Día del Maestro en el marco del Bicentenario de nuestra Independencia

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23 de septiembre de 2021
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12:02 am
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Día del Maestro en el marco del Bicentenario de nuestra Independencia

Por: Jorge Roberto Maradiaga
Doctor en Derecho Mercantil, catedrático universitario y especialista en Derecho Aeronáutico y Espacial.

Es indiscutiblemente admitido, que septiembre es el mes de mayor significación en nuestra querida Honduras, justamente por las distintas celebraciones que tienen una trascendencia de primera y un impacto sustantivo en nuestro acontecer nacional. Así por ejemplo el (1) uno de septiembre se celebra el día consagrado a la llegada de los pliegos de la independencia; el diez (10) de septiembre el Día del Niño; luego el quince (15) de septiembre, día que signa el aniversario de nuestra emancipación política y que este año dos mil veintiuno, concreta el doscientos aniversario (200) aniversario de que nuestra querida Honduras emerge en la faz de la tierra como un país libre, soberano e independiente, lo que es nos orgullece de manera sustantiva.

Es procedente recordar que el pasado 17 de septiembre se celebró el Día del Maestro(a), lo que en esencia entraña un reconocimiento real y efectivo, oportuno y procedente para los hombres y mujeres que con firmeza, convicción y decisión se entregan a una de las tareas sustantivas y de gran trascendencia, como es la formación del elemento humano a los diferentes niveles, empezando desde el jardín de niños hasta llegar a los niveles universitarios, si bien debemos reconocer que debido a la crisis que vivimos con motivo del nefasto impacto de la COVID-19, tan importante celebración ha tenido sus limitaciones.

Recuérdese de manera especial que el maestro(a) enseña cosas maravillosas que seguramente el educando ni siquiera ha imaginado. Se trata de seres dedicados a su vocación, a su amor y esperanza en sus alumnos(as) a los distintos niveles. Por ello con propiedad se dice que el maestro(as) se llena de orgullo cuando sus estudiantes alcanzan metas, sueños, al coronar con éxito lo que se había propuesto.

Reiteramos, este quince de septiembre marcó la celebración del aniversario de nuestra independencia (200 años), pero indiscutiblemente debido a la crisis en el campo de la salud producto de la pandemia, no se materializó una participación masiva de los colegios en los desfiles patrios, lo cual es entendible de principio a fin. Como se recordará la mayoría de las instituciones educativas a los distintos niveles educativos, han estado cerradas y en muchas partes del país, debido a las limitantes en cuanto al funcionamiento del Internet, no ha funcionado la educación virtual, con el consiguiente impacto negativo.

En todo caso, por su importancia, citamos la oración del maestro que literalmente expresa: “Señor… al comenzar un nuevo día, al ver la luz que surge ordenada y quieta, te encomiendo mi labor. Tú me hiciste para esto. Pusiste en mí el fervor, la paciencia, la comprensión. Mi labor es la tuya. Quiero amar a mis muchachos con la misma ternura que Tú amaste tu mundo. Déjame respetarlos con el mismo respeto que Tú tienes al hombre. Déjame conducirlos con la misma destreza que Tú guías tus astros. Quiero ser el ejemplo de tu doctrina pura, quiero ser seguidor de las palabras santas, que pronunció tu Hijo: “Porque cualquier cosa que hiciereis a estos pequeñitos, a mí lo hicisteis”. Llévame por tu senda, dame tu mano fuerte, pon en mis labios mieles de místico consuelo para yo darles a ellos todo lo que desean. Porque dando es como recibimos. Así sea”.

En función de todo lo que hemos señalado precedentemente, ha llegado el momento de proceder a la suscripción de un compromiso patriótico, ético y moral por parte de todos los docentes a través de sus organizaciones profesionales, de convertir la educación en el eje central de la transformación cualitativa del país. Ello entrañaría entre otras cosas la dedicación ejemplar a su labor educativa, sin interrupciones de ninguna naturaleza (como ya se ha venido observando) y con una observancia irrestricta de la metodología que impone el proceso enseñanza-aprendizaje, en concordancia con la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación.

Esperamos que pronto en todos nuestros centros educativos públicos y privados se proceda a la implantación de la educación bimodal; vale decir, la educación virtual y la educación presencial a todos los niveles, pues ello entraña una democratización de la educación. En el marco de una política educativa gubernamental, esperamos que todos los centros del saber estén muy pronto debidamente dotados del Internet de banda ancha y con la dotación de todo el equipo tecnológico requerido.

Sugerimos lo del Internet puesto que es una nueva forma de energía que conlleva una producción cultural de características expandidas, que obviamente tiene efectos muy importantes sobre la innovación y sobre el desarrollo de nuevas formas culturales; vale decir, la presencia creciente y sostenida de las TICs en el escenario cotidiano ha cambiado de manera dramática en los últimos años, nuestra relación con la información. Recuérdese que la información es poder y que el conocimiento, es la mayor riqueza.

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