Política, ¿sin políticos?

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12 de octubre de 2021
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01:08 am
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Política, ¿sin políticos?

Juan Ramón Martínez

El título mismo, carece de sentido. Porque la política es la actividad por medio de la cual, los ciudadanos participan en la vida de su sociedad, disputando entre sí, bajo el liderazgo de alguno de los suyos de mayor confianza, sobre lo que se tiene que hacer para que la situación mejore, se mantenga; o cambie. Por política entendemos, “obras o acciones dedicadas al estudio de aquella esfera de la actividad humana, que de alguna manera hace referencia al Estado”. Por supuesto, esa definición obliga a aceptar que “el concepto de política entendida como una forma de actividad o de praxis humana está estrechamente vinculada con el poder”. El poder, es definido, como “consistente con los medios para obtener algún fin”, como escribía Hobbes. O análogamente como sostenía Russel, “un conjunto de los medios que permiten conseguir los efectos deseados”. De acuerdo con lo anterior, el poder es un medio “para obtener alguna ventaja”. Aristóteles, “bosqueja una distinción basada en el interés de aquel en favor de que es ejercido el poder: el paterno se ejerce en favor del hijo, el despótico en interés del patrón, el político en favor de quien gobierna y de quien es gobernado (solamente en las formas correctas de gobierno, desde el momento que las formas corruptas se distinguen justamente por el ejercicio del poder en el interés del gobernante” (Norberto Bobbio). Posteriormente, surgió siguiendo al autor citado, en teoría, la necesidad de justificar y legitimar el poder. John Locke, en su “Segundo Tratado sobre el Gobierno”, desarrolla el tema de la legitimación del poder. Decía el pensador citado que “el fundamento del poder paterno es la naturaleza, el del poder despótico el castigo por un delito cometido (la única hipótesis en este caso dice Bobbio) es la del prisionero de guerra, que ha perdido una guerra injusta), el del poder civil, el consenso”. Pero de acuerdo con el pensador italiano, estos tres justificantes del poder no aclaran “el carácter específico del poder político”. Agregando a continuación que el real poder político solo es tal, cuando está dirigido hacia el interés de los gobernados. Es por ello, según la Doctrina Social de la Iglesia, que el poder tiene como finalidad, la creación y ampliación del bien común. Lo que lo legitima. En tanto el gobierno, como poder, solo lo logra, cuando gerencia, usa y dirige los recursos colectivos, hacia la creación de condiciones en que cada uno y los que pertenece, familiares, económicos o sociales, logran sus finalidades. Sin negarle el derecho a los demás para que hagan lo propio.

No queremos lucir “científicos”. Buscamos aclarar que, la política es una actividad noble y necesaria; que el poder es propio de la naturaleza humana; y que su legitimidad, no proviene de la fuerza del triunfador que lo ejerce; ni las habilidades que tenga o crea tener, sino que, por su utilización, para el bienestar de la colectividad. Por supuesto estas ideas no son compartidas entre nosotros. Primero los políticos “nacionales” no tienen mucha cultura, por lo que es injusto que les pidamos que entiendan esto; lo que, no los hacen innecesarios. Todo lo contrario. Los políticos, como líderes de grupos de interés que disputan entre sí para obtener el respaldo de los electores, son indispensables. Útiles. Insustituibles. De forma que, pese a su desprestigio actual y el menosprecio con que se les dispensa, no significa que pueda haber política, sin políticos. Jamás.

La buena política, -la que construye el bien común-, en que disputan y crean consensos, tiene como finalidad el bien colectivo, el desarrollo nacional y la seguridad de la nación, requiere de buenos políticos que, desafortunadamente no tenemos. Hace unos años, los líderes huían de sus comunidades para evitar cargos. En 1875, Salvador Díaz, ofreció el reloj de la catedral, “bajo la condición que se le eximiera del desempeño de todo cargo público” (Víctor Cáceres Lara, Efemérides Nacionales, 347). Ahora en cambio, nadie rehúye los cargos, porque los “líderes” en vez de servir al bien común, buscan allí, el beneficio particular. Algunos hijos de los terratenientes que recibieron compensación por las tierras afectadas por Patuca II, usan el dinero para buscar diputaciones por El Paraíso. El poder, ha dejado de ser medio para el bien común, convirtiéndose en un negocio particular. Puro enriquecimiento familiar. ¡Vergonzoso!

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