A TUTO, Y LAS HOJAS DEL NACATAMAL

MA
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22 de septiembre de 2021
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12:25 am
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A TUTO, Y LAS HOJAS DEL NACATAMAL

GANADORES Y PERDEDORES

LO anticipamos. La viveza del gobierno mexicano –sacándole partido a la coyuntura migratoria e invitando a la Bárcenas a disertar en CELAC– ya se encaramaron a tuto del “plan integral” dizque para el Triángulo Norte de la CEPAL. Cayéndole a los recursos que piensan destinar a las paupérrimas comunidades del sur de México. Eso y no tanto el atraso de los pueblos centroamericanos es lo que realmente les interesa. ¿Y aquí que tanta inocencia haya de aceptar que ese sea el plan? “Desde que yo tengo memoria –dice Zuckermann” en Excélsior– he escuchado la cantaleta de la unidad de los pueblos latinoamericanos”. “Discursos muy bonitos donde se habla de una supuesta hermandad, pero sin un contenido que lo sustente”. “La realidad, como vimos el pasado fin de semana, es que los países de América Latina están, como siempre, divididos”. “Resulta francamente utópica la propuesta del presidente López Obrador de formar una especie de comunidad económica como la europea, que incluya a América Latina, el Caribe, Estados Unidos y Canadá”. “El hemisferio completo”.

“Un sueño magnífico, pero, eso: un sueño”. “Muy bonito de visualizarlo, imposible de lograrlo”. Lo europeo –bajándolo de su nube de fantasía– explica: “fue posible porque todos los miembros fundadores de la comunidad europea (Alemania, Bélgica, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos) tenían un régimen democrático liberal”. “No aceptaban dictaduras”. “La expansión fue a países democráticos. Portugal y España solo pudieron entrar cuando se terminaron sus regímenes dictatoriales”. En cuanto al “respeto a los derechos humanos” y demás compromisos a los que el gobierno mexicano se adscribe, Zuckermann comenta: “No son poca cosa”. “En el caso mexicano, el gobierno tendría que transmitir de inmediato estos acuerdos a la Guardia Nacional y al Instituto Nacional de Migración, que están conteniendo a los migrantes centroamericanos, haitianos y cubanos en el sur de nuestra frontera”. “Porque una cosa es firmar con otros jefes de Estado compromisos que suenan muy bien en el papel, y otra es hacerlos realidad en la práctica”. “Una declaración de 44 puntos que incluye mucha paja y algo de grano”. Otro columnista mexicano opina. “Desempolvar la retórica antiimperialista para justificar regímenes autoritarios y violaciones a derechos humanos es anacrónico”. “López Obrador decidió tomar partido por la dictadura y el mundo tomó nota”. Y se pregunta: “¿Quiere amagar a Estados Unidos con articular el bloque bolivariano para que lo dejen de presionar con el cumplimiento del T-MEC en la agenda energética?”. “¿Piensa que, con hacerles el trabajo sucio de contener militarmente la migración indocumentada, nada de lo que haga podrá enturbiar la relación?”.

Pues bien, allí tienen un muestrario de criterios. Queriendo comprobar si todos los formadores de opinión vieron el espectáculo montado por el gobierno mexicano, “color de rosa” –según el escrito reenviado de una columnista comentando la cumbre de CELAC– revisamos los periódicos. Y como era de suponer, una cosa es la petulancia de pretender un liderazgo continental, y otra la forma como lo vieron intelectuales y escritores de peso allá en aquella nación. Además, la palabrería empalagosa –los 44 kilométricos párrafos de la Declaración Final– más hojas que tamal. Distante de la cruda realidad de estos pintorescos paisajes acabados. Pero lo risible es la cínica hipocresía de las autocracias abrazándose a una proclama que declara irreversible “el proceso histórico de consolidación, preservación y ejercicio pleno de la democracia”; “el respeto de los derechos humanos”; y la “celebración de elecciones libres, periódicas, transparentes, informadas y basadas en el sufragio universal y secreto como expresión de la soberanía del pueblo, la participación ciudadana, la justicia social y la igualdad, la lucha contra la corrupción, así como el respeto a todas las libertades públicas reconocidas…” Por favor. ¿Cuánto descaro? Hay coincidencia, entonces, con lo que decíamos ayer. Esa pretensión de querer ser referente hemisférico solo sería una remota aspiración a la luz de esa única eventualidad que México haya sido anfitrión del encuentro. La lejanía y el trato hasta de indiferencia que los gobiernos mexicanos han tenido hacia sus vecinos del sur, nada parecido a la proximidad que hubo en el distante pasado –privilegiando su relación con los Estados Unidos por su interés del gran mercado norteamericano– no se corrige siendo sede de una cumbre de dos días. Por más hojas de plátano, para aparentar volumen, con que envuelvan el diminuto nacatamal. (Nacatamal –escuchó decir el Sisimite– ¿dónde hay tamales?)

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