, destruyó el esfuerzo unionista, el más fuerte que ha habido, solo superado por el Mercado Común Centroamericano. Aquella festividad no tuvo el calor del pueblo e incluso el monumento conmemorativo, el Obelisco, fue inaugurado hasta el mes de enero de 1922. Pero lo que coincide con nuestra celebración es que, entre 1918 y 1920, el mundo había sido afectado por la gripe española que provocara más de cincuenta millones de muertes, igual que ahora, nos encuentra la pandemia de la covid-19, con los brazos en alto; pero con más voluntad y fuerza, reaccionando mejor que como lo hiciera el gobierno de entonces.

No ha sido fácil la tarea. En el camino hemos hechos grandes amistades, construido generosas comunidades humanas y establecido vínculos duraderos con miles de compatriotas que solo la muerte destruirá. Pero, hemos tenido que pagar, como en todo, la cuota correspondiente de rechazos, pretensiones de engañarnos y pérdida de amigos. Con la duda si, estos resultados negativos, tienen que ver con las tareas de Coordinador del Bicentenario, por mi condición de analistas político; o mi carácter de orientador de la conducta de los hondureños. De repente es una mezcla de todo. Algunos me han rechazado por gobiernista, porque confunden a Honduras, el Bicentenario, con el titular del Ejecutivo. Otros desde el gobierno, temiendo perder protagonismo han creado obstáculos, nos han querido dirigir como si fuéramos sus subordinados; e incluso, han provocado tensiones, en el ánimo enfermizo que producen los nervios descontrolados de algunos.

Sin embargo, los resultados alcanzados hasta ahora, valen la pena. Igual que todos mis compañeros, estoy orgulloso de lo que hemos hecho. Y como ordenamos prioridades, sabemos que mucho de lo hecho está condenado al olvido, diferenciándolo de los que creemos que sobrevivirán por lo menos para el tricentenario que, esperamos con fe, que los hondureños – protegiendo a Honduras de los buitres y de las alimañas que amenazan sus carnes hermosas-recuerden lo que hicimos. Hemos editado libros que las jóvenes generaciones no conocen, buscado la emisión de leyes que reformen el sistema educativo y provoquen cambios en la cultura general y hemos levantado monumentos que esperamos que, en el curso del tiempo, sean una prueba de, cómo nuestra generación entendió el presente e imaginó el futuro. Porque convencidos que hay que ver hacia adelante, no ignoramos las oportunidades; pero no somos ingenuos para ignorar los riesgos y los peligros. Tanto los internos -los más difíciles de manejar- como las amenazas externas. Tres años después, hace 100 años del primer centenario de nuestra independencia, la guerra civil, destruyó vidas, comprometió la paz de la República y retrasó el desarrollo del país.

Por ello, esperamos, confiando en las lecciones aprendidas, que ningún hondureño seguirá levantando la mano en contra de otro hondureño. La sangría que provocan las venganzas, hay que prestarles atención; y, debemos mejorar nuestras visiones de la inseguridad, desarrollando estrategias diferentes a las usadas hasta ahora. Y el sistema público deberá ser reformado, con el respaldo de una nueva visión de lo que es la nación que queremos para el futuro. Si no lo hacemos, será nuestra “herencia” negativa, para las nuevas generaciones.

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