¿Los hondureños nos hemos olvidado de Dios?

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23 de octubre de 2021
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12:02 am
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¿Los hondureños nos hemos olvidado de Dios?

Por: Carlos Medrano
Periodista y Libre Pensador
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Al ver lo que somos hoy como país, los pobres resultados que hemos tenido como nación en los últimos 30 años, el poco avance que podemos registrar en calidad de vida, los índices alarmantes de pobreza y extrema pobreza, los indicadores de felicidad, me salta la pregunta si ¿los hondureños nos hemos olvidado de Dios o Dios se olvidó de nosotros?

Pensé que después del paso del huracán Mitch, la clase gobernante y política iba a reflexionar y entrar en una profunda constricción en su comportamiento moral y ético, en su manera de conducirse y actuar frente a su pueblo que lo eligió y lo puso en los estrados principales de este país, pero me equivoqué lastimosamente.

Pasaron recientemente las tormentas Eta e Iota, además seguimos con la hecatombe provocada por la pandemia covid-19 y me volví a equivocar pensando que la clase política y gobernante cambiaría para mejorar y dejarían de estar destruyendo a la empobrecida Honduras.

Hemos venido en franco deterioro, en “picada libre”, de menos a menos, cada gobierno que llega es más malo y ladrón, ya no tienen vergüenza ni empacho al hacer semejantes actos ilícitos, no hay transparencia, no hay rendición de cuentas, no hay responsabilidad cuando se pierde dinero, no hay castigo por una mala decisión que implicó pérdida millonaria al país.

Voy a poner un ejemplo vergonzoso que nos llena de indignación y que es un claro ejemplo de lo que estoy describiendo… la compra de los hospitales móviles, en medio de la pandemia COVID-19 que mató a miles de hondureños.

Se adquirió unos hospitales utilizados usualmente para una guerra, son contenedores armados rápidamente para una emergencia, pero que vinieron con muchos meses de atraso, sin contrato, lo que significa que no había castigo por incumplimiento, no sirvió para el ataque de la pandemia, redujeron sus camas pues había hacinamiento, su implementación todavía en un dolor de cabeza y de acuerdo con los estudios de algunos organismos de sociedad civil, fue sobrevalorado y no costó 47 millones de dólares.

Por este monumental acto en medio de la crisis sanitaria, solo hay 2 personas guardando prisión, pese a que participaron muchos más funcionarios, el vendedor de origen guatemalteco no tiene orden de captura y la ignominia abraza y aprisiona a todos los hondureños bien nacidos.

Los pueblos cuyo Dios es Jehová, cuyos principios y valores se fundamentan en la Biblia, tienen un futuro verdaderamente diferente, han avanzado en su desarrollo humano, son más prósperos, tienen un mejor futuro para su pueblo y familias.

Muchos países como Singapur estaban en los estertores del desarrollo, hasta que un político decidió cambiar la historia y empezó a matar a los corruptos, impuso la justicia como piedra angular de su país y hoy es uno de los estados más próspero del mundo.

En Honduras, ha sido todo lo contrario, la clase política tiene secuestrada -para su conveniencia-, al Poder Judicial, a la Fiscalía, el Tribunal Superior de Cuentas-, para robar a manos llenas, creando un manto de impunidad que ha generado que todos los indicadores de desarrollo se hayan desplomado en contra del propio pueblo.

Este noviembre, día que elegiremos a un presidente, diputados y alcaldes, tenemos la oportunidad de castigar en las urnas a una clase política negligente, ladrona, abusadora y tóxica y a partir de ahí, buscar a Dios y enderezar este barco que pareciera va al despeñadero.

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