En la antevíspera del “tres de octubre”

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1 de octubre de 2021
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12:58 am
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En la antevíspera del “tres de octubre”

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

“Hombres que habéis abusado de los derechos más sagrados del pueblo, por un sórdido y mezquino interés, con vosotros hablo, enemigos de la independencia y la libertad”. Francisco Morazán.

229 años distan de su natalicio. Llevó los nombres de José Francisco. Hijo de Eusebio Morazán y Guadalupe Quesada; él de origen corso, ella de humilde cepa hondureña. Quién iba a imaginar que, en aquel airoso 3 de octubre de 1792, cobraba aliento en Tegucigalpa un ser nada ordinario, a quien por designios del tiempo y las circunstancias le tocaría asumir desde muy joven las más altas responsabilidades políticas y sociales, en lucha a brazo partido contra fi eros sectores de general primacía: el poder extranjero, la reacción oligárquica interna y el fanatismo religioso, potenciados ahora con un doble aparato: mediático y castrense.

Así y todo, frente al bronce del egregio unionista -que se levanta en las afueras del BCIE-, la jerarquía ofi cial del Bicentenario inició su programa del 15 de septiembre con frases empalagosamente morazanistas a todas luces insinceras, por cuanto otro ha sido su proceder en doce años de gobierno: ora abusando de su nombre en la promoción de feriados playeros; ora verificando operativos militares bajo su invocación; ora infiriendo graves lesiones a la soberanía: ora profundizando la situación de dependencia nacional, situación que tiene en Madrid, Londres y Washington sucesivos relevos cronológicos… por si no lo sabían los entusiastas celebradores y engatusadores de la palabra “independencia”.

Amén de otros saberes, habrá que darles noticias del coherente reclamo de Morazán por Belice, Roatán y La Mosquitia, víctimas del acoso armado inglés, hogaño las dos últimas cercadas por mercaderes de “ZEDE”. Habrá que repetirles su exposición razonada, ante la intervención británica en San Juan del Norte (Nicaragua): “Con igual motivo a los que han servido para usurpar este puerto, podrán ocuparse las capitales de los estados, porque la codicia no conoce límites cuando encuentra un débil pretexto en qué fundar sus pretensiones y un apoyo en la arbitrariedad de un gabinete poderoso”.

Habrá que revelarles esta otra cita suya: “Si más de tres siglos de posesión nunca interrumpida no nos ha dado un derecho al puerto de San Juan, ¿cuál es en el que se fundan el suyo tantas naciones que por los mismos medios han adquirido los inmensos territorios que poseen? La nación que nos niega la legalidad de nuestros títulos a aquel puerto, ha roto los suyos; títulos que le recuerdan su antigua pequeñez y miseria y que son hoy la única base de su poder…”.

Convencido, por haberlo vivido, que el sistema federativo no conducía a la unión centroamericana que buscaba, propuso Morazán lo que llamó una “reforma radical” a la Constitución. Al no efectuarse, intentó en Costa Rica la unidad de la República mediante la acción armada revolucionaria. A ello alude en su testamento cuando declara que había rectifi cado sus opiniones políticas “en la carrera de la revolución” en consonancia con sus deseos “de reorganizar la República”; que para ello pensaba tomar de aquellas fuerzas “que voluntariamente quisieran mar-char, porque jamás se emprende una empresa semejante con hombres forzados”.

Consciente de que su incesante batallar, quedaba inconcluso, escribió: “Declaro que mi amor a Centroamérica muere conmigo. Excito a la juventud, que es la llamada a dar vida a este país que dejo con sentimiento por quedar anarquizado, y deseo que imiten mi ejemplo de morir con fi rmeza antes que dejarlo abandonado al desorden en que desgraciadamente hoy se encuentra.

Sí, en que desgraciadamente hoy se encuentra, particular-mente la porción del istmo en la cual advino Morazán, y cuyos gobernantes -casi sus verdugos- dan vivas a la independencia, mientras buscan acabar con la patria, trozándola y mercando sus tierras a codiciosos aventureros. Por uno y otro motivo, vale el 3 de octubre acomodarles la invectiva del prócer: ¡Hombres que habéis abusado de los derechos del pueblo…, con vosotros hablo, enemigos de la independencia y la libertad!

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