Suspiran por una casa, un año después de Eta y Iota

ZV
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3 de noviembre de 2021
/
05:50 am
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Suspiran por una casa, un año después de Eta y Iota

Javier Castro tiene que colocar un nylon en el techo de su covacha porque cundo llueve entra por los hoyos que tiene el deteriorado zinc.

En una pequeña casa, construida con pedazos de zinc, nylon y madera, vive don Javier Castro, quien logró ubicarse en la orilla de la carretera en la entrada de Chamelecón. Hoy cumplió un año de haberse ubicado en esta zona tras haber perdido su vivienda por el paso de las tormentas Eta y Iota.

El espacio es pequeño, pero aseguró que cuenta con lo necesario, una estufa, mesa y cama son parte de sus pertenencias que encontró en medio del lodo cuando recién había ocurrido el desastre natural. Hoy su sueño es regresar a su casa, pero hasta el momento no le ha sido posible, ya que esta se derrumbó ante las fuertes lluvias.

Castro comentó que su vivienda estaba ubicada en la colonia Los Zorzales y que no vivía como rico, pero gozaba de lo necesario, su vivienda era de bloques y la tenía amueblada, pero lo más importante para él era la unión familiar, sin embargo, cuando las tormentas destruyeron todo también se desintegró su familia porque al quedar sin nada, su esposa tuvo que trasladarse donde unos parientes en Santa Bárbara con dos de sus cinco hijos.

Antes de Eta y Iota, su familia se sustentaba de los ingresos económicos que recibía como vendedor ambulante de varios productos, pero ahora se le hace imposible retomar esa actividad por lo que vive de lo poco que gana vendiendo leña.

“Ya pasó un año de las tormentas y seguimos teniendo necesidades porque no hemos podido regresar a la colonia donde vivíamos, lo que más quisiéramos es tener la casita, pero no tenemos dinero para construir”.

Así como Castro, otras 15 familias están viviendo en estas condiciones en esta misma zona y su único deseo es regresar al lugar donde tenían sus casas, pero por el momento afirmaron que no les será posible.

En todas las pequeñas viviendas improvisadas hay niños desde recién nacidos hasta adolescentes.

BAJO EL PUENTE

Lidia Pérez, es una joven madre soltera que, cuando las tormentas azotaron la colonia Los Zorzales, se refugió bajo el puente de Chamelecón, ahí estuvo dos meses, pero luego consiguió hacer una covacha en la orilla de la carretera.

Pérez recordó que el 2 de noviembre comenzó la lluvia y esa misma noche salió de su casa. “En pocas horas el agua ya había cubierto las calles y cuando iba a buscar para dónde irme ya no se podía ni caminar, en un pie tengo una cicatriz porque me caí y me hicieron 14 puntadas, pero costó que se me sanara por el agua sucia en la que me metí”.

Yessenia Pérez es una fémina que estuvo en la intemperie, pero ahora depende de la venta de golosinas que tiene desde hace unos meses, pero siempre ubicada en una pequeña covacha y dentro de sus aspiraciones está el retorno a la colonia La Playita, que era el lugar donde tenía su vivienda.

Pérez tiene 40 años de vivir en esta zona y dijo que en dicha colonia son unas 100 familias las que fueron afectadas y ahora están dispersas en varios lugares de la ciudad.

Para Carlos Pavón, otro afectado, la situación ha sido muy difícil porque él fue despedido de su trabajo cuando la pandemia de COVID-19 llegó al país, estaba tratando de reubicarse en algún otro puesto laboral cuando las tormentas llegaron y le destruyeron su casa perdiendo todas sus cosas.

Junto a su familia se han quedado viviendo provisionalmente en la orilla de la carretera, y hasta este momento aún no encuentra trabajo. “Vivimos de lo poco que consigo cuando me llaman para que ayude a descargar algún camión con mercadería que era lo que yo hacía antes”. (JC)

Don Javier Castro muy nostálgico enseñó su estufa y otros utensilios que encontró en medio del lodo en los días de las inundaciones.

DATO
En la colonia Los Zorzales habitan unas 600 familias y la mayoría fueron afectadas por las tormentas, ahora viven dispersas en varios sectores. En La Playita unas 150, todas aún están viviendo en casas provisionales y requieren de ayuda para retornar a sus hogares.

Lidia Pérez no tiene trabajo y es madre soltera, vive de lo que otras personas le regalan y en ocasiones el padre de su hija le lleva alimentos.
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